martes, 5 de agosto de 2008

MIGUEL ILDEFONSO /POEMAS







Miguel Ildefonso

Uno de los poetas más complejos que se dieron cita en el pasado Festival internacional de Poesía de Medellín. Su escritura hermética, su imaginería medieval y postmoderna, aborda los metales cuchilleros de los bajos fondos, al igual que las ceremonias sinfónicas de los aquelarres urbanos, en donde toda filosofía y técnica se hunde, se desbarranca y muere. Como en la caída de la casa de Usher de Poe, sus textos nos llevan a adentrarnos en extrañas zonas de venenos ponzoñosos que ahogan la palabra y la voz. De allí no salimos indemnes, la persona o el lector que asuma la lectura de sus poemas, se encontrará con un poeta que da pocas concesiones a la anécdota; a lo sumo nos lleva narcotizados a sus territorios cabalísticos en donde se requiere de símbolos complejos, y rituales antiguos, de pieles de mujeres pálidas como lunas y empolvadas mejillas selenitas, que nos guiaran a la salida de sus laberintos.
Se de muchos que no regresaron y de otros que se perdieron adentro de sus metáforas, metálicas ánforas en donde los vinos luminosos nos dan la luz o la ceguera. Uno de los poetas más extraños y desconocidos hasta este festival y que hoy por hoy (para los que aprendimos a recorrer sus extrañas cartografías)uno de los mejores exponentes de un arte, que unas veces bordea los grados etílicos del ajenjo, y otras veces las frentes nimbadas y oxidadas en el oro quemado de los Ángeles caídos.

Nació en Lima, en 1970. Perteneció al grupo poético “Mundana Laetitia”. Ha publicado los libros de poesía: "Vestigios", "Canciones de un bar en la frontera", "Las ciudades fantasmas", "M.D.I.H.", "Heautontimoroumenos", "Los desmoronamientos sinfónicos" e "Himnos". También ha publicado el libro de relatos "El Paso". Acaba de publicar la novela “Hotel Lima”. Ha ganado muchos premios y publicado en importantes revistas de su país, y en antologías.
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Aquí una muestra de su trabajo, exclusivo para GRIFFOS DE NNEONN


1
También cuando la noche toma el cuerpo de E.
En la hora digamos esta hora
Y un lugar se abre y es por ahí pienso
Por donde está
Salgo de mí por la ventana del cuarto
Y soy yo otra vez
Av. México dentro de la noche
Algunos me dejan tomar gratis al aire puro
_ el agua la piedra el fuego _
Cuando presencio la destrucción de esta ciudad desolada
Y unas rudas manos en el teclado sin tregua
Algunos temen la destrucción de los cuerpos
Me invitan a beber el fuego dentro de la noche
(Un cuerpo respira sus palabras
Huyen como ratas por la av. Tacna sobre el Rímac
Un puente cuida su sombra ahogada
Será un bulto ensangrentado magullado que canta
Entre la turbación y el espanto
O una criatura que duerme en la puerta de un cine
A la vista de las bestias de carnes rosadas
Et erat verbum istud adsconditum ab eis
Solitario como una piedra se aduerme en una banca
No ha visto el camino rutilante que hizo con sus pies
No ha sentido el fuego de sus piernas
Ni el amor de su muerte
Es un eco infinito atrapado en una palabra
Esa brisa de los vinos cuando la noche propicia la muerte
Trop de noms pour avoir un nom)
Los treinta arcos del hotel también sirven de moradas
Pero el escarnio y la ira de la luna no sirven
Con rencor las ratas cruzan sus miradas como dardos
Sus ojos son dorados y sus cuerpos son de ébano
Con incrustaciones de uñas rosadas
Ellas me señalan a su ídolo
Y esta está allí bajo el estruendo de los automóviles
Que escapan entre las piernas del edificio
Es un ídolo de barro recostado en un diván
Bebiendo la crisálida de lágrimas extasiándose
Las ratas recogen su excremento
Y traen bálsamos de rosas y oro
Las ratas recogen su excremento
Y traen bálsamos de rosas y oro
Las ratas recogen su excremento
Y traen báLsamos de rosas y oro…
Pero esta permanece huraña entre el zumbido de las moscas
Como una niña
A medida que avanzo se vuelve de marfil
Ornada de lumbres hasta hacerse vagaroza
Mientras que las ratas sobre ella extienden las palabras
Hasta delirios horrísonos
Las calles me dicen adónde tengo que ir
2
Agitados uno al lado de otro impalpables se tragan
Se abrazan se asesinan con dulzura de labios de palo y mora
Son árboles postes cosas jadeantes torturadas se miran
Y desechan sus ojos inútiles en la estulticia
A través de los cuadros se van deteniendo las palabras
La luz roja ¿es esto una ciudad? Un cuerpo cercenado
O una espada clavada en la tierra ella el suspiro
Y su sombra parda
Se reconocen en sus cuerpos y los aman
Besos incendios borrascosos cabellos cálidos abrazos
Gritos de lucha sofocados pechos sollozantes vientres
Confusión de ira penetraciones
De cuando en cuando yacen ocultos hormigueándose
Como dos mariposas enlazadas
Poros húmedos y húmeros que revientan burbujas
Cristales casas templos números
Ella toca una lira notas elevadas humo de sacrificios
Edificios elevados
La noche es un animal de placer que cruza los puentes
Una luz pálida se convierte en agua
Y Emilio corre a beberla mientras Elisa toca las ondas
Invisibles de los satélites
Hay alguien que hurga en la basura entre flores agonizando
Hedores de cemento calles subterráneas de un país sin nombre
Frente al mundo el deseo permanece
Ella se vuelve un aire violento que se estrella en las paredes
Sus ojos ruedan en una oscura senda de papeles
Y despiadadamente la asalta el silencio
El holocausto de la soledad sin palabras
Las palabras: solo palabras: carne en el fuego de muerte

3
(la charmeuse de serpents)
La noche nos junta con desdén
Nos encontramos con las manos
Tocamos el suave fuego de los huesos
Agitamos nuestras ropas cabellos
Los recuerdos saltan a un abismo
Nos besan las palabras
Como un libro habitando la tierra
El aire crece en nuestros pechos
Creemos en lo que hacemos
Un viento cae en nuestros vellos
Levantando nuestros poros
Que no dejan de soñar
“bend beeper upon me! I am here”
Nos detenemos frente a frente
Tratando de encontrar en los ojos
Lo que el mundo ha ocultado
Nos tendemos en la exacta dimensión
Las palabras retornarán a sus voces
El retorno solo retorna como Ulises
Como el agua de los ríos
Hacemos del retorno el goce de nuestros cuerpos
El palmoteo dulce que faltaba
“subdver, do not leave me!”
Azotamos nuestros sentidos lo no creado
De nuestras espaldas la música de angustia
El rumor de lágrimas el suspiro continuo
“only joy, only anguish”
Y nos convertimos en silencio
Color de la noche en la nada
El mundo pasa a través de nosotros
“take me, save me, soothe me, o spare me!”
Digo tu nombre y tú no respondes
Porque no te oiría además
Estás en mí y yo en ti
Y nos alejamos uno del otro
Estás sola y estoy solo y no estamos solos
En el mundo nadie está más solo
Y están solos
Donde comienza la noche
4
(“los días pasan yo me quedo”)
Yo he nacido en las calles que ya no existen
Aprendí a caminar en arduas jornadas
Mientras veía que otros caían como dardos
Y hubo un tiempo detrás de todo dolor
Un mar perdido en nuestros cuerpos enlazados
No en la soledad sino en una violenta noche
Cerraré por última vez esta puerta
Y cerraré la oscuridad para nuestros cuerpos
Uniré tu cuerpo al mío
Como una avenida embriagada de genuflexiones
Y mi corazón ha de ser un hueco en el cielo de Lima
5
Espesura de cabellos de la dulce crin de los vientos
Ad portas sus espaldas delgadas y rectas
Y sus palabras frescas como fresas nocturnas
Cruel del beso como la madrugada en el espasmo
Y condenados al sueño profundo a las lágrimas
Y nunca al amor
Mojaré mis ojos lánguidos
Y mis cabellos crispados
Y caminaré toda la noche
Por estas calles lúbricas donde crece la oscuridad
Como el primer amor
No existe nada más detrás de la noche
Y es que vivo el hastío en las palabras
De una máquina ciega que bebe sangre
Vivo de aquellos que vosotros desecháis
Palabras que en las noches de alejan
Con un cruel destello flamígero
Mientras una peste enloquecida devora
El papel virgen y silencioso
Camino para hurgar en la profundidad del cuerpo
De una prostituta
Y que ello sea la constancia
De que el viento no ha borrado las palabras
6
(av.Grau)
Porque la muerte susurra en las calles
Y esta quietud brumosa exhala olores
De un recuerdo aterido
Miraré el sexo de Lima
Y la penetraré toda
En Lima una avenida abarca la noche
Solloza algo resuenan palabras
Abro los ojos y la luna ha muerto
La avenida cubre la realidad del deseo
Como una vieja demente dice:
“yo regreso del mar todas las noches
y no busco nada”
Definitivamente esto ha terminado
En silencio solo se oye el hastío de mi sueño
El niño de barro vierte su ceniza
En los ojos del pasajero ciego
Arroja cadáveres como un río metálico
Y estos cadáveres se cuelgan de las ventanas
Como péndulos aferrados a la tierra
Dije que esto ha terminado
Pero ahora no sé en realidad qué fue aquello
Si no me comieran las moscas del tedio
Y del espanto podría seguir caminando solitario
En la medianoche de la noche
Sería estoico y extraño como un relámpago
Que corta al viento a la tierra y a la noche
Pero he sido embriagado por el sudor
De una magnolia y he bebido toda la miel
Que he podido comprar o hurtar
Y he sido feliz a los ojos de los torturados
Y los proscritos y he olvidado mi edad
En alguna escalera de algún hotel de Lima
La niebla lechosa engendra ángeles
Y en medio de este tropel yo reniego
Soy uno de esos condenados a la eterna llama
Del deseo
Estoy en la caída perfecta de los péndulos
Las calles me dirán a dónde ir
Viajo en un silencio que me dice:
“Es tarde! Muere, viejo cobarde!”



EL OLVIDO DE SI MISMO


1


Un charco me refleja

ante la distancia

más parecida a cualquier deseo.

Pero de pronto

siento muy de adentro, muy vivo

todavía, la conciencia

de estar escribiendo

y de ser extraño en mí.

La avenida Emancipación viene a mi mente

porque hoy día estuve por ahí,

la avenida desierta y soleada,

ardiente en sus bordes,

frías en sus sombras,

blancas paredes que acompañan

el corazón cansado,

sí, cansado de lo mismo.

Ahora viene inmediatamente el puente Armendariz,

de noche, el Centro Cívico,

y todo se va.

Adónde me llevarán estas calles,

esta noche cuando ya no tengo deseos de estar

siguiendo a mi lágrima.

Y todo lo que amé también dejará de preguntarse

adónde, adónde, mi inconfesable amor,

te vas sin que puedas producir la sospecha

de quien te ama.

Creo entonces que la vida vida imita al arte.


2


Puedes soportar un hongo atómico,

puedes soportar la noche más oscura

y el deseo más solitario,

con paredes o calles, luces tocando

la garúa fosforescente.

No puedes soportar una ligera nube

pasando por tu ventana.


Puedes estar parado entre los puentes

que ya no soportan el tránsito,

puedes estar parado en una esquina

contemplando el viaje del avión

al no regreso,

el beso que se da el infinito

con los cables y sus líneas blancas

con toda su histeria.

No puedes soportar estar un minuto siquiera

en frente a una ligera nube

que se mira en una gota

suspendida en la hoja de la oreja de elefante

en tu jardín.



3


Hasta dónde has llegado,

y lo que pensaste es lo que suena en lo oscuro,

un ruido que es el corazón que te empujó

a caminar sin rumbo,

a dar vueltas por las inmensas fábricas

donde se despide la tristeza en la mirada,

con la misma mirada del polvo inerte de la avenida.

Un carro sepulta tu corazón,

un carro y una canción que hablan de nada,

la neblina que es una multitud,

la neblina que llora en las semillas

por la luz de las cantinas abiertas

hasta el amanecer,

la neblina que balbucea en el vidrio

de un microbús

y antes de quedarse dormida

mira un punto invisible donde muere el infinito,

la neblina que se corta las venas

y desde el puente

echa raíces en las sucias veredas,

rompe algunos huesos

de los que caen al cruzar la avenida

que no conduce a nada.


4


Quién sostiene el cielo de tu cansancio,

quién sopla el polvo

de la ventana rota, despide al pájaro

en el centro de su sombra

mezclada con la pared.

Un ojo mira el desnudo de la cama,

un cuadro parpadea

con escamas rectangulares,

elije un punto en el hermoso cuerpo

y lame su furor a la noche larga,

a la noche desequilibrada

que desconoce su barrera.

Tres larvas sostienen un círculo,

del círculo es que nace el amor

y el jadeo que produce su vuelta.

Pero en la yema dulce del universo

canta una cigarra,

susurran sus alas el seno de la oscura

muchacha de la mañana,

un sentido choca con su movimiento

y desenlaza la hipócrita unidad

de la palabra.



5


La luz muerta del bar no tiene sombra,

por eso es eterno este amor, este vacío,

el tiempo, los años.

La luz muerta de las calles es la prolongación de un corazón

que se esconde de su sombra.

Es difícil vivir bajo la noche, junto al mar,

junto a cualquier cosa: tú no sabías que el tiempo

escribía su anhelo en las cosas, y había un mundo

ciego entre los postes.

La poesía recoge a los borrachos de los bares de los puertos.

Tú, de ninguna manera, podías imaginar que el tiempo

se sentaba en la escalera, y llovía, y tú no sabías

que amabas esa lluvia que lo borraba todo,

el vacío, los años, cualquier cosa.



6


Un olvido se va con las nubes,

un triste olvido como los ojos de una muchacha

llorando en una calle,

la calle garuando en el olvido.

Otro olvido es el que tiene el perfil de los techos.

Se detenga, entonces, la turba infante para que sea fácil,

recontra fácil sujetarla de la nuca,

rebeldes con causa que fuman a oscuras

y planean un asalto.

Se ponga en un sitio visible dios que no sabe

lo que hace,

que los nudos sean desatados, que venga

el país más chico para que se coma al grande.

Todo puede ser posible para las palabras,

el poder está justo afuera.

En estas paredes

donde he visto una multitud en mí mismo,

entre el olor marchito de una cama

y un foco,

debo probar otra vez algo de muerte

con una cuchara,

un plato vacío

y el silencio que hace fría

la noche,

los zapatos,

el alma.



7


En estos días que se mezclan todos los sueños

entre el rostro tras el vidrio de un micro

y la llanta trasera de un auto

que se aleja a más velocidad,

esculpido el viento en cientos de ángeles de humo

con lágrimas que se impregnan en los pelos,

diciendo con la oscuridad de los ojos

todo un intento de quebrantar

el grito

desde la esquina donde se caen unos anteojos

hasta la inexpugnable parada de un cuculí

en el cable de teléfono,

pero si hubiese una posibilidad de retorno,

un movimiento que haga como si todo

retrocediese rápidamente

o como si lo que se presenta estuviera en dirección fija,

al centro de todos, de todo,

de mí mismo.

Ahí creo que podría ir.



8


Por el camino solo

voy arrancando la frágil quietud

del aire.

El puente bajo mis pies,

la vía de los muertos,

el ocaso

sobre los edificios desplomados.

Por el camino solo

me pregunto si existe la poesía

o si es la desintegración

de la materia

este viento que me azota.

La luz que todo lo toca

jamás ha tocado su sombra

que es el movimiento.

La noche es lo contrario

a este camino,

yo me pierdo por el camino

solo.



9


Hasta aquí he deseado,

hasta aquí me he ido matando

y sigo pensando

que la vida es una nube detenida en mi ventana

La sombra es mía,

pero la nube se va cada vez que la miro.

Podría callar en una delgada rama,

mirar desde esa altura una muchacha

cruzando la pista infinita,

las paredes que nunca acaban y donde dice fin,

por ese silencio donde se mezcla

el hueco del corazón

con el agujero de las nubes.

Cada universo señala su propia muerte,

separa su parte de vida en la meta que llaman

el salto,

el abismo,

como desde un noveno piso donde Dante

saltara para ver la Vita Nuova,

llena de ángeles,

un crepúsculo lleno de gente,

el Paraíso que revienta en el contacto

de su masa encefálica

con el infinito.

Y al fin hallar el Paraíso.



10


Me desgasto en las mañanas,

no soy como los árboles que cantan

sin molestar a nadie.

Me desgasto de aire,

de agua que se me escapa

en el viento eterno de un soplo,

sólo por eso, es decir,

por caminar por rectas veredas,

raspando con las uñas las rejas

y los años en una sombra

deslizándose en la misma pared

como un papel arrancado de algún libro

que le hubiera gustado escribir a Dios.

Porque Dios no frecuenta la tristeza

que surge en unas manos.

Me desgasto esperando en una calle con polvo

y gente, aguantando

a que se detengan como fantasmas no correspondidos

para poder moverme.

Sé que cada palabra es el infinito.

Sé que las palabras están como estrellas en una noche,

también son la luz de otros ojos,

los nuestros mirándonos en un mismo cielo,

quebrados de amor.

Provenimos de una antigua tristeza,

provenimos del canto triste

de las montañas del Perú.

Sobre edificios de gritos de alcohol,

vieja tristeza que se queda

mirando hacer el agua

de algún misterioso sueño, inexplicable, sí,

porque no tiene destino.

Las montañas, estarán

las montañas en el río,

sobre los saturados edificios ensangrentados,

flagelados, desmayados, inhabitables.

Sucede que cada vez estoy más lejos del mundo.

Me desgasto, cumplo todas las horas,

las vueltas que da el mundo.

Edificios donde camino.

Edificios que se elevan del trabajo

de los que sobreviven para morir,

aplastados por la sombra de los edificios.

En la tristeza del valle corre un río

donde ya no pienso en nada,

en la respiración de las montañas

voy subiendo tan callado como si aún oyese

las quejas de los edificios

sofocados, marginados,

censurados, reprimiéndose en nubes letales.

Ellos marchan solos al ocaso.

ellos cumplen las horas

y no desperdician ni un segundo.

Ellos son útiles, marchan solos al ocaso.

Me ahogo en los edificios,

comprende que me ahogo

en la pista que se lleva a las almas

políticas de amor,

me ahogo en el crepúsculo

que se pinta sobre el horizonte de edificios.



11

El mismo viento de noche que levanta
una hoja de periódico del suelo iluminado

por el poste de luz amarilla, es la poesía.

Un charco que me refleja ante la distancia más lejana

al deseo, es olvidarse de sí mismo,

es también entregarse como algunas estrellas

en los desiertos donde nadie las mira.

¿Qué prisa hay entonces en estas estrellas

por arrojar su luz a los ojos de quien sopla

sólo palabras sin poder opacar la luna?

El que transita por lo mojado o por la madrugada

cubriendo su pecho, calculando las esquinas,

los postes repetidos como corazones.

El que siembra sus lágrimas en todos los cuadrados de vereda

o la señal que le devuelve la neblina,

cuando se equivoca de puerta y se entra al aliento

de su propia boca.

La poesía es escribir por la gracia del paso de las nubes

en un vaho que no deja ver la calle donde nadie viene.



12


Toda palabra es una realidad.

Alta es la noche donde cae la angustia.

Ser en otro como ser en sí mismo.

En cada instante muero,

en cada instante soy otro.

La poesía se desdobla en infinitas posibilidades.

flor, semilla,

el agua por esencia transita como la memoria,

pasa por una avenida, y queda el tiempo de mi espera.

¿Pero qué palabras conforman

lo que significa un poema?

Todo tiene un punto de vista,

un punto en la vista que desaparece y aparece.

Sólo cambia la idea, lo que no existe.

El viento lanza su espina en el nervio extraviado.

Furtivos goces arrancan mis cabellos.

Así es el camino en las palabras, siempre otro lugar.

Férvidos gatos lamen mi sudor pétreo, allí.

Cuando duermo crecen raíces negras de mi cuerpo.

Sueños mullidos, lacerados por una garúa bonancible.

Noche tras noche, acuno mi desesperanza

con un siseo vil.

Blandidas las formas del deseo,

Las paredes del paraíso oscuro detienen mi aliento.

Quizás híbrida, quizá patética,

quizás inflexionada la luna me cobijará

en su habitación.

Ella mi alba, yo el arco

que dispara el mito de las palabras.



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