domingo, 10 de julio de 2011

NO SOY DE AQUÍ, NI SOY DE ALLÁ



Facundo Cabral (La Plata, Provincia de Buenos Aires, Argentina, 22 de mayo de 19371 - Ciudad de Guatemala, 9 de julio de 2011)






EN EL ASESINATO DE FACUNDO CABRAL
No soy de aquí, ni soy de allá
no tengo edad, ni porvenir
y ser feliz es mi color de identidad.



Facundo Cabral

Por Anabel Torres

Él mismo contaba que nació en una calle en la ciudad de la Plata, Argentina. Y el sábado 9 de julio pasado murió en otra calle, esta vez en Guatemala, y de un tiro en la cabeza. Facundo Cabral, ´violentamente pacifista´, como él se definía, ha caído abatido por balas que, en teoría, ni siquiera estaban dirigidas a él, aunque en la práctica le dieron en plena muerte. La violencia no solo es insensata. Es despiadada y extremadamente eficiente. No cabe duda: hay gente que donde pone el ojo, pone la bala. O bueno, si se desvía unos milímetros, no importa, porque al fin y al cabo, ellos van a lo que van, que es matar, y cualquier otro muerto que caiga, ´por ahí derecho´, también les viene bien.

Ahora Facundo Cabral no tiene porvenir, no es de aquí ni de allá, y su color de identidad no es la felicidad sino la propia muerte, que le ha sido hurtada. Sé que su canción ha marcado mi paso por esta vida. No soy de allá, ni soy de aquí, no tengo edad ni porvenir, y tratar de ser feliz sigue siendo mi color de identidad. Y lo que también sé es que, como cuando muere una niñita, o cuando muere una persona muy joven, tampoco hay consuelo cuando asesinan a un cantor.

Internet nos permite escuchar su voz. Nos permite paliar el desconsuelo que produce saber que Facundo Cabral nació en la calle, y ha muerto en la calle, a pesar de que en tantos corazones, su voz, sus bromas, y sus ganas de la paz, tenían, y seguirán teniendo, un cálido hogar.


Facundo: gracias por las canciones recibidas. 


NO SOY DE AQUÍ NI SOY DE ALLÁ

Me gusta el mar y la mujer cuando llora
las golondrinas y las malas señoras
saltar balcones y abrir las ventanas
y las muchachas en abril

Me gusta el vino tanto como las flores
y los amantes, pero no los señores
me encanta ser amigo de los ladrones
y las canciones en francés

No soy de aquí, ni soy de allá
no tengo edad, ni porvenir
y ser feliz es mi color de identidad

 
Me gusta estar tirado siempre en la arena
y en bicicleta perseguir a Manuela
y todo el tiempo para ver las estrellas
con la María en el trigal

No soy de aquí, ni soy de allá
no tengo edad, ni porvenir
y ser feliz es mi color de identidad.

Canción de Facundo Cabral

jueves, 7 de julio de 2011

INDIGENAS DE LATINOAMERICA/ 25 AÑOS DE CHIRAPAQ

Los indígenas de Latinoamérica reflexionan sobre sus procesos, 25 años de CHIRAPAQ PDFImprimirE-mail
Miércoles, 29 de Junio de 2011 14:29
Chirapaq es una organización indígena del Perú que se define como luchadora por la reafirmación de la identidad y en defensa de los derechos de los pueblos indígenas hacia la construcción de una sociedad más justa, democrática e intercultural. Este año, entre el 21 y 22 de junio celebró sus 25 años de existencia con el foro público internacional “Derechos de los pueblos indígenas, avances y retos en su implementación”.
Representantes de diferentes organizaciones indígenas provenientes de todos los países de América Latina se congregaron en los diferentes espacios de talleres y foros que ofreció este evento.
En la mañana del 21 de junio se realizó la mesa redonda “Educación para Pueblos Indígenas: Buscando la Excelencia”, se discutieron temas como la educación ‘para’ los pueblos indígenas que significa un reconocimiento pasivo de los pueblos indígenas que todavía no considera su participación ni su pensamiento y que por ende es todavía ajeno. La educación ‘con’ los pueblos indígenas donde se incluye la educación bilingüe en las escuelas pero sin darle mucha importancia a la metodología y al contexto de la enseñanza de la legua propia. La educación ‘desde’ los pueblos indígenas, es decir desde su pensamiento, lo que representa un avance frente al sistema educativo tradicional, pero que todavía tiene el reto de trascender el sistema bilingüe que no abarca las necesidades de formación que necesita el pueblo indígena, y que más bien exige plantearse una pedagogía propia desde el conocimiento indígena y el ser indígena.
Más allá, la educación debe corresponder no sólo al poder saber sino al poder ser, una educación que nos permita sentirnos plenamente humanos, es allí donde se debe aclarar que la inclusión en la educación no se refiere a que diferentes culturas incursionen en un método de adaptación sino de la inclusión de otra forma de ver la realidad, del conocimiento ancestral que debe entrar en diálogo con el otro conocimiento para terminar con ese método que impone la uniformidad y la homogeneidad hacia una pedagogía desde y para la diversidad.
En la noche del día 21 de junio se llevó a cabo el foro “Derechos de los pueblos indígenas, avances y retos en su implementación”, en este espacio se hizo un recuento de las luchas que emprendieron las primeras organizaciones indígenas por el reconocimiento de los indígenas como pueblos y de sus derechos, ante la ONU. Wilton Littlechild, Jefe indígena de la Nación Cree de Canadá, hizo parte de las primeras organizaciones indígenas que se enfrentaron a los gobiernos en los años 70’s por la reivindicación de sus derechos y el reconocimiento de sus territorios. Relata que fue una lucha difícil, donde al principio ni siquiera fueron escuchados, más tarde, frente a sus exigencias de respetar sus territorios lograron establecer diálogos con las Naciones Unidas y que éstas fijaran unos estándares para las empresas sobre el uso de los recursos en los territorios de sus pueblos. Contó que las exigencias de su organización, guiadas por los sabios Cree, se lograron hacer reconocer en la Declaración de los derechos Indígenas en los artículos del 25 al 32 que tratan sobre Tierras, territorios y recursos.
Tarcila Rivera, la presidenta de Chirapaq y coordinadora general del Enlace Continental de Mujeres Indígenas de las Américas relató que desde los 80años, en medio de la coyuntura de violencia política que atravesaba el Perú, se vinculó a la lucha activista de los derechos de los pueblos indígenas participando en espacios como la ONU y la OEA, mencionó que sus aportes como representante desde el Perú ha sido la contribución que con las mujeres indígenas ha hecho para que estén incluidos en las políticas de las Naciones Unidas. Fue partícipe de la creación de la Declaración Mundial de Mujeres Indígenas en Beijing en la que se recogen todas las reivindicaciones no solo de las mujeres indígenas sino de todos los pueblos indígenas y también abarca los derechos sobre territorios, recursos naturales y conocimientos.
Recordó que junto con Wilton recorrieron el proceso de la declaración desde su proyección y del Foro permanente que lleva diez años y significa el espacio desde donde las aspiraciones y los sueños de justicia, de respeto y de reconocimiento de los pueblos indígenas sean realidad, plasmados ahí como recomendaciones para que los estados los implementen en cada uno de nuestros países. Resaltó así que la historia de los 25 años de Chirapaq es también un proceso fundamental en la historia de los derechos de los movimientos de los pueblos indígenas en el mundo contemporáneo.
El miércoles 22 de junio se realizó la mesa redonda con el tema “El Racismo en los Medios de Comunicación y los Pueblos Indígenas”. En este espacio se trató el tema del racismo como una problemática estructural y la comunicación como un instrumento político de poder. El racismo como problemática estructural se refiere a que no tiene que ver sólo con el tipo de piel sino que más allá el racismo se manifiesta en lo político, lo ideológico y lo cultural. También se mencionó que el racismo es una idea que se ha naturalizado en todos, tomamos lo uniforme como normal y la diversidad y la diferencia como anormal. Así, las formas en que se manifiesta el racismo se ven reflejadas en la desigualdad económica, cuando el acceso a los medios de comunicación, a los derechos y a todo lo que proporcione el bienestar básico antepone un costo económico.
En cuanto a las instancias jurídicas y legales como los espacios a los que los pueblos indígenas han acudido para exigir y hacer cumplir sus derechos, hay que señalar que más allá de buscar la inclusión dentro de esos espacios se debe revisar primero si estos corresponden a las prácticas de vida de nuestros pueblos, de lo contrario todo se reduce a las figuras estereotipadas de los indígenas consideradas desde el folklore. Estos marcos de la legalidad no son suficientes para permitir la construcción de esas sociedades interculturales con los que los pueblos indígenas han soñado. Más allá de la legalidad está la legitimidad y la lucha de nuestros pueblos es legítima, la defensa del agua, del territorio, de la salud, de la educación debe continuar con o sin ley. De igual forma pasa con la comunicación, donde sólo considerarla desde los medios masivos significaría sujetarse a seguir reproduciendo el mismo aparato de propaganda que estos realizan. Tampoco verla sólo desde los medios que son sólo herramientas que harán un gran aporte cuando reconozcamos primero nuestras formas propias y ancestrales de comunicación. La comunicación es un instrumento político y un derecho, que si se reconoce como tal nos permite tomarnos la vocería, recuperar la autonomía de ser nosotros quienes contemos nuestras realidades.
Pero estas formas de sometimiento y despojo que son el racismo y la discriminación, que se promueven desde los medios masivos de comunicación entre otros espacios, no son problemáticas que sólo afectan a los pueblos indígenas, los pueblos afro, los campesinos, las organizaciones de mujeres y demás sectores que luchan desde las bases también enfrentan estas realidades. Es hora de que la experiencia y la capacidad de los procesos organizativos de diversos orígenes se junten. Las organizaciones indígenas deben acercarse a otros sectores para dar a conocer su largo proceso pero también para nutrirse de las propuestas y estrategias de estos. Todos soñamos con ese otro mundo posible, no sólo los indígenas, cada proceso separado no va a lograr el cambio que busca, es hora de compartir todas nuestras luchas y unir nuestras capacidades y esfuerzos.
La lucha histórica de Chirapaq ha sido determinante en el destino de los movimientos indígenas hoy, es muy importante que a sus 25 años de existencia haya procurado un espacio no sólo para recordar estas luchas sino hacer la evaluación y el diagnóstico de los procesos indígenas, mediante la reflexión y el análisis de los derechos, la educación, la comunicación, entre otros, con la participación de hermanos de los diferentes rincones de América Latina. Pero como ya se ha dicho, las reflexiones que se comparten en estos talleres, mesas, foros y demás deben trascender estos espacios, llegar a la comunidad, estar abiertos a todas las personas de todas las edades, sin priorizar títulos, líderes o cabezas visibles. No sólo por el derecho a ser partícipes de estas reflexiones sino porque es con todos, desde las bases como esas reflexiones se convierten en propuestas y en hechos.
Tejido de Comunicación ACIN
TOMADO DE:

lunes, 4 de julio de 2011

GILLES DELEUZE: LA MAQUINA SOCIAL

GILLES DELEUZE: LA MAQUINA SOCIAL



Carlos Rojas Osorio

El antiedipo: capitalismo y esquizofrenia, escrito junto con Félix Guattari (Bs. Aires, Paidós, l985, Trad. de Francisco Monge)

(15 de junio de 1997)

A finales del año pasado falleció el filósofo francés Gilles Deleuze. Quisiera, por tanto, dedicar a su memoria el mejor agradecimiento que le hacemos a un escritor, mantener viva la discusión de su pensamiento. Deleuze fue una de las personalidades más destacadas de la filosofía francesa del siglo XX. Dentro de la corriente pos-estructuralista afincó su pensamiento desarrollando aspectos decisivos de la obra de Nietzsche, reinterpretando desde ahí a Spinoza, Leibniz y Kant. Amigo de Michel Foucault, nos ayuda a entenderlo, interpretarlo y profundizarlo. Para establecer la difícil relación entre Foucault y Marx seguí la guía de Deleuze cuando nos dice que "No es posible conciliación alguna entre Hegel y Nietzsche". No era posible para Foucault conservar el hegelianismo de Marx y a la vez ser un nietzscheano que se aplicó a concretizar muchas de sus ideas. Afincado en la genealogía nietzscheana, no era posible conciliaciones reconfortantes con la dialéctica. Es el propio Deleuze quien ilumina la crítica de la dialéctica tanto en Nietzsche como en Foucault.

Me ocuparé de uno de sus libros más famosos: El antiedipo: capitalismo y esquizofrenia, escrito junto con Félix Guattari (Bs. Aires, Paidós, l985, Trad. de Francisco Monge).BM_1_BM_1_ Se trata de una obra en que se compenetran el análisis social y el psicológico, ambos como instrumentales críticos y liberadores. Hay máquinas sociales y hay máquinas deseantes. Freud descubrió la máquina deseante, el inconsciente. Deleuze y Guattari rescatan esa máquina deseante de las limitaciones en que la dejó el psicoanálisis, y la complementan con el análisis de la máquina social. La máquina deseante no se da sin la máquina social, y viceversa. La naturaleza también es máquina deseante. Por ello hablan de la continuidad Naturaleza-hombre. Deleuze y Guattari cambian radicalmente el concepto de deseo que había sido mantenido casi siempre -con excepción de Spinoza y Nietzsche- como simple carencia de algo. Por el contrario, el deseo es producción, voluntad de poder; afecto activo diría Spinoza. El deseo como carencia es un concepto idealista, en realidad de raigambre platónica. Kant, en cambio, logró ver que el deso produce realidad.

La producción de deseos es inconsciente, como bien vio Freud. Pero en lugar de la producción de deseos Freud instauró un teatro burgués, porque instauró en el inconsciente la mera representación. En cambio, el deseo tiene poder para engendrar su objeto. Las necesidades derivan del deseo, y no al revés. Desear es producir, y producir realidad. El deseo como potencia productiva de la vida.

La economía capitalista organiza la necesidad, la escasez, la carencia. El objeto depende de un sistema de producción que es exterior al deseo. El campo social está atravesado por el deseo. La máquina social es también producción deseante. "Sólo hay deseo y lo social, nada más". Freud se fijó en la represión, pero no logró relacionarla con la represión general que se lleva a cabo siempre en la máquina social. Fue Reich quien asoció correctamente la represión general con cada una de las máquinas deseantes. Por medio de la familia la estructura autoritaria de la sociedad se prolonga hasta sus más íntimos engranajes. El problema de la política lo planteó Spinoza: ¿por qué combaten los seres humanos por mantenerse en la servidumbre como si fuera su salvación? Lo que sorprende es que los explotados no se rebelen o que los hambrientos no roben.

El campo social se carga de una producción represiva o bien de un deseo revolucionario. Este último lo denominan nuestros autores el individuo esquizo. Y el tipo de análisis psicológico lo llaman esquizoanálisis. Sea en la producción represiva que en el esquizo la máquina social es la misma. El esquizo es el productor universal. El sujeto es también producción. Los autores califican a su sicología de materialista: introducir el deseo en el mecanismo social, pero también introducir la producción en el deseo. El ezquizo no cree en el yo. La teoría de Freud depende demasiado del yo.

Deleuze-Guattari hablan de tres tipos de máquina social: la máquina salvaje, la máquina bárbara o despótica y la máquina capitalista. La máquina salvaje está fundada sobre la tierra, sobre el cuerpo de la tierra. Es territorial. Sobre el cuerpo de la tierra inscribe sus insignias, que son las de la alianza y la filiación. Lo decisivo son las relaciones de parentesco, lo que no quiere decir que lo económico sea marginal. El parentesco domina las relaciones primitivas pero por razones económicas. La máquina bárbara coincide con lo que Marx denominó el modo de producción asiático. Aparece el Estado, ya completo y en su forma general que fundamentalmente no cambiará ni siquiera hasta el socialismo oriental (ruso-chino); vieja herencia que se prolonga por milenios. El estado es la máquina despótica y recubre los viejos territorios fundados sobre el cuerpo de la tierra. El estado organiza un sistema de producción que unifica el anterior sistema territorial. Decodifica sus antiguos códigos y los recodifica en el lenguaje del despotismo estatal. Para Deleuze el gran corte de la historia está en la aparición de la máquina estatal. La sociedad no se funda en el don, como creía Marcel Mauss; se funda en la deuda. Lo propio de la máquina capitalista es hacer la deuda infinita. El capitalismo no puede proporcionar un único código que abarque todo el campo social; al contrario, es decodificador. Pero en lugar de un código instaura una axiomática abstracta de cantidades monetarias. La axiomática se caracteriza por la fecundidad de sus axiomas de base. La axiomática capitalista se distingue porque puede agregar siempre nuevos axiomas.

La máquina deseante es un sistema de producir deseos; la máquina social es un sistema económico-político de producción. Las máquinas técnicas no son independientes ni exteriores a la máquina social. Cada técnica forma parte esencial de la máquina social. La tecnología capitalista es esencial al sistema de explotación capitalista. Son grandes máquinas las que son usadas para la explotación de grandes masas de trabajadores. No hay una necesidad intrínseca de cierta tecnología. Más bien la tecnología evoluciona con la máquina social de la que forma parte.

En la máquina deseante ven Deleuze y Guattari ante todo flujos. Toman la idea de Lawrence: la sexualidad es flujo. Todo deseo es flujo y corte. Flujo de esperma, de orines, de leche, etc. Freud descubrió este flujo de deseo. Ricardo y Marx descubrieron el flujo de producción, el flujo de dinero, el flujo de mercancías; todo ello como esencia de la economía capitalista. Lo que caracteriza al sistema es la apropiación del producto por parte del capital. También Lutero descubrió la religión como fenómeno estrictamente privado, muy acorde con la nueva economía del capital.

El capitalismo decodifica los viejos códigos fundados sobre la máquina despótica pero los territorializa a su favor, dentro de su poderosa axiomática. El neurótico se queda en los códigos establecidos, queda instalado en las viejos territorios, en los residuos que han quedado al salto de la máquina bárbara a la máquina del capital. El perverso explota la palabra y crea territorios artificiales. El esquizo emprende la línea de fuga de todo territorio codificado, lo desterritorializa todo. Marx había observado muy bien que el capitalismo arrolla con todo lo que antes se consideraba sagrado, lo decodifica todo. El ezquizo se mantiene en el límite. Mezcla los códigos. La ezquizofrenía es la producción deseante como límite de la producción social.

Edipo es una entidad metafísica. Es preciso, como Kant, hacer una crítica de la metafísica. Se trata de una revolución trascendental pero materialista: denunciar el uso ilegítimo de Edipo. El revolucionario desconoce a Edipo, no reconoce padre, ni dios. El inconsciente es huérfano, no necesita inconsciente como productor de sentido. El esquizoanálisis es político y revolucionario. El inconsciente es roussoniano. El hombre es naturaleza. El deseo es revolucionario, cuestiona el orden establecido. El deseo es activo, agresivo, artista, productivo, conquistador. La literatura es también ezquizofrenía, proceso de producción sin fin. La única literatura es la que hace estallar el super-ego. Antonín Artaud es la realización de la literatura.

El capitalismo lo privatiza todo. Hemos llegado al privatismo. La esencia del capitalismo se halla en dos fenómenos complementarios: desterritorialización y descodificación. Ambos fueron analizados por Marx. El capital se apropia cada vez más de territorios; se apropia del campo, del artesanado, del comercio y finalmente de la industria. El capital lo desterritorializa todo. Pero al mismo tiempo lo decodifica todo: la religión, la moral, las creencias; todo sucumbe al impulso del capital. Este impulso anulador de códigos y apropiador de territorios es universal en el capitalismo. El capitalismo es, por ello, lo universal de toda sociedad. Pero, como veíamos, se decodifica para someter nuevamente a la axiomática potente del capital. La televisión, por ejemplo, nos da todo, la sociedad y el capital a la vez. No es necesario salir afuera. Todo el sistema del capital está ahí en la pantalla televisiva.

Samir Amín planteaba un movimiento regresivo contra la universal territorialización del capitalismo. Deleuze y Guattari piensa que esa no es la solución. Siguiendo a Nietzsche -y a Marx- piensan que no hay que ir contra el proceso, sino insertarse en él y llevarlo hasta las últimas consecuencias. No se sabe hasta dónde puede llevarse la desterritorialización y la decodificación. ¡No hemos visto nada! Marx pensaba que llegaría el momento en que la clase obrera no tendría nada que perder, habría tocado fondo, habría perdido todo territorio y todo código, estaría en la nada, entonces daría el todo por el todo y la revolución sería posible. Nietzsche pensaba que el desierto crece, que hay que asumir el nihilismo. No hay validez alguna, todo se ha vuelto inválido. Hay que apropiarse de esta pérdida de todo criterio, de este nihilismo y llevarlo hasta las últimas consecuencias. Hay que asumir valientemente la pérdida del supuesto "mundo verdadero" (el mundo inteligible del platonismo). Y sólo así, en el desierto absoluto, quizá algo nuevo pueda llegar a valer. (Esta analogía entre el "último hombre" de Nietzsche y la clase obrera "que toca fondo" de Marx no es de Deleuze, sino de Felipe Martínez Marzoa, pero ilustra muy bien el proceso decodificador del capital.) Vattimo ha protestado de la interpretación francesa de Nietzsche, pues la ve demasiado violenta,pero él quiere ofrecernos un Nietzsche "moderado". Pretende conquistarnos para una ética de la interpretación que no es sino una de resignación. Mientras que Vattimo pretende que en el capitalismo los medios de comunicación le da la voz a las culturas en su autoctonía, Deleuze no hace ilusiones y ve claramente, más bien, el efecto decodificador de la máquina capitalista. Son dos interpretaciones distintas y hasta antagónicas dentro de la tardomodernidad.

Paranoia y esquizofrenia son los dos polos de la máquina social. El paranoico tiende a Edipo, a la ley, al orden, al código, al significante. Se proyecta imponiendo el orden, arraigando la autoridad, tiranizando. En cambio, el esquizo constituye la línea de fuga de la máquina social. Busca la producción de la máquina deseante. Nada hay más revolucionario para la máquina social que la máquina deseante. El deseo es primero y fundamental; tiende también a decodificar las estructuras sociales y no coincide con la decodificación que lleva a cabo el capital.

Deleuze y Guattari ubican el interés de clase en el inconsciente. Y entre ambos entablan relaciones diferenciales. Por ejemplo, un revolucionario puede serlo al nivel de clase, del interés de clase y, sin embargo, estar dentro de una estructura autoritaria desde el punto de vista libidinal. Viceversa, un revolucionario de la máquina deseante podría ser ajeno a la revolución de la máquina social. Para Deleuze lo decisivo es que el eslabón más débil, el momento de verdadera ruptura llega por el lado de la máquina deseante. Desde luego, no son las condiciones sociales efectivas. Es como la libertad y el determinismo de Kant. Hay un determinismo social, las condiciones objetivas de la máquina social; pero hay también el momento discontinuo de la producción y el deseo. Y es éste, apoyado en las condiciones objetivas, lo que posibilita el acto de libertad supremo que es la producción del deseo.

Los sistemas del socialismo real no son otra cosa que capitalismo de Estado. Todos los sistemas autoritarios han prolongado el autoritarismo familiar, edipiano. Pero a su vez el estado y la máquina social prolongan el autoritarismo edipiano.

Edipo es el déspota. De modo que la tendencia autoritaria de la revolución está desde sus inicios.

Nuestros autores dan importancia a las líneas de fuga del capitalismo. Ciertas formas de arte, ciertas tendencias dentro de la ciencia. Hay ciencia paranoica y hay ciencia esquizo. Los conflictos raciales de muchos países, los conflictos de nacionalidad, el feminismo, son líneas de fuga.

En el capitalismo se unifica la memoria y al reproducción modificando la explotación del ser humano. En la sociedad lo esencial es marcar y ser marcado. Memoria codificando sobre cuerpos; escritura corporal; memoria social. Los rangos pertenecen a la máquina territorial. Las castas a la máquina despótica imperial. las clases a la máquina social. Como vio Marx, las clases son el negativo de las castas y los rangos.

Así pues, el análisis socioeconómico se completa con una amplia consideración de la estructura familiar. Todo ello realizado con un instrumental conceptual nuevo y creativo. Capitalismo y esquizofrenia recoge ideas marxianas y crítica ideas freudianas para enderezarlo hacia un esquizoanálisis. Los tres tipos de sociedad de que nos hablan los autores no es necesario verlos en la forma lineal acostumbrada. Hay más bien, una secuencia de estratos. La máquina despótica estatal se monta sobre la máquina de la tierra, recodificándola. A su vez la máquina del capital se monta sobre la vieja máquina estatal, descodificándola y apropiándose de los viejos territorios. El Estado en la sociedad capitalista reúne códigos, aglutina a los desperdigados por el poder desterritorializador y decodificar del capital.

(15 de junio de 1997)

Tomado de:
http://antroposmoderno.com/