jueves, 9 de abril de 2009

EL SEÑOR DE LOS VENENOS ENRIQUE SYMNS




UNA LEYENDA VIVA EN ARGENTINA, CHILE, Y BRASIL, ENRIQUE SYMNS EL FILIBUSTERO DE LOS WHISKYS,  EL POETA DE LA COCA, EL MARIHUANERO ILUMINADO, EL SEÑOR DE LOS VENENOS, CREADOR DE LA REVISTA "CERDOS Y PECES"·, VAGAMUNDO DE LOS PARAÍSOS ARTIFICIALES Y NARRADOR DE LAS BIOGRAFÍAS DE LOS ROQUEROS ARGENTINOS MAS IMPORTANTES; CONOCIÓ LOS BACKSTAGES DEL ROCK AND ROLL DEL CONO SUR, Y LIBRÓ DEBATES CON MEDIA DOCENA DE INTELECTUALES DE ALTO CALIBRE Y UNA DOCENA DE BURÓCRATAS BIEN ADOCENADOS DENTRO DE LOS ESTABLOS DE LA FARSA DEMOCRÁTICO FASCISTA DE SUR AMÉRICA.
SOBRE LOS 65 ABRILES YA RONDANDO LOS 70 SIGUE EN PIE DE GUERRA.
DE GRIFFOS DE NNEONN PARA EL PIPOL WEBERO UN POT POURRI DE TEXTOS, ENSAYOS Y ARTÍCULOS, ADEMAS DE UNA ENTREVISTA CON EL MÍTICO ANARQUISTA.


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Como siempre, otra vez, la vida me asfixiaba.
Mi gran consuelo era una rusa alucinante que se llamaba Alma. Era la gran pasión de mi vida aunque jamás cogió conmigo. Ella se acostaba con hombres recios golpeadores, pero disfrutaba de mis relatos y teorías. La larga cabellera rojiza de Alma llameaba por la calle corrientes, entrando y saliendo de los lugares top de la década del 60: La Paz, el Bar Colombiano, Politeama y el Bar Cultural. Extremadamente flaca y decididamente atractiva, con un misterioso origen familiar que se ocupaba de ocultar con minuciosa paciencia, estudiante crónica de derecho y filosofía por vocación, Alma respiraba utopías y amaba a los hombres capaces de crearlas. Mi mayor placer consistía en que me cantara canciones rusas al oído hasta hacerme llorar.
(...)

Aquella tarde, con un gesto hipnótico Alma puso un porro en mi boca, y sin que mediara resistencia lo encendió.
(...)

En el instante en que inhalé aquel humo, toda mi vida se esclareció, como si un rayo aterrador iluminase cada instante de mi historia. Por primera vez desde niño, aterricé de ese insensato viaje hacia la adultez. Dejé de escuchar la frecuencia mediocre del guión que se oculta en las conversaciones, y percibí telegramas ocultos entre las oraciones. El insoportable peso que cargaba desde la infancia se esfumó, y entonces pude ver.

Alma me tomó de la mano y salimos del bar. Una bocanada de gritos del aire me traspasó los pulmones. En esos tramos de la caminata vomite la angustia que siempre me había anudado la boca del estomago con la parte baja de los pulmones: me desate de una estructura psíquica conformada por cadenas asociativas, temores, culpas y órdenes mal ensambladas. Me estaba escapando de la trampa.

Guardo un recuerdo doloroso y confuso de aquélla época. Entraba y salía de los bares coqueteando con proyectos que no se concretaban, orgías que no disfrutaba y fiestas en las que siempre quedaba afuera del jolgorio, invisible a la mirada de las mujeres hermosas.
Esa noche, como dos brujos expertos, Alma y yo fuimos esquivando las vidrieras colmadas del bar Politeama. Mientras flotaba por la calle, comencé a sentirme extremadamente torpe ante aquélla sensación de plenitud, y traté de librarme de ella.

Me reía de la confusión radiofónica que se había producido en mi cerebro. Todas las voces hablaban al mismo tiempo. Voces familiares se mezclaban con disputas amorosas, y hasta un locutor que no dejaba de transmitir viejas conversaciones inconclusas conmigo mismo. Los laberintos del cerebro se habían iluminado y cundía el caos. Fue mi primer descubrimiento: yo no pensaba, no era responsable de nada de lo que cruzaba por mi mente; era el espacio exterior de todos los sucesos que antiguamente denominaba “yo”. Alguien o Algo, un proceso infame y siniestro hablaba consigo mismo en mi cerebro, y construía sin cesar las madrigueras donde un gusano lleno de dolor y miedo viajaba hacia la oscuridad. Mi carcajada aterrorizaba al gusano y a las voces. Le dije a Alma:
- Tengo una radio en el cerebro...


En la esquina del Obelisco me ocurrió por primera vez una cosa difícil de explicar, y que posteriormente se convirtió en una cosa bastante habitual (la lectura de William Burroughs me permitió elaborar esa experiencia sin caer en pánico). Digámoslo de un tirón: desaparecí del mundo. Cuando volví, no sabía donde estaba ni quien era; desconocía el sentido de las palabras. Miraba el cartel con el nombre de una calle y veía dibujos en sánscrito. Se produjo un silencio inaudito, la actividad de miles de millones de sinapsis se congeló, y nada ni nadie pudo hacerse cargo de la identidad de las cosas. El sonido de la conversación de las personas que conformaban la multitud era el grito psicótico de un gigantesco sapo rabioso.

Yo era una aparición fulminante estampada como un grabado prehistórico sobre los pliegues de la vida, como si nunca antes hubiera existido. Reaparecí repentinamente dentro de mi cuerpo –que era casi una ropa ajena-, y esa masa desconocida que era yo estaba de pronto vomitando jugos sobre un semáforo.
(...)

Ese retorno al terror infantil me dejó con el culo pelado en plena calle Corrientes. Intenté hablar, pero al parecer solo farfullé ridiculeces sin sentido.
- Sí, nene- me susurro Alma, acariciándome la nuca con su voz orgásmica-. Éste es el baile...

La grotesca comparación de Alma me sustrajo del horror, haciéndome vislumbrar las características del “baile” el que se refería: una danza ejecutada sobre un infinito tonel lleno de melaza negra, un baile de abstracciones dibujadas sobre las tinieblas para no perder pie y caer eternamente contra la nada que articulaba toda la realidad. Miré a la gente en la calle y vi a los transeúntes patinar sobre el miedo, tratando locamente de creer en algo, aferrados a la bestial ignorancia. Indios bailando una danza vudú para sostener la brujería de la vida cotidiana, fantasmas de la luz proyectados desde el fondo del cosmos sobre el escenario grotesco de los días. Amores y trabajos, odios y rechazos, planes y recuerdos, cada detalle y cada argumento no eran sino tretas de la mente para evitar el choque repugnante con el vacío.

En el ascensor de la casa que visitábamos en la calle Tucumán, Alma encendió otro porro y me ordenó fumar. (...)

Y así fue como comenzó mi otra vida.
Cuando se abrió la puerta del departamento, fui Alicia entrando en la cueva del sombrerero loco.
El hombre hermoso sentado en un sillón como un antiguo y sabio rey estaba vestido de manera estrafalaria.
(...)

Reinaba sobre la casa y sobre las presencias casi sin proponérselo. Su figura destilaba luz, aunque él parecía estar hundido es las sombras en las que nadaba a gusto. A todo volumen, el lado dos de Abbey Road era una sustancia lisérgica flotando en el aire. Alrededor de él, y girando en distintas órbitas, estaban los personajes mas alucinantes que había conocido.
(...)

Lo llamaban Mister Fu, y era reconocido allí donde lo nombraras.
El porro fumado en la escalera y la repentina irrupción en aquella casa me deslizaron hacia las profundidades de mi inconsciente. Alma me contó luego que comencé a describir, como un técnico experto, los circuitos del mecanismo que manipulaba mi mente.
Hipnotizado por mis descripciones de ese horroroso paraje mental, Mister fu se arrastro desde el sillón como una serpiente, se puso de espaldas al espectacular paisaje de la ciudad tras la ventana, y con elegante tristeza me dijo:
-Yo nunca vi nada misterioso en este mundo...
Y en ese mismo instante, detrás de él, una estrella verde cayó del cielo y se desintegró.

Acurrucado en un sillón de aquélla casa desconocida, amanezco a la pesadilla de mi guión. Piadosamente alguien me ha cubierto con una manta. La magia se esfumó, dejando un recuerdo desagradable. Otra vez el estómago me ordena sigilosamente convertirme en comadreja.


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Extracto de
“En la cueva del mago” 
perteneciente al capítulo “¿Que hubiera sido de mí sin Alma? »



La marihuana comenzó a plantarse en cualquier sitio y por cualquier idiota estudiante de botánica. En las macetas de un departamento de San Isidro, en un jardincito de La Plata, en los fondos de la casa de la tía Adela. Estas marihuanas, efectivas pero domesticadas, han perdido la furiosa embestida con que las dotaba la tierra primitiva y la mano inequívoca del traficante. Nada que crezca en el jardín de la vida tendrá la efectividad de todo aquello que se desarrolla bárbaro y viril en la salvaje calle. Así será todo: niños y plantas, colores y artistas, peleadores y perros. Todo lo que crece en el jardín desarrolla el tramado de los virus, la vida le ha sido expropiada y reemplazada por un plan, por un Ansia Cobarde. Actualmente el maravilloso escalón que te transportaba inmediatamente hacia plantas más poderosas; se fue transformando a lo largo de los años en el mantel coqueto en el que psicólogos y rastafaris, amas de casa y toda clase de gente adaptada sirve su porción de misterio para luego contar con orgullo: "Nos fumamos un porrito". Por otra parte, la marihuana ha comenzado a tener un notable índice de adicción. Lamentablemente, es una planta que se parece cada vez más a las pildoritas psiquiátricas con las que los médicos y psiquiatrones amansan a la fiera dolida que se despierta en muchos de sus pacientes. El mejor argumento para defenestrarla lo ha aportado la casta médica de cierto estado del gran país del Norte: ¡muchos médicos recomiendan la marihuana como remedio para casi todos los males! Se trata del suicidio de una planta mágica. El té de los chinos es una clara demostración: de aquella poderosa fiera alucinógena ha quedado ese gatito ensobrado que tomamos cuando nos duele la panza."

Pág 47.

"Y cuando leí al Marqués de Sade a los 12 años, siguiendo las enseñanzas de Las 120 jornadas de Sodoma me convertí en el maestro de pajas de todo el vecindario. Hay algo siniestramente naíf en las propuestas del Marqués, que suele encajar con la imaginación perversa de los niños. Él nos recuerda siempre la época legendaria e inexistente en la que fuimos los reyes de nuestra voluntad."

Pág 57.

"Actualmente, no importa de quien se trate, al cabo de diez o quince minutos de una charla banal sé inmediatamente si el tipo es un tonto que cree en lo que dice, o si hay en él ecos misteriosos de otras voces. Por dar un ejemplo, sin ánimo de ofender: Ernesto Sábato, con quien charlé en un par de ocasiones, es un tonto del culo, aburrido y deprimente, y Borges un auténtico guerrero de la palabra. La charla entre ellos es un enfrentamiento entre un mandril y un alienígena."

Pág 109.

Leer El libro de Mut, El loto blanco, El libro de Ptah-nun, El sendero de Kons.

"(...) con el Indio habíamos desarrollado una amistad cocainómana y febril. En su casa sosteníamos agotadoras maratones conversacionales, en las que él era un experto ajedrecista. Yo estaba recién iniciado en las artes del consumo de cocaína, e ignoraba que uno de sus peores efectos consiste en esas conversaciones absorbentes que parecen construir una escalera al cielo y en realidad te hunden en el sótano de tus vilezas y debilidades. Confesás traiciones y engaños, pero para mejorar las estrategias llorás; para blanquearte triturás el tiempo con tus zambullidas afectivas, pero te congelás; lo decís todo para que nada se escuche. "Me cogí a tu hija" tiene el mismo valor que "Hoy te quiero mucho"(...)"

Pág 131.

"Sus miserias personales, su incapacidad de ensuciarse con la roña de la calle, su inesperada traición a los principios de nuestra tarea cuando un muchacho llamado Walter Bulacio fue asesinado por la Policía Federal en uno de sus recitales (convirtiéndose en el primer crimen de la historia del rock argentino, y que el Indio no sólo no denunció sino que tampoco asumió), jamás consiguieron borrar el efecto sedante que me producía su sonrisa irónica, su mirada permanentemente llorosa que transparentaba una desolación tan lacerante como asumida."

Pág 132.

"Walter era un auténtico caballero con las damas, era elegante en su juego erótico y no se las trincaba bestialmente como el Pelado de la Bersuit Vergarabat y sus adláteres que en los camarines de la disco Cemento se han apoderado del culo de pendejas vírgenes como si fueran lechones que carneaban sin esfuerzo antes de salir a tocar."

"Fue protagonista (nota mía: Willy Crook) de peleas memorables defendiendo a Miguel Abuelo, y antes de que lo internaran en el neuropsiquiátrico Borda casi destroza una comisaría."

Pág 173.


En El señor de los venenos de Symns, Enrique,
Editorial el cuenco de plata, 2006.



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ENTREVISTA



LOS REDONDOS, NIETZSCHE, BURROUGHS, COCAINA, POESIA, LUCA, SEXO, ROCK CHABON Y LA INFATIGABLE TEORIA DEL COMPLOT, SON ALGUNOS DE LOS TEMAS QUE ENRIQUE SYMNS DESGRANA A LO LARGO DE ESTA ENTREVISTA. 
UNO DE LOS POCOS PERSONAJES INDOMABLES DE LA CULTURA ARTÍSTICA MARGINAL DE LAS ULTIMAS DOS DECADAS. 
ABRE LA BOCA Y NO QUEDA NADIE EN PIE.


Memorias de un viejo indecente

Enrique Symns no se cansa de decir que ya tiene sesenta años y que quiere vivir en la leyenda. Con su melena de canas largas encarna una especie de profesor Locovich diabólico, que afirma que no se avergüenza de no tener nada: “Esta ropa que tengo puesta no es mía, me la regalaron”, se confiesa mientras se le escapa su rosada panza por entre los huecos de una camisa a la que le faltan algunos botones.

“Y que querés: me quedé pelado, estoy gordo, las chicas no me quieren besar porque se me cayeron los dientes”, se lamenta por celular ante un hipotético Sebastián Ortega en un pasaje de su obra Un guión para Tinelli, que estuvo en cartel en el Café Ghandi hasta comienzos del mes de abril. La pieza, que contó con la presencia del actor Héctor Ledo, fue escrita por Symns en sus días como habitante de el Bolsón –paraíso hippie que lo encontró fugazmente haciendo radio en FM Alas-. “Tres días sin dormir, mucha merca, pum-pum y listo”, cuenta riéndose y acaparando la tensión de todo el bar La Perla, donde estamos realizando la nota.
Aunque lejos del sur, Symns volvió a la radio y hoy se ocupa de conducir La noche del cazador todos los viernes de 22 a 01 por Radio Ciudad, algo que, según él, lo hace “sólo para poder pagar el alquiler en Buenos Aires”.

El héroe del Whisky, como lo llamó alguna vez el Indio Solari, saborea su ginebra de las cinco de la tarde y muestra su libro próximo a salir. De acuerdo a sus palabras, En busca del asesino es un thriller real sobre un crimen en el que él estuvo involucrado. “Es mejor que el otro pero se va a vender menos”, analiza refiriéndose a la publicación El señor de los venenos, que ya va por la tercera edición y en el que cuenta sus aventuras y recuerdos de la época en la que era el monologuista oficial que abría los shows de los Redonditos de Ricota, oficio que se extendió hasta comienzos de los noventa. Época en que flameaba como bandera under su revista Cerdos y Peces. En ésta, además de notas a las nuevas figuras de rock (el Indio llegó a publicar poesía y dibujos bajo un pseudónimo) o del teatro independiente, Symns inventaba fabulosas entrevistas a Micky Rourke o firmaba notas simulando ser el escritor William Burroughs.

De allí surgió su Teoría del Complot, por la cual afirma: “todavía hoy, que la humanidad está controlada por leyes absurdas, considerando la familia y el hogar como uno de los instrumentos de dominación que posee el sistema”. En este contexto, aparece el espacio de lo salvaje del bar como lo opuesto a la domesticación familiar.
¿Qué te sugiere que en Castelar haya un bar que se llame Tarzán?

Y mirá, dentro de lo que es la construcción tremenda que esa la ciudad, que consiste en la eliminación de toda trasgresión con lo regular de sus calles y sus veredas, es la encarnación del capitalismo. Te educan desde niño para tres cosas: estudiar, trabajar y casarte. Eso es el proyecto de la ciudad. Y ahí se terminó la aventura. Dejás de ser un niño y te convertís en uno de esos bastardos que andan por acá. El bar, ante esto, es el último lugar en donde todavía existe la aventura posible de que te pase algo distinto. En los otros lugares nunca te va a pasar más nada, ¡y menos en el hogar! En el bar entonces están las conversaciones transgresoras, están los amigos marginales, los intelectuales, las putas. Hasta los posibles romances. Por lo tanto lo llamo la selva. De ahí puede estar la posibilidad de ser un Tarzán, aunque sea por un rato. Porque el bar, si bien es el último reducto, la última porción de selva que le queda a la ciudad, es muy pequeño.

El repaso por el oeste nos lleva a los vagos recuerdos de Enrique por esta zona y sus visitas al Indio Solari cuando residía en Ramos Mejía. Pero como en esta vasta porción de tierra todo está conectado, de allí nos vamos a Hurlingham y su música.


¿Cuánto creés que hay de Sumo en Divididos y Las Pelotas?

Son los hermanitos menores de Luca... muy menores. Divididos no me gusta. Las Pelotas un poco más, por su experimentación, pero no es lo mismo, yo lo extraño a Luca. Era un gran creador, el mejor de todos. Un tipo de una enorme cultura. Él se hacía el bruto pero no lo era. La última vez que lo encontré estaba haciendo algo distinto en el Parakultural y ya estaba podrido de Sumo, del éxito. Porque él vino y trajo una música alucinante, pero era todo lo que ya sabía, por eso creo que de lo que estaba podrido era de él. Además no tenía competencia porque los Redondos no existían comparados con él. Ellos nunca podrían haber llegado a tanto si Luca no se moría. No porque no tenga talento el Indio, sino porque Luca era lo máximo. Tenía algo que ellos no tenían, era un Jim Morrison. Yo siempre lo digo: vos veías caminar a Luca por la calle Corrientes y la calle se movía. Un loco, un demente... Y no hay más de esa especie.



Lo último que había escuchado de vos antes de los libros fue el tema “Soy un virus”, que grabaste con los uruguayos de La Tabaré. ¿Con esto te referís al viejo complot?

Sí, pero es algo serio. Lo he hablado con virólogos. La palabra es un virus traído por extraterrestres para dominarnos. Ellos se alojaron en el cerebro de los monos hace millones de años y les enseñaron a hablar para poder sobrevivir. Cuando los monos hablaban ellos respiraban. Pero es una teoría que no es mía. Lo podés rastrear en Tótem y tabú de Freud o en El trabajo de Burroughs. Porque el origen de la palabra es un misterio, pero lo han logrado junto con otras invenciones: palabras, letras, el dinero, el trabajo, Dios. Imaginate, ¡la nada!



¿Y la noción del tiempo cómo juega?

Otra invención. Porque los científicos se olvidan de que el tiempo y el espacio no existen, son leyes creadas por la mente. ¿Qué es lo que nos transforma en esta especie de monos especiales? La invención del calendario. Porque, como diría Artaud, cuando crearon el reloj “nos hicieron esclavos de nuevo”. Nos sacaron el grillete de los tobillos y lo pusieron en la pulsera. El reloj te mata, te va envejeciendo, te va destruyendo la vida. Por eso es hermoso ver a un hombre con el ojo de un tigre acechando al tiempo para matarlo.



¿La educación es parte del complot?

Al final tenés que estudiar porque tenés que aprender a utilizar el lenguaje. Yo veo a los niños chiquitos y es maravilloso. Un niño hasta los tres años vive 7 mil años, porque no existe el tiempo. Luego, con el lenguaje, se le empiezan a transmitir conocimientos, como el tiempo. Lo agarra una maestra y lo convierte en un panadero, en un estudiante de sociología, ¡en una mierda! Sin sueños, sin poesía. ¿Cuántos quedan que sobreviven a ese matadero de almas en que consiste la educación? Porque un ser humano lo que tiene que hacer es nunca dejar de ser niño. O sea, ser un duende. Porque un duende es eso: un ser escondido en el rostro de un viejo.



¿Y ser un duende qué implica?

Nunca rendirse. No saber nada. Es como si vos fueras el extraterrestre que mira a los mandriles vivir... y encima una vida impiadosa, desagradable. ¡Viven en parejas! No conozco una sola pareja que sea feliz. Se casan y dejan de flotar. Empiezan a preocuparse, dejan de coger, de besarse la concha. Se convierten en cajas de seguridad, cuidan la economía. Porque la base del capitalismo no es la familia, es la pareja. La base de la maldición del mundo es que un hombre y una mujer se enamoren. El amor es una psicosis colectiva. Cuando el hombre se enamora se convierte en un imbécil, en un degenerado. Lo dijo Freud: “el encuentro entre el hombre y la mujer es imposible porque cuando el hombre se enamora busca a su madre”. Y la mujer busca en el hombre a Dios, busca algo más misterioso, pero no lo encuentra. Ninguno encuentra al otro. Entonces se forma ese nido de frustraciones donde comen, duermen, cagan, tienen hijos y reproducen la maldición.


Vos siempre dijiste que la única manera de escapar al Complot era a través de la locura. Hoy en tu obra Un guión... el discurso que primero es políticamente correcto cambia cuando las drogas hacen efecto. ¿El punto de contacto es que el gobierno del inconsciente es lo que permite sustraerse, aunque sea por un momento, del Complot?

Puede ser. Yo, por ejemplo, a la locura la pude experimentar a través de las drogas. La que más me llevó adentro fue la cocaína. No el ácido lisérgico o la mezcalina que me metieron en experiencias excepcionales o que me asustaron. La cocaína es la que me introdujo en el manicomio de mi cerebro, que es como una radio en la que hablan los demás. Porque yo soy un sujeto hablado, en el que hablan mis padres, mis abuelos, no yo. Entonces cuando vos tomás cocaína y te pasás días sin comer y sin dormir, llegás a lugares del cerebro impensados. Nietzsche lo decía así: “cuando vos mirás e abismo, el abismo te mira. Y le gustás”. El inconsciente quiere que vos hagas eso, que sufras para que él goce.



En tus notas y libros es constante la mentira, como citar autores o firmar con nombres falsos. ¿La mentira es un recurso para salir del Complot?

Pero esas no son mentiras, son trucos lingüísticos. Por ejemplo: si yo tengo algo importante para decir se lo adjudico a otro, porque si lo digo yo nadie me da bola. Pero la mentira es otra cosa. Por ejemplo, vos estás casado. Conocés a una chica, te la cogés. Vas a tu casa y no tenés por qué contarlo. ¿Por qué vas a hacer daño? Eso es una mentira. Hay derecho a tener secretos. Pero te dio el teléfono. La llamás y le decís a tu mujer que vas a trabajar. Dos mentiras dan un engaño. Y después con el tiempo se hace tu amante. Muchos engaños dan traición. Entonces la gente está acostumbrada a traicionar. Todos viven traicionando.

¿Vos por qué creés que los rockeros no me dan bola? Tipos que son ricos, que hasta hace poco tiempo veía. Porque yo soy testigo de esa traición que hicieron. Porque siempre quisieron eso: tener una pileta llena de conchas, con cámaras de video, sanguches de solomillo de no sé donde y viajar en un avión con el jet-set.


Después de aquella discusión sobre el caso Bulacio, donde les reprochaste el no haberse puesto al frente de los reclamos. ¿Volviste a tener contacto con alguno de Los Redondos?

Al Indio nunca más lo vi desde aquello, pero me gustaría. Cuando llegué a Buenos Aires los vi a Skay y a Poli. Están hechos dos gorditos, dos pelotudos. En cambio el Indio sigue siendo el mismo tipo sufrido. Millonario, pero malo. Siempre le molestó la gente, nunca podría haber estado como nosotros en este bar. Por eso me gusta, porque es un jodido.



A pesar de la pelea siempre noto en vos un tono de cariño para con él, por más que lo critiques.

Sí, porque yo lo amo. A él y al Semilla (Bucciarelli). Por ejemplo, las canciones que me dedicó son geniales. En “El héroe del Whisky” él me trata de frívolo y tenía razón. Yo cogía todo el tiempo y me encantaba. Y en el otro (“El blues de la artillería) también todo es cierto. Que “cabe todo lo mío en una maldita valija”. Estoy orgulloso de eso, de no tener nada. Ese tema es todo un halago. Pero después se metió con que yo vendía merca (“líder dealer sin freno...”) y era cierto también. Pero, como dije en ese momento, yo vendía cocaína porque era un tipo honesto. No andaba inventando canciones sobre que “viajo en trenes” y resulta que después me compro mansiones de lujo. Pero bueno, fue una pelea muy dura, muy desgarrante. Pero yo los amo. Es más, el disco que más me gusta es justamente La mosca y la sopa. Después de eso no hicieron nada más bueno.



¿Qué te parece lo que están haciendo hoy?

Bueno, el Indio todavía tiene algo. Su disco tiene un tema muy bueno. Lo de Skay no me gusta. Del resto del rock de acá casi no conozco. El ‘rock chabón’ me parece patético, sin poesía, sin música. Pero además me parece asqueroso que el rock se haya puesto de moda y se codee con el jet-set. Porque lo peor que le pasó a la música es Santaolalla. Es un vendedor de almas, un Tinelli. Por eso ganó ese premio de mierda. Yo me acuerdo que los Bersuit eran buenísimos. Me encantaba el peor disco que hicieron, Don Leopardo. Era el mejor. Hasta que después los agarró este tipo y empezaron a hacer discos de mierda y a decirle cosas emocionantes y cálidas a la gente porque son un clan. A todo el arte le está pasando algo siniestro: la pintura tiene el curador. El productor es más importante que el músico. ¿Cómo es esa mierda? O sea que Van Gogh no hubiera existido, Beethoven tampoco si no fuera por el intermediario. Yo fui a presentar mi libro y cuando un editor me quiso venir a decir cómo tenía qué escribir lo mandé a la mierda.



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ALGUNOS TEXTOS
DE Enrique Slims




El arte alguna vez fue lo que hizo a las mujeres levantarse de sus asientos y bailar desnudas como dislocadas hasta al amanecer griego, mientras los hombres comían como animales y un poeta cantaba cosas que decía que veía. Ese juglar era un artista. Cantaba las bellezas exuberantes de los dioses nefastos que arremetían contra los hombres, porque así simplemente sentía al mundo más grande que él.
Hoy los artistas no son otra cosa que cadáveres expuestos en vitrinas al igual que sus obras, tan muertas como ellos. No hay diferencia, todo es igual disfrazado de lo mismo; vestida de incertidumbres una obra vaga de salón en salón, de museo en museo, y es celebrada y premiada por muchos, y todo eso no sirve más que para alimentar a la codicia del artista."

"El futuro es algo que también fue inventado, y como todo tiene que acabar. El futuro hace siglos es el pasado. El hombre citadino, -hoy ya casi no hay rastros de otro hombre-, sabe su futuro a cinco o diez años. Lo planifica, lo cuenta, la maquiniza. Compra automóviles o casas quintas o un convoy de tasas chinas en cuotas, porque sabe que estará allí una década después para seguir pagando. Cuando firma un pagaré ese hombre firma su esclavitud, o peor aún, su muerte, o su futuro, que hoy por hoy es casi lo mismo."

"Conozco el dolor desde niño, cuando bajaba corriendo afiebrado hacia la costa de las aventuras y me encontraba siempre con esa cárcel de rutinas en que consiste la vida. Porque estamos aquí, en donde todo es dolor y todo resulta gratis, porque el sol se quema todos los días como un bonzo que se suicida por tristeza, en donde las sonrisas terminan siempre en puñaladas, y en donde el primer pez cuando tuvo hambre se convirtió en asesino.
El dolor de estar aquí, en donde los pajaros aprenden a leer y escribir las leyes que prohiben volar".

"Esos viejos flacos y orgullosos en el supermercado, arrastrando el carrito vacio con los ojos bajos y en silencio. Porque ellos creen que el silencio es de bravos.
Esos viejos muertos de hambre que trabajaron toda una vida y no se roban ni una uva.
Esos viejos que se cruzan con un muchacho rubio de pelo largo que no los ve porque va pensando en el futuro, porque este es un mundo de jovenes que olvidan su origen y de viejos que no recuerdan el destino, pero si las moscas usaron corbata, si las balas cantaran blues, si el cielo sacudiera su viejo culo azul y las ventanas catodicas de los edificios explotaran, igual, igual habria un anciano babeando fantasias sobre las piernas
de una muchacha e igual habria todos esos tipos con cara de clavo sonriendo por las calles del mundo".

"Un hombre solo en un cuarto regando una planta, sufriendo porque nadie le habla o nadie lo toca y solo le cabe recordar. O las camareras de los bares nocturnos de polleras cortas que van naufragando entre las brumas del deseo o las conversaciones de mis amigos que antes soñaban ser héroes y ahora cobran un sueldo.
Estan inyectando la jeringa del miedo en las venas del mundo".

"Yo tenia 20 años y siempre estaba borracho en una pieza mugrienta viendo reflejar mi rostro sobre las frias paredes del mundo. Ahora tengo casi 60, y nunca lo ví.
Nunca vi a un hombre encendido y llameante, un hombre que cuando levantara la mano para encender un cigarrillo yo viera en sus ojos los ojos de un tigre acechando en el viento el paso del tiempo para matarlo. Siempre vi los ojos del miedo. Siempre vi los ojos tristes de la nostalgia".


EL FANTASMA DEL VIOLADOR Por Enrique Symns

Diario Crítica 29.10.08

Resulta por lo menos sospechoso que una tragedia tan frecuente y traumática como es la violación (cada 60 segundos es atacada una mujer en el mundo) carezca de narrativa. Que yo sepa, no existe en Latinoamérica ningún ensayo que cuente las vicisitudes de las víctimas, el proceder del depredador y las consecuencias existenciales posteriores tanto para la víctima como para el victimario. Con respecto a los Estados Unidos y el resto de los países integrantes del Primer Mundo, encontré un libro titulado Estudio sobre 200 casos de violación en Filadelfia. Los ataques sexuales a niños en Bélgica, del Dr. Besancon, y una variada gama de estudios psicológicos plagados de abstracciones, muy aburridos y carentes de toda utilidad. En varias oportunidades presenté proyectos sobre el tema a importantes editoriales de Chile y la Argentina sin conseguir despertar su interés.

Estoy tentado de afirmar que ese silencio narrativo está sustentado y vigilado por una oscura voluntad abismal de los poderes con la finalidad de mantener cierto statu quo en el discurso público sobre “la normalidad del deseo”. Si hay algo que no tiene nada que ver con la normalidad, es la sexualidad humana y basta echarle una ojeada al Diccionario de la parafilia, del Dr. Yhon Money, para comprender que el culto al coito vaginal es solamente una publicidad anticuada del matrimonio heterosexual. El cantante canadiense Leonard Cohen lo expresa mejor “El hombre y la mujer, juntos, son un artefacto demasiado anticuado”.

El mayor fraude epistemológico consistió en acreditarle al violador cierta patología, ciertos rasgos caracteropáticos. En todas las guerras de todas las latitudes, las mujeres son violadas salvajemente por soldados que son padres de familia o jóvenes universitarios. En los apagones masivos de energía eléctrica que suelen acaecer en grandes ciudades como Nueva York o San Pablo, docenas de transeúntes femeninas son manoseadas, abusadas y hasta violadas por empleados públicos, obreros y estudiantes. No hay un identikit del depredador ocasional. Los sistemas utilizados por los abusadores son múltiples. Las noticias sólo dan testimonio de los ataques concretados bajo la amenaza de un arma o la violencia física. Pero hay violadores que utilizan la seducción para atraer a sus víctimas hacia el sitio donde serán sometidas. Las formas de amedrentamiento son variadas, se utiliza la extorsión y el chantaje, el uso de drogas y hasta el casamiento. No es cierto que la mayoría de los violadores hayan sido abusados de niños, los hay también que tuvieron una infancia aparentemente normal. Los hay seriales y ocasionales, oportunistas y sistematizadores, hay quienes incluso no son conscientes de haber cometido una violación y hasta acusan a sus víctimas de haberlos provocado.

Más allá de las disposiciones legales o los discursos médicos, una amplia mayoría de adultos varones no suele considerar como abuso el contacto sexual con las niñas de entre 12 y 15 años que han desarrollado un cuerpo turgente o atractivo. “Lolita”, ese diseño “Nabokov”, habita en las fantasías masturbatorias de millones de adultos en todo el mundo. La “colegiala” es un estereotipo de ese deseo. Henry Miller en Pesadilla de aire acondicionado lo describe así: “El uniforme diseñado para las colegialas es una publicidad descarada del cuerpo de las adolescentes y púberes vírgenes ofrecidas bajo ese disfraz como viejas putas calientes”.

Muchas de mis amigas y novias, en alguna oportunidad, me han contado de violaciones sufridas en la niñez o adolescencia. Puedo dar testimonio del dolor que esos relatos producen en quien los escucha. En una zona penumbral y siniestra de mi conciencia la figura anónima del violador me ha sido transferida. Ese fantasma que habita en los recuerdos de la mujer atacada se introduce en la memoria de quien escuche con atención. El fantasma del violador se mantiene vivo para siempre como si su presencia hubiese sido grabada a fuego en la carne de la víctima. Los testimonios de muchas prostitutas o simples amas de casa violadas en la niñez indican que el trauma y la lesión mental es menos intensa y deformante de la conducta si fueron atacadas por un desconocido en lugar de una persona cercana. La mayor cantidad de abusos sexuales a niños se produce en el propio hogar. En el barrio son acosados por los vecinos o los padres, abuelas y hermanos de alguna amiguita. En el colegio son corrompidos y abusados por maestros, curas y hasta psicólogos.

Hay dos hechos que se ponen en evidencia en el deseo pedófilo y que la sociedad se niega a aceptar: los niños son eróticamente atractivos y en algunos casos seductores. Quien los somete se aprovecha habitualmente del tabú que trata de protegerlos enmascarando su sexualidad. La otra evidencia es más compleja y siniestra: la fantasía de la violación sexual habita en casi todas las mentes masculinas. Ese deseo en ocasiones duerme domesticado e inofensivo hasta que algún suceso fortuito, alguna jubilación imprevista de la ética o el reconocimiento repentino de una vida sexual insatisfecha detonan el despertar de la pulsión y un nuevo monstruo se sube al escenario de la violencia.

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EL INICIO.

"Mi nueva experiencia estaba por comenzar cuando me metí en el pequeño camarín de la redacción, con la idea de salir a hacer un monólogo. Govida entró como una ráfaga y me introdujo una sustancia en la nariz. Quedé boqueando, y sali a hacer una de la peores actuaciones de mi vida. Me sentía sepultado adentro de esa masa de gestos y palabras que hacía y decía el fantoche que actuaba y proclamaba ser yo. Y cuando volví al camarín maldije la cocaína.
Dos años después era un cliente habitual de los baños de las casas de mis amigos y de todos los bares de la calle Corrientes, San Telmo y Once. Eran los viajes que Javier Lebonas denominaba << ir a buscar inteligencia al baño>> (...) cada visita al baño era una inmersión en las montañas de hielo del bajo fondo de la conciencia."

(El señor de los Venenos)

Aqui les dejo uno de los capitulos de la autobiografia de Enrique Symns,un personaje bastante conocido del under argentino y ex monologuista de los redondos!espero q les guste...


Siempre hay que volver

El primer bar que conocí en mi vida estaba frente a la estación de trenes de Monte Grande, mi pueblo natal.
Tenía 12 años y con mi amigo José, que todavía era más chico que yo, nos escapábamos por las noches. Cuando mi tía Angélica se quedaba dormida, yo salía por la ventana, caminaba por los techos y me encontraba con José en la escalera del edificio de la panadería donde el vivía con su familia. Habitualmente nos conseguíamos un trago que robábamos de la alacena de nuestras casas. Quizás empezábamos con oporto, vino moscazo o vermouth Cinzano, las bebidas que se consumían en nuestros hogares. Tomábamos aquellas dosis y nos cagabamos de risa. En reír y tratar de contener sin conseguirlo aquellas carcajadas consistía nuestra embriaguez. Fue la primera droga que me ayudo a salir a explorar el mundo. Para eso están las drogas, para ayudarnos a dejar de ver esa obstinada tranquera que nos impide ingresar en lo desconocido, para obligarnos a ser nosotros mismos.
Pero José economizaba el tiempo de sus excursiones nocturnas; no solo era mas chico sino que también tenia una familia que lo controlaba mas. Así que yo comencé a extender el territorio de mis excursiones hasta alcanzar la estación de trenes y de ese bar en donde inexplicablemente me dejaban entrar por las noches mientras los clientes asiduos juegan a las cartas o al dominó. Desde las ventanas miraba el ir y venir de los trenes y me imaginaba lo que pocos meses después hice: subirme a uno de ellos y zambullirme en esa fantasía inaudita que era Buenos Aires.
Recuero con nitidez palpitante todos los miedos que me habitaban. No eran tan intensos los que tenia que ver con el peligro físico, el castigo familiar o policial, como el miedo a decepcionarme con el mundo. ¿Y si no hubiera otra cosa más allá del horizonte de mi vida cotidiana?
A medida que mi conducta se fue haciendo caótica. Me importo cada vez menos que descubrieran mis ausencias y aun que mi tía me encontrara alcoholizado en mi cama todas las mañanas.
En el bar había un personaje que admiraba. Era un petiso malandra y peleador, un autentico choro experto en todos los trucos de la pelea callejera, un matón, pero chistoso y hasta cariñoso conmigo. El petiso se había encariñado conmigo. Yo era un niño muy flaco y esmirriado y en ese lugar eran pocos los que me prestaban atención. Sin embargo, el petiso siempre me convidaba.
-¿querés tomar un café con leche? –me preguntaban cada noche con expresión picara y codeando a sus acompañantes como si estuviera a punto de mostrarles una gracia.
-No… prefiero una ginebrita…
Todos se reían y bromeaban con mi exigencia pero, finalmente, con esa estupenda inmoralidad de los hombres de la noche, la ginebrita llegaba a mis manos. Yo me la tomaba casi por asalto y rápidamente quedaba en un estado de éxtasis frente a las maniobras de la vida adulta: las bromas, los empujones, el lenguaje sexual violento y grosero y a veces también las peleas.
La fama de peleador del petiso era muy grande; sin embargo, yo nunca había tenido la oportunidad de comprobarlo. Hasta que una noche, muy tarde, cuando ya había decidido continuar estirando mis horarios de permanencia en el bar, entro un grandote, un hombre verdaderamente grande, con aspecto de obrero de la construcción o ferroviario, de andar fiero y mirada esquiva, que pidió un café.
Enseguida el petiso se “enamoro” del grandote. Era la palabra que usaban los peleadores para señalar el momento en que un peleador decide, sin motivo alguno, buscar pelea con un desconocido. Era el tiempo del famoso “¿Qué me miras?”.
Yo estaba distraído esa noche porque había conseguido sentarme en la mesa de la ventana, con mi ginebrita, para mirar el mejor paisaje del universo: la llegada y partida de los trenes. Así que no fui testigo de los primeros escarceos. De inmediato el grandote acepto el reto y salio. Por la ventana, durante casi un minuto, quizá menos, tuve la oportunidad de ver la destreza increíble del petiso para enfrentar al grandote. Este no tuvo la menor oportunidad de acertarle una piña que seguramente hubiera noqueado al hombre de menor envergadura. Una serie de patadas y trompadas asestadas desmañadamente pero a gran velocidad por el petiso, que se agarraba al farol de la luz y lo usaba como punto de apoyo para lanzar sus mandobles y patadas, dieron por tierra con el rival. El grandote cayó al medio de la calle y allí quedo repantigado. El petiso no siguió pegándole; rodeado por sus amigos, volvió al bar.
El desarrollo de la pelea me había dejado completamente hipnotizado, pero lo que sucedió a continuación fue asombroso. Vi por la ventana como el grandote se ponía de pie, se sacudía las ropas y, con el rostro ensangrentado, volvía a la puerta del bar e invitaba a su rival a seguir peleando. Afuera se había formado un pequeño tumulto de hecho yo era el único que permanecía en el bar ya que el cajero y el mozo también habían salido a observar la pelea. El grandote volvió a recibir una terrible paliza y nuevamente regreso por más. No recuero exactamente si fueron tres o cuatro rounds lo de aquella despareja pelea, pero si la expresión preocupada, casi con un poco de miedo del petiso cuando vio regresa al grandote una vez mas. Confuso, se dejo rodear por sus amigos, que hablaban de la policía y de lo peligroso que significaba seguir con aquella riña. Finalmente el petiso se fue del bar. El grandote, medio destrozado, se sento en la misma mesa en donde estaba su café ya frío y, mientras se limpiaba la sangre con la camisa, exigió que le sirvieran otra taza.
Me quede mirándolo largamente y, cuando le trajeron el nuevo café, se dirigio al mozo, aunque yo siempre creí que hablaba conmigo, porque me miraba a los ojos con una expresión risueña, casi de alegría:
-Hay que volver –murmuro-, siempre hay que volver.
Aun hoy escucho a veces esa voz sin terminar de comprender que es lo que quiso decir.
Pero se que esa frase seguirá resonando siempre, como un himno guerrero en mi memoria


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EL RESULTADO ES IMPREVISIBLE
Por Enrique Symns
Diario Crítica 19.08.08

Hoy se inicia el juicio público en el que se han de juzgar a los múltiples responsables de la muerte de 194 jóvenes, suceso acaecido en la aterradora noche del 30 de diciembre del año 2004.
El que fue hasta hoy el principal acusado, Omar Chabán, es uno de los más importantes referentes de la historia del rock argentino. Hasta la década del 80, Daniel Grinbank monopolizaba el poder de la movida y seleccionaba con arbitrariedad las bandas que podían llegar a Obras.
En el enorme galpón donde Omar instaló Cemento, todas las bandas que en la actualidad son masivas y de público reconocimiento (Los Redondos de Ricota, Bersuit, Los Piojos, Memphis, La Mississipi entre otras) tuvieron acesso a la popularidad. En Cemento nació la nueva generación del rock que sucedió a los dinosaurios como Charly García, Spinetta o Fito Páez.
Por otra parte, no fallecimos en Cemento porque estaba construido justamente con ese material ya que siempre el boliche estuvo desbordado y al borde del caos.
Curiosamente, Omar, que detestaba el rock, se convirtió en el líder de la movida. Recuerdo con mucho cariño su gestión en aquellos años. Fue siempre un hombre noble en su trato aunque miserable con el dinero. Su ambición sin límites lo condujo como un guía del destino hacia su derrumbe existencial en la noche fatal de Cromañón. Sea cual sea el resultado del juicio, jamás podrá recuperar su oficio y difícilmente consiga hacer desaparecer el estigma social que lo condena.
Todas esas bandas y también quien esto escribe (que organizó recitales allí) deben reconocer que siempre se le pagó a la policía y a la municipalidad para que esos eventos pudieran realizarse. Sin esa corrupción hubiera resultado imposible organizar recitales y todos fuimos cómplices de esos arreglos fraudulentos.
En la actualidad, el control que se realiza sobre los lugares públicos ha conseguido reinstalar un sistema monopólico donde resulta casi imposible encontrar sitios en los que organizar recitales. Quizá, este oscurantismo burocrático instalado por la muncipalidad restaure las dañadas cepas de la música nacional, hoy víctima de la más deplorable de las sequías creativas de las últimas décadas. Como dijo alguna vez Pettinato: “Los rockers, instalados en sus mundos VIP, parece que compusieran leyendo el diario.”
El resultado de este juicio es imprevisible. La mayoría de los sobrevivientes se niega a recordar los episodios de aquella noche. Con una implacable tosudez, los músicos de Callejeros se niegan a disolverse y pretenden aun conseguir las prebendas de ese tsunami. No es necesario insistir en el hecho de que la banda siempre propició el disparo de bengalas. Ni siquiera esa noche intentaron contener a los transgresores. Recuerdo que en cierta ocasión el Indio Solari interrumpió un recital y amenazó a la concurrencia: “Una sola bengala y se terminó el recital”.
Las calles de Once involucradas en la catástrofe permanecen hasta hoy sumidas en el horror del pasado y algunos vehementes familiares insisten en la idea de cambiar el nombre de la calle Bartolomé Mitre por el de Víctimas de Cromañon. La nuestra es una sociedad colapsada por la injusticia y atada a un pasado necrófilo. Todavía no hemos terminado de juzgar los crímenes cometidos por la dictadura militar. Los atentados contra la embajada de ISrael y la Amia no han sido esclarecidos. Los secuestros, las violaciones, la nueva criminalidad casi terrorista que mata a sus víctimas ante la menor reacción convoca a los ciudadanos a movilizarse y reclamar justicia en forma de marchas, cacerolazos y hasta ataques a las comisarías.
Todos aquellos que aún frecuentamos la noche por sus paisajes menos turísticos y brillantes somos testigos del peligroso acechar de nuevas castas depredadoras, surgidas en la miseria de los últimos años. La noche de los encuentros creativos y frívolos quedó extraviada quizá para siempre en la noche del 30 de diciembre de 2004




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LA MAGIA DE LOS LIBROS
Por Enrique Symns
Diario Crítica 23.12.08

Las drogas más poderosas que he consumido en mi vida, las sustancias psicodélicas más transformadoras, fueron ciertamente algunos libros que he leído.

Cuando tenía 16 años, por ejemplo, las novelas de Leopoldo Marechal (Adán Buenosayres, Megafón o la guerra y El banquete de Severo Arcángelo) se transformaron en faros cuya luz atravesaban las penumbras de la miserable vida cotidiana, las rutinas embrutecedoras que agobiaban mi existencia, para iluminar la vida legendaria que desde niño había añorado como si ya la hubiera experimentado.

Tal fue mi pasión por Marechal que, con la excusa de un falso reportaje para una revista colegial, fui a tocarle el timbre. Leopoldo fue un anfitrión encantador y paciente que nunca expresó el aburrimiento que le produjo mi acechanza. En aquellos años, tanto su escritura como la de Roberto Arlt me transportaban a un territorio legendario, una región imaginaria que desbarataba los límites convencionales de la argentinidad. Ellos recorrían en sus narraciones los senderos laberínticos de una promesa existencial que yo también me había hecho.

En mi juventud fui un lector adicto y obsesivo. Leía todo aquello que estaba señalado en el mapa de las lecturas que habían diseñado los expertos. Descubrí tarde que así como el mapa no es el territorio, ni el menú es la comida, la literatura no son los libros. La auténtica droga, la magia transformadora, estaba oculta en la sustancia de algunos libros extraordinarios que se disfrazaban de libros. Crimen y castigo no era una novela que sucedía en Rusia y las vicisitudes de aquel asesinato nos identificaban con el homicida. Raskolnikov era un tipo como nosotros y su crimen era una invitación desesperada a comprender que la ley no existía, que todo estaba permitido, que vivíamos en un mundo salvaje y despiadado donde el primer pez que tuvo hambre se convirtió en asesino.

Los poetas malditos (Baudelaire, Rimbaud, Lautréamont, Artaud) azuzaban el fuego que ya quemaba tu alma. Ellos eran una patada en el culo a todas las promesas de la vida normal, a la dicha del amor y a las normas de la decencia.

William Burroughs, quien durante muchos años se resistió a convertirse en escritor, asegura que fue la magia de Hemingway la que lo empujó a la escritura. “No sé si su relato París era una fiesta estaba siquiera bien escrito, lo importante es que la gente comenzó a comportarse como sus personajes, a vestirse como ellos. Eso no es literatura, eso es magia y es lo mío, me dije.”

A principios de la década del 70 llegó a mis manos uno de esos libros inolvidables que afectaron mi rumbo existencial tanto o más que cualquiera de los estímulos e influencias reales que me rodeaban. Fue Primavera negra, de Henry Miller. Ese libro me ayudó a comprender que eran inútiles los esfuerzos que yo estaba haciendo por convertirme en el idiota que los seres queridos me insistían que fuera. Fue como sacarme un traje gris y pesado que era yo mismo. Henry Miller me hizo dar cuenta de que yo era lo que no sabía que podía ser.

El poeta Néstor Perlongher, en la década del 80, dijo en una entrevista: “Piensan los alemanes, hacen rock los ingleses y narran los yanquis”. No se equivocaba: toda la narrativa del siglo pasado estuvo atravesada por los escritores sajones. Truman Capote y Norman Mailer dieron nacimiento a la narrativa periodística o documental aunque desde mi punto de vista la figura más influyente de ese género fue Ernest Hemingway, un escritor que dejó estampado un sello de heroicidad y bravura alrededor de su figura.

En el camino, de Jack Kerouac, fue un manual de instrucciones de cómo escaparse de la vida ordinaria y su lectura arrastró a una gran cantidad de miembros de mi generación a sacarse la corbata de estudiante universitario para salir a vagabundear como linyeras por las calles del mundo.

La melancolía etílica de Malcolm Lowry, la mirada vulgar y certera de Bukowski sobre los pequeños y miserables actos en que consisten las vidas, las demoledoras visiones casi cinematográficas de Raymond Carver sobre la sordidez que se esconde tras los modales de la convivencia, la mágica inventiva que surge en El palacio de la luna, de Paul Auster, o en Rock Springs, de Richard Ford. Esos escritores eran amigos invisibles y distantes que yo amaba como si los conociera.

En Latinoamérica, bajo la publicitada etiqueta del realismo mágico, la literatura se sumergió en el buceo obsesivo de un pasado mítico, en una reivindicación ideológica de los fantasmas de lo extinto. En nuestro país todos los relatos de las últimas dos décadas estuvieron signados por la presencia más o menos visible de las dictaduras militares, de la tragedia de los desaparecidos y de las distintas vicisitudes de la epopeya del peronismo. Esa narrativa nos propuso la asunción de una culpa, la conciencia de un fracaso, convirtiéndonos en prisioneros de la historia. Yo creo que el artista debe oponerse a la legitimidad de la historia. Mientras que las verdades que surgen del pasado nos sujetan y determinan, las que vienen del futuro nos liberan y nos exponen a las tormentas del extravío.



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EL SILENCIO DE LOS CORDEROS.
Por Enrique Symns.
Diario Crítica 17.09.08

Schopenhauer fue quien planteó con más firmeza la pregunta sobre el significado de “la multitud” y lo multitudinario. La multitud no es nadie. En la multitud no hay nadie. La multitud ni siquiera habla, es hablada. Y por tanto lo que hay dentro de ella es una nada ruidosa.
Estoy convencido de que los hombres no somos semejantes. Somos tan diferentes como lo son nuestras huellas digitales o nuestro ADN. Cualquiera de los discursos sociales que nos convoque a la semejanza será sospechosamente manipulador y en algunos casos, fascista.
Lo que resulta evidente es que en los oscuros tiempos en los que prevalece lo multitudinario, la individualidad se extingue y las voces del misterio se ocultan en la oscuridad que generan las creencias masivas. Hace unos años lo anunció el filósofo Theodorov: “Nunca como hoy la palabra estuvo tan prohibida”·
En el transcurso de esta década, escuché en todas las conversaciones que me merodeaban un signo desesperante: todo lo que se hablaba era una descarada publicidad del silencio. Hablar es empezar de nuevo, es subvertir lo que dijimos ayer. Lo que escuché, en cambio, era un silencio aterrador, cómplice de un complot globalizador.
En el presente, casi todas las conversaciones que escucho sólo denuncian su miedo a hablar. Nadie dice nada. O todos se apuran para manifestarse arrepentidos. Es la más compleja conjura de los necios que puede describirse. Los argentinos nos hemos convertido en diseños ejemplares del hombre “sujetado” que describió Hobbes. Pensar se parece más a saber preguntar que a responder memoriosamente lo que ya sabes. Si tienes tu respuesta, entonces no estás pensando.
Michel Houellebeck coloca una frase asombrosa en el comienzo de uno de sus libros, una frase que ilumina el abismo de la ignorancia que nos aprisiona. Dice: “¿Qué es lo primero que hace una rata inteligente cuando se despierta?… Husmea”. Cuando dejas de husmear, te transformas en un militante de tus creencias.
Estoy convencido de que fuera de Engels y de Trotsky, la izquierda jamás pensó. El pensador no busca soluciones. Sabe que no las hay. El marxismo y, sobre todo, el trotskismo, fueron religiones que intentaron “salvar al hombre”. La militancia fue siempre una palabra muy sospechosa: el verbo militar coincide con el sustantivo militar.
Pero ese silencio vergonzante no se ubica solamente en la geografía del discurso de la clase media. Está expresada con mayor vigor en las poesías y en las canciones del rock nacional. Hasta fines del siglo pasado, no era tan visible como hoy el rumbo que ha tomado la poesía y las letras del rock.
Los grandes poetas y los grandes letristas del rock (Charles Bukowski, Raymond Carver, Roberto Bolaño, Lou Reed, Leonard Cohen, Tom Waits) usan sus estrofas para narrar las vicisitudes del mundo. No están persiguiendo ciertas rimas o ciertos hallazgos gramaticales.
En sus letras el mundo nos surge. Hasta se siente el aroma de esa desdicha en que consiste existir, las calles del mundo se sienten visitadas por esas voces. Ninguno de esos tipos que mencioné parece estar alojado en el salón de vanidades de los triunfadores. Si no vas a contarme nada, no me hables. No me interesan los frívolos vericuetos de tu alma ni los emocionados reclamos de una vida mejor.
¿Cuándo comenzamos a percibir la inmunda borrachera de letras que convocaban a la argentinidad y al festejo de la muerte del alma? ¿Fue solamente responsabilidad de Santaolalla y su aclamada capacidad de transformar un disco inteligente en una hamburguesa exitosa? ¿Nos dimos cuenta al sentir náuseas cuando nos embadurnábamos con esa melaza musical de Bersuit, Los Piojos o La Renga ubicada a miles años luz del más talentoso disco jamás escuchado en castellano: Artaud, de Luis Alberto Spinetta?
Dos enfermedades acosan a los compositores argentinos: la mediocridad de todas sus composiciones y la carencia irremediable de talento para componer discos conceptuales, escapado de esa celda de cancioncillas exitosas en la que se encuentran aprisionados.
Sin embargo, muchos de nosotros seguimos aguardando el advenimiento de los poetas. La aparición violenta y lacerante de una voz que surja de los abismos para resignificarnos. Mientras tanto, nos encontramos sumergidos en esta empalagosa ciénaga de música repulsiva.

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LA IMPUNIDAD PSIQUIÁTRICA.
por Enrique Symns.
Diario Crítica.12.08.08

A partir de los sucesos trágicos de los denominados “balcones asesinos”, que involucraron de distinta manera a Alberto Olmedo y a Carlos Monzón con el abuso de cocaína, el consumo de esa sustancia recibió un espaldarazo publicitario que borró de un plumazo y para siempre su invisibilidad.
El periodismo terrorista se encargó de convertir a los consumidores en depravados peligrosos o en víctimas de una enfermedad mortal. Esas campañas nunca pudieron expresarse en estadísticas. Nadie muere por el consumo de cocaína a través de la nariz. Es más, fue Luca Prodan quien cierta vez me definió la peor cualidad de la merca: “La heroína por lo menos te mata -me dijo-; la cocaína te acompaña hasta la muerte.”
Posteriormente, desde el escenario de la fama hubo dos personajes célebres que encarnaron de diferente manera al personaje del consumidor. Diego Maradona, desde que fue atrapado en una redada consumiendo cocaína, encarnó reiteradas veces al arrepentido y asumió el rol del enfermo en cuanta oportunidad tuvo.
Charly García, por el contrario, hizo pública su adicción y nunca asumió el rol de adicto haciéndose cargo de su elección disidente. Llegó a declarar en un recital: “Muchachos, dejen las drogas, déjenmelas todas a mí”.
La primera vez, hace más de una década, que Charly García fue encerrado en un chaleco de fuerza y conducido al manicomio, fue por orden expresa de su propia madre. A partir de ese suceso, Charly al referirse a ella decía: “Es la madre de mi hermana."
Pero en los últimos años fueron aumentando sus maratones de consumo involucrándose en situaciones cada vez más violentas y casi delictivas facilitando de esa manera el acoso institucional que finalmente lo convirtió en su prisionero.
Hace unos días fue su hijo (que siente un sospechoso cariño por el padre) quien declaró: “Por mi papá soy capaz de convertirme en bombero”, insinuando sin percatarse que los fuegos de su padre deberían ser extinguidos.
Igualmente, más allá de los desmanes y atropellos que suele producir, cuando por la televisión escucho a los siquiatras que hablan de Charly, transformándolo simplemente en un “paciente”, no puedo evitar un gesto de repugnancia intelectual ante ese avasallamiento degradante que significa siempre la internación hospitalaria.
Una herencia bastante abominable que los estados pastoriles impusieron en algunas comunidades occidentales consiste en la creencia hoy bastante afianzada de que el Estado debe hacerse cargo de la salud de sus habitantes imponiéndoles prohibiciones respecto al consumo de ciertas sustancias e incluso castigando con reclusión las conductas extremas.
Hoy resulta inadmisible aceptar el diagnóstico que la psiquiatría realizó sobre la peligrosidad de Antonín Artaud, una de las mentes más brillantes y complejas del surrealismo, para encerrarlo en un manicomio.
La gnoseografía siquiátrica -además de pornográfica en su descripción de los estados alterados de la conciencia- desnuda en el proceder institucional su vocación profundamente policial y represiva.
Hace unos meses, un famoso rocker, anunció: “Volvió la cocaína”, refiriéndose efectivamente a un resurgimiento de la utilización del polvillo entre los habitantes del salón VIP del rock, el teatro y el periodismo.
En la calle, tal retorno resulta imposible ya que se mantiene el precio internacional de 20 dólares el gramo (60 pesos) y resulta prohibitivo para las masas. Mejor no saber qué es lo que consume la gente cuando a las tres de la mañana compra un papelillo a 20 pesos.
En cuanto a la peligrosidad del abuso de cocaína, éste puede resumirse en dos declaraciones.
Un famoso actor de Hollywood, al que le comentaron la adicción que generaba el consumo respondió asombrado: “¿Adicción? De qué me hablás, hace 18 años que la consumo y nunca sentí tal cosa”.
Mejor es la respuesta de Antonio Escohotado: “Yo no tomo cocaína. Soy como un tiburón, necesito estar siempre en movimiento y la cocaína es como la televisión”.

"Me opongo al sistema pastoril de la psiquiatría que tienen que decidir qué tomo. Yo decido qué sustancias puedo tomar, todo el mundo toma drogas y yo elijo las mías, he tomado drogas toda mi vida. Creo que la droga más complicada que tomé hasta ahora es la cocaína, porque se instala de una manera donde uno pierde el control. La marihuana es muy adictiva, la gente está equivocada, una de las abstinencias más fuerte es la de la marihuana, peor que la de la cocaína. La gente puede tomar lo que quiera. Yo no creo que la casta médica deba hacerse cargo a la fuerza de la salud pública de la gente. Otra cosa curiosa, y esto está demostrado, las sociedades donde se aumenta el castigo, más consumen drogas, y las publicidades que hacen parece hechas por los carteles “La droga es un viaje de ida” ¿y qué clase de pibe quiere volver de Mar del Plata? Entonces está pensado para atraerte más."


De vital importancia : " Yo considero que como dijo Nietzche “la universidad es la tumba del saber y la cuna del poder”. Allí nacen los jueces que nos mandan a la cárcel, los leicos que nos mandan a la tumba, los presidentes que nos gobiernan miserablemente, los sicólogos que nos encuentran locos. Siempre tuve una enemistad profunda con la universidad, lo cual no quiere decir que de allí no salgan grandes mentes."

"A mí me asombra la capacidad de sufrimiento, al revés que el dolor. Vos le pegás una puñalada a un gato y a los cinco minutos se olvidó, no tiene memoria, el sufrimiento es la memoria del dolor. Yo siempre cuando me voy a dormir a la noche descubro que sufro."

" Aquella obsesión, que cada vez elegía mejor sus presas, fue perfeccionando los tiempos y la vorágine de violencia sexual con las sometía. Aquella era la primera vez que me atrevía a utilizar la violación como argumento temático del guión de mis masturbaciones, que siempre fueron narrativamente complejas. Hasta ese momento había elegido casi siempre secuencias donde mis novias y amantes hacían el amor con mi peores enemigos, con los hombres más detestables, y aquello que en la vida real me hubiera destruido, en mis pajas elevaba la calentura a grados insoportables. Mi ética personal, que condena duramente la violación sexual, había conseguido introducir sus códigos perversos en la selva de las fantasías.
Así que acicateado por el opio y el relajo evidente de mi voluntad, decidí abrir la boca del lobo de la caja de Pandora de los deseos. nadie me podrá convencer de que con aquellas pajas le hacía daño a alguien"

"Cuando el guerrero llega al borde del abismo, salta en posición de combate. El bailarín se arroja con paso de baile. El místico, en postura de meditación. El tonto tropieza y cae. Sin embargo, es curioso lo que hace el elegante: antes de caer al abismo, se da la vuelta y saluda."


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La cámara Lúcida de Symns.
(Clarín)

Creo que fue Heráclito quien fundó los principios de su observación filosófica sobre el escuchar y no en el ver, tal como hicieron la mayor parte de sus colegas.
Como dijo Heidegger, escuchando a unos campesinos, "El agua no es H2O, sino aquello con lo que me lavo las manos".
Para poder observar la conducta de los fotones, los expertos han construido una especie de "caja negra" que simula la oscuridad total y entonces el fotón no se siente mirado. Nada en el universo quiere ser observado y mucho menos fotografiado, es decir, clonado en la falsa eternidad de un instante.
Todo aquello que es mirado, se enmascara de sí mismo.
El ojo es un cuchillo que intenta inútilmente rasgar las tinieblas que constituyen la realidad.
Recuerdo que después de tres años de estar de noviazgo con mi primer amor, vi por primera vez su rostro a la luz de una vela en una cabaña en Brasil. La vela, hace una danza donde las sombras son tan protagónicas como la luz.
Lo más apasionante de cualquier foto, entonces, es que devela siempre lo que no hay.

"Cuando el viaje al éxtasis fracasa, el individuo cae más atrás de sí...entonces el dealer se convierte en testigo de Jehová...el guerrillero en diputado nacional...la gran prostituta en ama de casa"

"No conozco una sola pareja que sea feliz. Se casan y dejan de flotar. Empiezan a preocuparse. Dejan de coger, de besarse la concha. Se convierten en cajas de seguridad, cuidan la economía. Porque la base del capitalismo no es la familia, es la pareja. La base de la maldición del mundo es que un hombre y una mujer se enamoren. El amor es una psicosis colectiva. ¡Cuando el hombre se enamora se convierte en un imbécil! En un degenerado. Lo dijo Freud: ‘el encuentro entre el hombre y la mujer es imposible’, porque cuando el hombre se enamora busca a su madre (¡mirá que mierda de sujeto!) y la mujer busca en el hombre a Dios, busca algo más misterioso. Pero no lo encuentra. Ninguno encuentra al otro, entonces se forma ese nido de frustraciones donde comen, duermen, cagan, tienen hijos y reproducen la maldición."


"Cómo llegar al éxtasis : Con el sexo indiscriminado, poligámico y promiscuo -promiscuo quiere decir en estado de confusión-, y con la droga. Son las dos cosas que producen éxtasis. Por lo tanto, la misma casta sacerdotal que prohíbe eso convierte a todos los inapestados. Por eso las mujeres promiscuas, los homosexuales o los bisexuales pasaron a ser seres perseguidos."

"Porque los científicos se olvidan de que el tiempo y el espacio no existen, son leyes creadas por la mente. ¿Qué es lo que nos transforma en esta especie de monos especiales? La invención del calendario. Porque, como diría Artaud, ‘cuando crearon el reloj nos hicieron esclavos de nuevo. Nos sacaron el grillete de los tobillos y lo pusieron en la pulsera’. El reloj te mata, te va envejeciendo, te va destruyendo la vida. Por eso es hermoso ver a un hombre con el ojo de un tigre, acechando al tiempo para matarlo"


"Somos las almas del mismo sueño, la aventura que compartimos no tiene escenario, si no lucha"

"La palabra es un virus traído por extraterrestres para dominarnos. Ellos se alojaron en el cerebro de los monos hace millones de años y les enseñaron a hablar para poder sobrevivir. Cuando los monos hablaban ellos respiraban. Pero es una teoría que no es mía. Lo podés rastrear en Tótem y tabú de Freud o en El trabajo de Burroughs.
Porque el origen de la palabra es un misterio, es imposible hablar. Pero lo han logrado junto con otras invenciones: palabras, letras, el dinero, el trabajo, Dios. Imaginate, ¡la nada!"

"La cocaína es la que me introdujo en el manicomio de mi cerebro. Me metió en las cadenas asociativas. Me hizo ver lo que es el cerebro, que es como una radio en la que hablan los demás. Porque yo soy un sujeto hablado, en el que hablan mis padres, mis abuelos, no yo. Entonces cuando vos comprendés que sos hablado y te ponés a escuchar la radio que habla, ahí comienza la locura… o el psicoanálisis. Yo elegí el camino de la locura. Entonces cuando vos tomás cocaína y te pasás días sin comer y sin dormir, llegás a lugares del cerebro impensados. Niesztche lo decía así: ‘cuando vos mirás el abismo, el abismo te mira. Y le gustás’. El inconsciente quiere que vos hagas eso. Que sufras, para que él goce."

"Un niño hasta los tres años vive 7 mil años, porque no existe el tiempo. Luego con el lenguaje, se le empiezan a transmitir conocimientos, entre ellos el tiempo. Lo agarra una maestra (¿sabés que quiere decir maestra? Amaestradora) y lo convierte en un panadero, en un estudiante de sociología, ¡en una mierda! Sin sueños, sin poesía. ¿Cuántos quedan que sobreviven a ese matadero de almas en que consiste la educación? Porque un ser humano lo que tiene que hacer es nunca dejar de ser niño."

“El corazón del universo late aquí donde, por suerte, todo está perdido. Aquí la guerra ha terminado y el guerrero vencido puede descansar. Aquí la sabiduría no existe y el sabio puede ignorar. Aquí el amor es una carta que las miradas jamás se escriben. Aquí podés abandonar tu libreto porque el teatro está vacío. Aquí podés hacer dormir tus planes porque el vacío ilumina lo único que hay: nada. (...) Estás aquí, donde todo te resulta gratis porque el sol se quema a sí mismo como un bonzo que se suicida por tristeza. Donde las sonrisas siempre terminan en puñaladas. Donde la noche miedosa deja corretear el misterio hasta que la maldición del día lo ilumina con sus preguntas. Aquí, donde los locos han esposado esposas al esposo, donde han madreado hijos para padrearlos, donde envejecen niños para que adulteen; en este colegio de atrasados mentales, donde el ángel aprende a leer y escribir las leyes que prohíben volar. Aquí, amigo, donde compartimos lo que nos robamos, donde mentimos lo que ignoramos. Hacia aquí venimos. Donde no esperamos a nadie ni nadie nos vendrá a buscar. Aquí, donde vos sos el único brillo que nadie podrá percibir.”

jueves, 2 de abril de 2009

EL NUEVO ESPIRITU DE LOS TIEMPOS.....ADDEMDUM



15 millones de personas en todo el mundo lo han visto
50,000 personas diariamente acceden a el...
El nuevo espiritu de los tiempos no podrá ser amordazado, censurado o reprimido...
El cambio es ya, y ahora; Un cambio de conciencia que nos permita abordar mancomunadamente los problemas presentes y futuros, en armonía con la naturaleza. Un video que abre posibilidades críticas y constructivas para el ser humano y para el mundo.
Envíalo a todos tus amigos, discútelo en tu universidad, en tu colegio y entra concientemente a una nueva era, por fuera del mercado monetarista que ha constreñido la creatividad humana. Es el tiempo de un mundo nuevo y desalienado, abierto y unido por fuera de las coordenadas de los grandes líderes corruptos y del imperio....


AQUÍ UN ENTREVISTA CON EL CREADOR Y DIRECTOR DE LA SERIE "ZEITGEIST"
PETER JOSEPH

lunes, 30 de marzo de 2009

SEX PISTOLS/ANARCHY IN TE UK




Punk y Situacionismo; Sex Pistols Debord y McLaren

Daniel Figueroa Orellana *


Resumen:

A mediados de los años sesenta, se estaba gestando la aparición de una publicación que contaría con el elogio de la Internacional Situacionista a través de un comentario publicado en su revista de París. La revista se llamaba Heatwave (en letras que simulaban estar ardiendo) y al frente estaba un individuo fundamental en esta historia: Charles Radcliffe, el primero en realizar una crítica radical al rock and roll como fenómeno revolucionario.



I

Si un especialista pudiera aseverar que el punk es un ritmo musical específico que sigue ciertos principios y reglas identificables, entonces, cualquiera podría refutarle también, y sin temor a equivocarse, que el punk no es sólo eso. Para algunos, se trata de ciertos descuidados atuendos, de tatuajes y cabelleras pintadas, de borracheras y peleas callejeras, en definitiva, en algo que está fuera de ellos, que puede aparentarse y que hace posible que una persona distinta a él pueda recordarle "tú eres punk". Para otros las apariencias no tienen mucho que ver, el punk es para ellos un compromiso, una ética y, más categóricamente, una postura política y social que ejercen a diario. Intentar organizar una historia de esto que con el tiempo ha sido llamado "punk" debe ser una labor muy compleja, es más, aventurarse a dar una definición acerca de lo que es el punk es una tarea que dudosamente conseguiría resultados irreprochables. Lo que es irrefutable es que el punk está ahí, que es algo más o menos identificable y que, por lo demás, da para mucho: podemos encontrar una categoría "punk" en las disquerías, en las tiendas de ropa de moda y en las bisuterías, que hay más de una persona que dice ser punk, que hay colectivos y prensa punk-anarquista, he oído hablar de punk-californiano, de street-punk, de drunk-punk, de skate-punk, de punk cristiano y punk krishna, incluso, por ahí, hay algunos tarados que se dicen nazi-punk.

Cuando un chico recibe por primera vez de manos de un amigo un par de discos o cintas grabadas con bandas punk, puede (o no) terminar en alguna de estas u otras innumerables arista que se presentan. Aquel chico nunca imaginará en los caminos que podrá terminar encausada su vida. Por el mero hecho de haber comenzado escuchando punk, una persona puede verse de un momento a otro, sin haberse percatado, vistiendo ropas que antes nunca hubiese considerado usar, cumpliendo con ciertas nuevas costumbres, luciendo un extraño peinado, comiendo sólo algún tipo de alimentos y leyendo a autores que ni en el colegio le dijeron que existían. Visitar viejas librerías o por primera vez pisar una biblioteca para conseguir alguna rezagada copia de algún libro escrito por Proudhon, Bakunin, Kropotkin o, lisa y llanamente, encontrar algún texto sobre anarquismo, puede ser una misión que algún punk emprenda motivado o causado, inicialmente, sólo por un gusto musical. Parece ser claro el link que une al punk con estos autores y, particularmente, con cierta idea política a la que aquellos adscriben. Pareciera ser, también, que esta asociación entre punk y anarquismo es más popular de lo que pudiese suponerse. Reparando en la "calidad de la comprensión" del vulgo sobre esta asociación, hasta caricaturesca puede ser la común imagen de un punk luciendo en algún lugar de su atuendo una "A" encerrada en un círculo. Punk y anarquismo parecieran ir de la mano. Sin embargo, el punk poseería (o le han rebuscado) alguna afinidad con otras disciplinas menos divulgadas, pero que se inscriben en esta misma línea, la línea de la rebeldía, el inconformismo y de la búsqueda de la libertad.

Aunque sea una perogrullada, para saber "qué es lo que piensa el punk" hay que enfocar la atención en su lírica, en los dossiers de sus discos y en lo escrito en su prensa, particularmente, la independiente. Habrán ahí ciertas palabras que infatigablemente se reiterarán: "Estado", "autoridad", "poder", "religión", "cárcel", "capital", "antifascismo", "anticapitalismo", etc. palabras que, nuevamente, lo relacionarán con el anarquismo. Sin embargo, hay un concepto que ha venido ganando terreno dentro y en relación con el punk y que, en mi opinión, es algo más intrincado que los anteriores. Se trata del concepto de "espectáculo", pero sin entenderlo como una "función o diversión pública celebrada en un teatro, en un circo o en cualquier otro edificio o lugar en que se congrega la gente para presenciarla", sino más bien como lo entendió un personaje francés nacido en 1931 y fallecido en 1994, cuyo nombre era Guy Ernest Debord.





GUY DEBORD


Tratar de decir qué o quién fue Debord es difícil. Algunas personas dicen que era un escritor, otros le atribuyen el peso de filósofo, algunos dicen que era un frío conspirador, y otros tantos sostienen que se trataba de un cineasta (el mismo Debord decía que su oficio era ése) aunque, lo cierto, es que fue todo eso… y un par cosas más. No es que se trate de algo así como un genio, sino que ese "par de cosas más" podrían ser: borracho y vagabundo. "Su gloria fue no haberse preocupado jamás por el éxito ni por el dinero, pese a las innumerables oportunidades que halló en este sentido, no haber desempeñado nunca papel alguno en el Estado ni obteniendo de sus títulos más que el bachillerato, no haber frecuentado a las celebridades de la sociedad del espectáculo ni haber utilizado sus canales; y haber logrado, a pesar de todo, ocupar un puesto importante en la historia contemporánea"1. Escribió más de un libro, pero aquellos por los que es más reconocido son "La Sociedad del Espectáculo" (1967) y "Comentarios a la Sociedad del Espectáculo" (1988). Si hay quienes dicen que Debord fue un filósofo es porque en sus obras, particularmente sus libros, hay un claro rigor filosófico en el tratamiento de los temas, además de inscribirse en (y, si se quiere, ser un continuador de) la obra filosófica de Karl Marx. Si algunos dicen que era un conspirador es porque fundó y luego deshizo dos agrupaciones que, a muy grosso modo, tenían como propósito "invertir el mundo invertido" a través del arte, de la teoría y -preferentemente- de la acción política. Ambas agrupaciones se constituirían como la prolongación y superación de las vanguardias artísticas europeas del siglo XX: el dadá y el surrealismo. El primer grupo que formó fue la Internacional Letrista, fundada en noviembre de 1952 en un sucucho de Aubervilliers y con quienes editó alrededor de 30 números de un boletín de distribución gratuita llamado Potlatch. La Internacional Letrista fue disuelta en 1957 por Debord con el objeto de sumarse a otras agrupaciones, fundando, junto a otras siete personas, la Internacional Situacionista en Cosio d'Arroscia en la costa de Liguria. Con esos dos grupos realizó varias recordadas acciones, entre otras, lograron introducir un integrante disfrazado de monje a la catedral de Notre Dame para proclamar la muerte de dios, interrumpieron una conferencia de prensa de Charles Chaplin en 1952, desearon derribar la torre Eiffel, lanzaron tomates a un profesor de cibernética mientras realizaba una charla y fueron pieza importante de lo acontecido en Francia durante mayo de 1968. Para muchos, Guy Debord fue la cabeza de aquel suceso histórico. Sin embargo tal afirmación parece exagerada toda vez que son claramente reconocibles otros grupos participantes y contra quienes los situacionistas debieron convivir (o competir). Estaba el Movimiento 22 de Marzo liderado por Daniel Cohn-Bendit, grupos marxistas-leninistas, trotskistas y maoístas, por esta razón es discutible afirmar que los situacionistas influenciaron en el plano organizativo de los comités, pero de lo que no cabe duda es cómo se dejó sentir su influencia en proclamas, panfletos y actividades desarrolladas dentro y fuera de las universidades. Un claro ejemplo de ello son los recordados graffitis del mayo 68, en ellos se dejó testimonio de lo insólito de muchas de las reivindicaciones, pero también la duda de la procedencia de un cuño poético, una imaginación, una efervescencia y una creatividad que no se acostumbraba ver en el discurso tradicional de la izquierda francesa de la época. El discurso imperante en estos acontecimientos provenía claramente desde la retórica situacionista. Vale recalcar que hablar de Debord y situacionismo es prácticamente una sinonimia debido a que, dada la posición que éste ocupaba dentro del grupo, difícilmente unas ideas no compartidas por él podrían presentarse como "ideas situacionistas".




EL ESPECTÁCULO


El libro La Sociedad del Espectáculo ha sido reconocido como el texto situacionista por excelencia, ya sea por la rigurosidad y fineza con que describe la sociedad que Debord deseaba derribar, o por el gran acierto con que su autor retomó ciertos conceptos marxianos que se encontraban olvidados. La Sociedad del Espectáculo ha sido reconocida como El Capital de la nueva generación y como pieza de un linaje especial de libros: el de los clásicos secretos.

Pero ¿qué es esto a lo que Debord denominó como "espectáculo"? En este libro, compuesto por 221 epigramas, se encuentran una serie de descripciones de lo que es y no es el espectáculo. El concepto posee estrecha relación con dos conceptos que Marx había desarrollando: la alienación y el fetichismo de la mercancía. Además se suma la importancia de las imágenes que, ya por la década del 60, estaban siendo masivamente difundidas por los medios de comunicación de masas. A pesar de ello, no es correcto relacionar el espectáculo sólo con estos últimos, los cuales serían solamente "su manifestación superficial más abrumadora"2. Nuestra sociedad, por lo tanto, estaría conformada del mismo modo en que se realiza un espectáculo: el individuo debe ser sólo un espectador pasivo que contempla cómo se desarrolla la vida social fuera de sí, donde existe escasa posibilidad de actuación e intervención. El espectador, mientras más mira las imágenes del espectáculo, menos vive su propia vida; tenderá a imitar las imágenes que contempla, reproduciendo así, ahora en sus actos, el espectáculo que lo domina. Esta última burda explicación, de ningún modo, vale como definición de "espectáculo". Si lo que se desea es una definición clara, sintética y más o menos sencilla, lo mejor es revisar los Comentarios a la Sociedad del Espectáculo donde Debord afirma: "en 1967 demostré en un libro, La sociedad del espectáculo, lo que el espectáculo moderno era ya esencialmente: el dominio autocrático de la economía mercantil que había alcanzado un estatus de soberanía irresponsable y el conjunto de las nuevas técnicas de gobierno que acompañan este dominio"3.




EL PUNK


Vagamente explicado así, podríamos intuitivamente crear ciertas conexiones entre el punk y Debord, los situacionistas y el concepto de espectáculo. Pero ¿existe alguna profunda o específica relación entre el punk y los situacionistas? Greil Marcus, un escritor estadounidense nacido en 1945, crítico de rock y columnista de la revista Rolling Stones, escribió en 1989 un libro titulado Rastros de Carmín, una historia secreta del siglo XX4. En este libro, sostiene que la aparición del punk es un acontecimiento que históricamente puede ser situado en Londres a finales de 1976, junto con la aparición del disco Anarchy in the U.K. de los Sex Pistols5. A juicio de Marcus, la crítica a la sociedad moderna contenida dentro del punk habría sido emprendida con anterioridad por un pequeño grupo de intelectuales radicados en París, organizados por primera vez en 1952 con el nombre de Internacional Letrista y refundado con la denominación de Internacional Situacionista en 1957. Estas conexiones no serían arbitrarias: "en los primeros días del Londres punk apenas se podía encontrar un artículo sobre el tema en el que no figurase la palabra 'dadá': el punk 'era como el dadá', afirmaba todo el mundo, aunque nadie decía por qué, para no hablar de lo que se suponía que eso significaba. Referencias a la supuesta relación de Malcolm McLaren con la espectral Internacional Situacionista era moneda corriente en la prensa pop británica"6. McLaren, que antes de ser mánager de los Sex Pistols distribuyó en Inglaterra algunas copias del libro La Sociedad del Espectáculo -además de haber sido propietario de un sex shop- tenía como socio y compañero a Jamie Reid quien fuera cofundador de una revista anarquista llamada Suburban Press. Reid, además, era artista gráfico y desempeñó esa labor para los Sex Pistols entre los años 1976 y 1979, diseñando, entre otras portadas y carteles, el collage fotográfico para God Save the Queen que mostraba a Isabel II con los labios atravesados por un alfiler de gancho. Los diseños de Reid eran una mezcla entre collages y alteraciones de obras o elementos ya existentes a los que les otorgaba un nuevo sentido, una técnica que los letristas y situacionistas habían hecho propia y que denominaron "détournement" (desvíos). Pues bien, Reid en 1974 colaboró con Christopher Gray en la publicación de la primera edición de textos situacionistas en inglés: Leaving the 20th century: the incomplete work of the Situacionist International. Gray, tras ser expulsado de la Internacional Situacionista, fue uno de los fundadores en Londres de King Mob, un grupo que toma "el nombre de las multitudes asesinas que se desmadraron por todo Londres durante las revueltas anticatólicas de Gordon en 1780, abriendo las cárceles y poniendo a los criminales en las calles"7. La destrucción de algunos locales de la cadena de restaurantes Wimpy, así como uno de sus integrantes disfrazado de Santa Claus regalando los juguetes de la tienda Selfridges a los niños que la visitaban (que pronto se alborotaron tras ver a la policía deteniendo al ayudante de Santa Claus y exigiéndoles que retornaran los juguetes que les habían sido obsequiados), son algunas recordadas acciones del grupo King Mob.

1972 fue el año en que, sin que ellos se enterasen, congregó a todos estos personajes en torno a sucesos que, hoy podemos decir, poseen alguna relación. Guy Debord disolvió la Internacional Situacionista, McLaren abrió su tienda, Reid inició el proyecto Suburban Press y comenzó a diseñar Leaving the 20th century, obra compuesta por Gray. Años después McLaren y Reid crearon la banda que en la primera frase de su primera canción decía "soy un anticristo". Más arriba decía que la palabra "espectáculo" se está haciendo reiterada en las líricas del punk. Por su parte, Marcus recuerda la frase que Debord tomó de Rimbaud y la escribió sobre una pared en 1952: "jamás trabajaré". La frase reapareció durante las revueltas de mayo de 1968 y fue reescrita por los Sex Pistols en la canción Seventeen: "no trabajamos / sólo me alimento / es todo lo que necesito". Johnny Rotten se habría enterado de toda esta intrincada secuencia, sólo por rebote.


ALGUNOS INTERROGANTES


Lo que en definitiva sostiene Marcus a lo largo de Rastros de Carmín es que existiría un hilo conductor que va desde el dadá y que alcanza hasta el punk e, incluso, llegando más allá al situar la génesis de esta "tradición" en algunos herejes medievales. Efectivamente, esa es la impresión que queda tras leer Rastros de Carmín, sin embargo podrían surgir en el lector algunas justas interrogaciones que, excusándome, plantearé un par de las propias. Si uno de los propósitos de Marcus es hallar el origen de esta rara cosa que hasta ahora hemos llamado "punk" ¿por qué no enraizar el desprecio a las riquezas y la provocación del punk en las sátiras de los integrantes de la Escuela Cínica en la Grecia del siglo IV a.c.? ¿Por qué llegar sólo hasta los caballeros de la Mesa Redonda y no a quienes, mucho antes que ellos, muestran una mayor concordancia con el punk en cuanto a la vida simple, a la autonomía y la irreverencia ante los vicios de la sociedad? Y en cuando a los Sex Pistols ¿por qué será que cuando una persona de respeto académico se interesa en estudiar el punk toma como referencia del mismo a una banda como los Sex Pistols? ¿Acaso no eran éstos un invento, una mercancía con la que se buscaba ganar dinero? ¿No habrá habido por esos mismos años alguna otra banda que representara de una manera más fiel todo los que los letristas y situacionistas habían venido haciendo? ¿Será apropiado ser tan categórico como para decir que los Sex Pistols son la continuación de las vanguardias artísticas cuando éstas, entre otras cosas, lo que buscaban era revolucionar la vida? El punk que representan los Sex Pistols, es un punk que en ocasiones fue entrevistado y tuvo apariciones en la televisión, así como pudo realizar también más de un gran tour por Europa y E.E.U.U. ¿No es eso comparable a aquel arte alejado de la vida, ajeno a la clase trabajadora, y que residía en fastuosos museos? ¿Acaso no es ese arte conservador al que se oponían las vanguardias artísticas? Por el anhelo de utilidades económicas de su productor, por las millonarias ganancias que hasta el día de hoy siguen generando (no por nada, una de las últimas giras de los Pistols en 1996 se llamó "la gira del lucro sucio"), los Sex Pistols son más bien un ejemplo del arte conservador que genera obras que algún día se transformarán en "clásicas" y serán ofrecidas a la pura contemplación de unos pocos. Mientras tanto, pareciera que hay "otro punk", uno que sí está en las calles, que está luchando, que está buscando la coherencia entre sus medios y fines y que, en definitiva, está haciendo el intento por revolucionar el mundo.

Daniel Figueroa Orellana





1 Jappé, Anselm, Guy Debord, Ed. Anagrama, Barcelona, 1998, p. 122.

2 Debord, Guy, La Sociedad del Espectáculo, §24.

3 Debord, Guy, Comentarios a la Sociedad del Espectáculo, Ed. Anagrama, Barcelona, 1999, p. 14.

4 Título de la edición original: Lipstick Traces. A Secret History of the Twentieth Century. HarvardUniversity Press, Cambridge, Massachusetts, 1989.

5 Ésta es la primera discrepancia que un lector puede tener con Marcus. Asombra que aluda a agrupaciones musicales que resultan frecuentemente ignoradas, pero, asombra también, que no refiera ni de paso a otras que para muchos pueden ser tanto o más relevantes que la banda de Johnny Rotten.

6 Marcus, Greil, Rastros de Carmín, Una historia secreta del siglo XX. Ed. Anagrama, Barcelona, 1993, p. 28.

7 Marcus, Greil, Íbid., p. 464.



* Licenciado en Filosofía. Universidad de Valparaíso. Cursa el Programa de Postgrado del Instituto de Filosofía de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso.

domingo, 29 de marzo de 2009

AKTIONEN




The last Days of Pompeij I 1987
photograph

Gottfried Helnwein







ACCIONISMO VIENÉS: ¿ARTE O VIOLENCIA REAL?




Por José Amezcua Bravo y Noemí Sanz Merino[1]
Doctorandos

Departamento de Filosofía

Universidad de Oviedo



RESUMEN:

En el siguiente texto se intentará reflejar la miseria, la grandeza y la elocuencia del Accionismo Vienés a través de su forma de producción y reproducción artística. Veremos cómo con ella se pasa de la imagen del mundo al cuerpo como imagen, siendo ahí donde reside su radicalismo: en la violencia ejercida al más puro estilo performance. Justificar el uso de la violencia estética, nos llevará a reflexionar a cerca de la violencia real en el arte. Las cuestiones éticas se nos plantean por sí mismas pues la imagen ya no es sacada de la realidad sino que es insertada en una realidad.



I

El Accionismo Vienés se desarrolló de manera dogmática y oficial entre 1965 y 1970, pero sus influencias pueden ser rastreadas hasta nuestros días. Centrado en Viena y protagonizado por un núcleo numeroso de artistas preferentemente austriacos, se puede destacar la obra de Günter Brus, Otto Mühl, Rudolf Schwarzkogler y Herman Nitsch. Detrás del happening, la performance y el fluxus este movimiento se nos desvela como la línea más cruenta del body art y de otros movimientos corporales que les eran contemporáneos en EEUU, Italia, Alemania y Francia. Lo que les distingue es su carácter violento y agresivo, en particular, en el uso del propio del cuerpo a través del cual planteaban la negación absoluta de la estética, el artista y del arte mismo. Su lema era el de redimir y liberar. Con él, en palabras de Solans, «el Accionismo supuso un feroz ataque a la sociedad burguesa y especialmente a la Viena de postguerra, con todas sus secuelas monárquicas y militares, desde planteamientos psicológicos –el arte como terapia y liberación de las represiones sexuales, tanáticas y agresivas– y revolucionarias –el arte como política, es decir, como transformación del mundo, dentro del contexto ideológico de las revoluciones de mayo del 68, que conmocionaron Europa y Norteamérica»[2]. Sus acciones consistían en la exploración de las zonas prohibidas del cuerpo, la mente y el arte. Este autodenominado «anti-arte», al ser entendido como pura acción, pretendía romper definitivamente con el arte como contemplación y/o reflexión, es decir, el fin definitivo de la palabra. Con ellos el campo de la acción será «el ser vivo» psíquico y físico. El soporte: el propio cuerpo, éste como la renuncia total a la mercantilización. Los materiales: toda sustancia orgánica que se halle en el mundo, incluidas, y sobre todo, aquellas que provengan del propio cuerpo humano. De esta manera el autocastigo del artista haría posible entrar en la dimensión de un arte terapéutico mediante la explicitación de las líneas inconscientes que habrían sido reprimidas por la cultura. Su objetivo sería el de hacer visible lo invisible. Así, el dolor producido, como en un ritual, tendría en último término un sentido liberador, catártico, a través de lo «dionisiaco» purificante y su aparentemente nihilismo se presentaría como una crítica a la religión, la moral y la política, manifestada a través de comportamientos sadomasoquistas que buscan la revolución la identidad en la no-identidad (es decir, a través de la animalidad y del dolor).

Podríamos seguir describiendo de forma aún más poética y atractiva su dimensión artística, tal como se hace en la mayoría de las referencias al Accionismo Vienés que en distintos trabajos o páginas web hemos encontrado. Visto así, es comprensible que cuando se enseña en las Facultades de Historia del Arte se les defina como un movimiento artístico que se enmarca en los movimientos contraculturales de los años 60, que se les describa como la auténtica radicalización de las vanguardias y como parte de la tradición artística austriaca que desde finales del siglo XIX practicó un arte muy comprometido políticamente. Comprensible es, también, que se les presente como los últimos románticos, reconociéndose en ellos un conocimiento teórico que iría desde Sade hasta Foucault, pasando por Nietszche, Bataille, Baudelaire, Artaud, Rimbaud, Freud, Lacan, Jung, etc. e incluso que se compare con la literatura de Kafka, Beckett, etc. Fácil lectura, por otro lado, si no se profundiza en dichos antecedentes, pero que ha posibilitado su reconocimiento como arte antes y ahora, pues Aktionen no sería más que la última consecuencia posible de sus teorías, de sus diversas críticas o propuestas estéticas y sus reflexiones sobre el objeto artístico. De modo que, lo que en muchos fue una sospecha con el Accionismo Vienés se vuelve prueba objetiva.

Pero todas estas aclaraciones contextuales y teóricas parten del supuesto de que este tipo de manifestaciones son arte, un juicio respaldado, más que demostrado, por su definitiva institucionalización como tal a través de los circuitos artísticos, tanto oficiales como independientes, así como por la propia Academia Lo que nosotros queremos hacer mediante este trabajo es buscar qué discursos son realmente los que le legitiman como movimiento artístico. Lo que, como veremos, no nos llevará a preguntarnos ¿qué es arte? o a establecer un canon artístico, nada más lejos de nuestra intención, sino más bien, por las propias características de estas manifestaciones, a preguntarnos si puede existir arte sin ética o si, al menos, la reflexión moral tiene algo que decir en la reflexión sobre el arte. Por supuesto, no trataremos de solucionar los eternos dilemas entre ética y estética, sino que intentamos, mediante el que consideramos un ejemplo perfecto, destapar la caja de Pandora respecto de un tema que, aunque parece estar muy presente en la actualidad con motivo de la violencia audiovisual que nos rodea, creemos no se trata con profundidad ni en la teoría estética ni en la teoría ética actuales.

II

Comencemos por describir algunas de sus acciones desde un lenguaje menos rimbombante, o mejor dicho, un lenguaje más alejado de aquello a lo que nos tiene acostumbrados la crítica de arte Cuando se nos dice que en el Accionismo Vienés los cuchillos se convierten en pinceles, el cuerpo en lienzo y la propia sangre en el pigmento, se está hablando de exhibiciones en las que los artistas se están realizando cortes, automutilaciones o autoelectrocutaciones, o todo ello a la vez, como medios por los que, por ejemplo, Günter Bruss manifestaba la destrucción como parte fundamental de la obra de arte. Cuando se nos explica que su intención es la de llevar a cabo collage en los que el cuerpo humano pierde su forma en una alusión a la propia experiencia vital para crear una dimensión positiva a través de la liberación de tabúes, nos encontramos trabajos como los de Otto Muehl, en los que aparece rebozado entre sus propios excrementos. Así como cuando se nos describen los espectáculos multitudinarios, a través de los que a Nistch tanto le gustaba «accionar», como dramatizaciones de liturgias eclesiásticas en las que, además como novedoso, se hacía participar al público; de lo que se trata es de orgías al más puro estilo de los relatos de Sade y de sacrificios de animales vivos llevados a cabo en su gran castillo del Barroco. Tampoco nos olvidemos de la excepción dentro del Accionismo que supuso Schwarzkogler. Él realizaba las únicas acciones que tan sólo aludían a la violencia, sin caer en ejercerla sobre sí mismo, pues su intención fue la de mostrar ésta como algo frío y silencioso, a través de una iconografía hospitalaria. Schwarzkogler, que definía el cuerpo humano como «purgatorio de los sentidos», nos presentó como su última acción el acto de matarse al tirarse desde una ventana.

Visto así ¿es arte?, ¿por qué no va a serlo? En aquella época ya se aceptaba que el arte no tenía porque ser bello. La fealdad, lo monstruoso, la representación de la violencia y el mal son también exitosos medios artísticos de comunicación y portadores de diversos sentidos. Además, como en las vanguardias, el no-arte del Accionismo Vienés es una tentativa que, aún entendida como terapia para el pueblo, es llevada a cabo y comprendida sólo por una elite. Aún hoy se están exhibiendo los documentos gráficos de aquellas acciones, las más recientes son: la propia participación de Nitsch en Roma en 2001; en enero de 2002 se cerraba en el Louvre la exposición temática La pintura como crimen o la parte maldita de la modernidad donde aparecían fotografías de algunos Accionistas; la exposición, también de Nitsch ese año en Nápoles o la mostra sobre Accionismo Vienés en Milán en el 2003. En la actualidad se exhiben en la Sede de la Galería de Arte Moderno de Verona fotografías de Nitsch. Según el Museo de Arte Moderno de la Fundación Ludwig Wien de Viena: «el Accionismo Vienés es la aportación más radial y esencial de Austria al desarrollo internacional de la Vanguardia».

Formalmente se trataría de un arte trasgresor e innovador, intencionalmente se buscaría la crítica a la época contemporánea. De hecho este tipo de militancias han sido una preocupación artística recurrente desde los orígenes del s.XX y uno de los protagonistas del llamado retorno de lo real en el arte. Así, las acciones de este grupo podrían verse como un caso de dicho retorno. Pero la actitud de representación en este tipo de escenificaciones, acciones, manifestaciones o como las queramos llamar, como veremos, se asemeja más bien a la realidad como meta que como vehículo propio de creación artística.

III

Faltaba aún algo por decir del viejo emblema del Romanticismo, de un carácter destructivo que había patentizado ya la llamada Vanguardia? Lo más seguro es que el campo estético pudiera quedar reducido a la vuelta al origen, a la masificación de la estética y a la repetición de formas antes existentes, pero de todas formas los soportes (reales) de dicha manifestación faltaban por decir algo. Es probablemente con la misma liberación sexual, con la crítica feminista y con el auge de la «crítica» en donde el cuerpo, como el significante par excellance, se hace eco de nuevas mistificaciones y de nuevas marcas, inclusive podríamos decir, de ciertos lenguajes sobre-impuestos y de ciertas formas de expresión que no sólo arrebata el hecho de la misma liberación sexual, sino que además reproducen cierta forma de contextualización del cuerpo. Más allá del erotismo, de la barbarie, inclusive de la pornografía y el snuff (como lo conocemos ahora), donde la forma de expresión sale del paso entre el arte y no–arte, se ponía en tela de juicio el mismo juicio de la representación, así como del soporte en el que ésta queda como marca indeleble.

El Accionismo Vienés, es real, precisamente ahí donde el arte exige una realidad que vaya más allá de la oferta de la obra de arte, o sea más allá de la misma idea de valor estético, entendiendo este como mercancía. El Accionismo es, en este caso, un paso más de lo real al arte, pero también una vehiculización de la violencia, en lo que le quedaba por mostrar al arte: la trasgresión exacerbada, el más allá del límite, mostrando, como diría Bataille, que «ahora el hombre normal sabe que su conciencia tenía que abrirse a lo que más violentamente lo había sublevado: lo que más violentamente nos subleva está dentro de nosotros»[3]. El Accionismo tiene dos caras, a nuestro parecer: por un lado, la exaltación de la violencia y el recrudecimiento de lo real en la pornografía y el snuff; y por otro, la manifestación de la misma obra como expresión ontológica. «El exceso se opone a la razón», de nuevo con Bataille. Y esto es precisamente el valor intensificado del Accionismo, el ritual como forma de arte no posible de capturar y que escapa a su vez del consumo y de la oferta/demanda; el Aktionen deviene y se deja ver como el reducto de la misma realidad fragmentada, como el lugar del «no- arte», donde la violencia como vehículo de mitificación ha crecido dentro del arte, pero sin estar encarnada, es que sólo eso le faltaba. Esto hace el Aktionen. La referencia al cuerpo obturado, concluido y reabsorbido por el espectador, es lo que quiere producir el Aktionen, la concatenación de que ese cuerpo violentado y devaluado (por sí mismo, que incluye el «somos todos» de la época) es parte de lo que el mismo arte, a pesar de todas sus excepciones, ha querido mitificar: El cuerpo erótico.

De esta forma la cuestión por el orden de lo real se transfiere a un hecho real, porque todas las imágenes que nos quedan del Accionismo son impresiones reales de algo que realmente sucedió. Es como si quisiéramos hacer patente una nueva realidad. ¿Qué diríamos? ¿es irreal? No, precisamente lo que nos queda como Aktionen, no es su posibilidad de reproducción si no su posibilidad de recreación, sólo que a diferencia de un Warhol, que bien puede volverse a serigrafiar o incluso a copiar y poseería el mismo valor que el autor le quiso dar, con el Aktionen necesitaríamos un cuerpo nuevo, un cuerpo fresco, delicioso, listo para mancillar; justamente como lo sería para Sade una Juliette o una Justine. Quizás por eso las siguientes palabras de Baudrillard tengan razón con respecto al porno: «La irrealidad moderna no es del orden de lo imaginario, es del orden del máximo de referencia, del máximo de verdad, del máximo de exactitud –consiste en hacerlo pasar por la evidencia absoluta de lo real»[4]. ¿Qué necesitaríamos entonces para tener de nuevo el Aktionen? Un cuerpo, ¿y qué más? violencia, cortes, sangre y animales muertos. No más. Quizás también sería necesario hacernos eco de las críticas al poder, de la realidad como sistema de mercancías y del arte degenerado para tener toda la escenificación como nueva. Lo curioso precisamente es esto, que mientras la ironía del Pop se mantiene y se mantiene su propia ironía, para recrear la expresión del Accionismo, necesitaríamos algo más: una víctima, una forma más de atisbo y de recelo contra las prácticas apropiacionistas y sobre todo, un vínculo con lo que podríamos llamar no-arte.

IV

Ya dijimos que es lo que puede ser equiparado con el Aktionen, de hecho hemos intentado reflejar su miseria, su grandeza y su elocuencia con su forma de reproducción, faltaría un segundo paso, pasar de la imagen del mundo al cuerpo como imagen. Quizás ahí esta la radicalidad, en la violencia ejercida, como se demuestra al más puro estilo performance. Justificar el uso de la violencia estética nos lleva a algunas consideraciones de la violencia como forma de creación, inclusive como violencia real. No en vano para hablar del erotismo Bataille en varias ocasiones recurre al símil de la violencia y de la guerra, no siendo extraño por tanto que diga: «Al igual que la crueldad el erotismo es algo meditado. La crueldad y el erotismo se ordenan en el espíritu poseído por la resolución de ir más allá de los límites de lo prohibido». De la misma manera que lo erótico, la crueldad y la violencia tienen un residuo de ese oscuro lugar donde ya no quedan palabras, como hubiera dicho Artaud, el verdadero teatro de la crueldad sería aquel donde el espectador y el actor quedan como encantados en un lugar donde ya no hay guión, por tanto autor/dios, espontaneidad de la imagen visitada de nuevo, actuación donde el color ha perdido posibilidades. La imagen de la violencia es una imagen comprometida con eso que precisamente se aleja del arte: La representación y la pérdida del aura, sólo nos quedan imágenes dirá Nitsch, al terminar la acción y ver como ha quedado su cuerpo magullado por el estilete y la flagelación. Efectivamente el cuerpo como vehículo testimonia lo que no podrá volver a repetirse, y eso es el paso del tiempo.

De ahí la imposibilidad de captar de nuevo lo sublime del Accionismo, como expresión de un arte del pasado, y no es que haya muerto el arte, sino que la intensificación máxima de lo que representó el Aktionen (la violencia como soberanía) tenga hoy, que quedar reducida a la imaginería de lo que alguna vez fue real: «El deseo que tenemos de consumar y de arruinar, de hacer una hoguera con nuestros recursos y de forma general la felicidad que nos da la consumación, la hoguera, la ruina, esto es lo que nos parece divino, sagrado y lo que determina en nosotros actitudes soberanas, es decir, gratuitas, sin utilidad, que no sirven más que para lo que son, sin subordinarse jamás a resultados ulteriores»[5]. De esta forma, con palabras de Bataille, ponderamos una forma de lenguaje ahí donde quizás nunca la hubo, un residuo de realidad artística que ha quedado opacada por nuevas formas de ilusionismo o como dice Baudrillard, de realidad. La observación que debemos hacer a la realidad como forma de realización es que la violencia no esta nunca fundada bajo los espectros ni de la guerra, ni de la inocencia, sino que se enfunda en el guate del deseo y de la creación como punto focal de acción simple y llanamente. El Accionismo, y esto debemos pensarlo así, se sostiene porque lejos de estar en un mundo donde la violencia es imagen, estamos en un mundo donde la violencia es lenguaje: «O mejor dicho, al ser lenguaje por definición la expresión del hombre civilizado, la violencia es silenciosa»[6].

Del Accionismo solo tenemos fotografías y videos. Donde la pregunta corría por el tiempo y la reproducción de la performance, antes era inmediatez, ahora las imágenes del

Aktionen se nos presentan como encapsuladas por los vestigios de la reproducción y de la alegoría. ¿Quién puede recordar esa forma de arte, de actuación, sino es con un poco de ironía y hasta humor negro? ¿Qué representan estas imágenes? Un arte que no está disponible en tiendas, como no cejan de anunciar en los televisores a primeras horas de la mañana. Las imágenes del Accionismo sólo presentan la luz de su propia luminosidad, si es que podemos quedarnos estáticos en un tiempo y en una escena que no es propiamente la nuestra, o sea, están cargadas de cierto nihilismo que atañe al cuerpo.

Lejos, muy lejos ha quedado la imagen estática unitaria que quería derramar un y mil significados, lejos también esta la forma de representación que quiere adueñarse de la imagen para sí y así desmitificarla o aterrorizarla. La imagen ha jugado con la ventaja siempre –desde los años de la cámara fotográfica– de ser como un señuelo entre la interpretación y lo que realmente quiere decir. La imagen pasa a ser un vehículo, no sólo artístico, sino también funcional a partir de su reproducción temática (y esto lo proponemos como un vehículo que saca de la propia imagen significados diversos) quedando ésta reducida a su aspecto netamente funcional y práctico: la imagen ya no está «donde se creía que podría estar» Pero no sucede lo mismo con todas las imágenes, creemos que existe un poder de las imágenes como datos históricos y estéticos potentes, creemos además que hay imágenes que defraudan porque se olvidan radicalmente del hic-et-nunc, pierden su aura, de tal manera que la fuerza que proponen tendría más que ver con la imaginería que las sostiene en tanto vehículo por la que fueron producidas. No todas las imágenes están presentes en los libros de arte del siglo XX, por lo menos no todas las que justifican un tipo particular de violencia engendrada de forma automática y romántica como culto al cuerpo y a la violencia.

De todas formas, la imagen Akti onen, tiene que ver con un conato de la realidad, no sólo la propia realidad (la incrustación de la imagen) sino que además plantea todo una serie de cuestiones referentes a la imagen como arte. ¿El Aktionen es arte? O mejor dicho ¿Es no-arte?

V

Estamos con Solans cuando afirma, frente a la primera impresión de muchos, que no se trata de un arte postmoderno. Éste se presenta tan sólo como testigo del fracaso de los proyectos revolucionarios del romanticismo y la modernidad. En cambio, los artistas de «resistencia», como el Accionismo Vienés, son los últimos artistas modernos. Nosotros pensamos que son los agónicos coletazos de un arte que está muriendo, acciones desesperadas que intentan escapar al ya mercantilizado arte de las vanguardias. Si las vanguardias artísticas son consideradas por muchos como el tercer romanticismo, estos movimientos artísticos son su agonía, y con ello su degradación. De ahí que mantenga muchas de sus actitudes y de sus principios y por ello, aún en mayor grado, de sus paradojas. «El arte de resistencia ya no es ese “grito” al límite –reconoce Solans–, sino el silencio de lo que atravesando el límite, ha vuelto»[7]. En este mismo texto la autora les denomina terroristas, pero no compartimos su parecer cuando afirma que lo son en tanto que intentan desenmascarar las ideologías de la realidad, sino que pensamos precisamente que lo son porque cierran el círculo del poder con más poder: la decisión de la acción es la voluntad de un «yo» individual, un «yo resisto», sí, pero también un «yo ataco», un «yo impongo»: «en este sentido la voluntad del artista es una voluntad que se ejerce contra el poder…, que surge del poder y que es, a su vez, poder»[8]. Quizá la paradoja está, como señala Luís Álvarez, en que no hay emancipación sin violencia: «si alguien se emancipa de su “alienación” lo hace adquiriendo el derecho a comportarse igual de mal, por lo menos, que quienes le han alienado»[9].

No, Adorno no se equivocó, el arte después de Auschwitz era imposible. Claro está, el arte entendido como sublime. El cinismo del que el Accionismo hace gala no es más que la continuación de la misma voluntad de poder que nos llevó a aquello. Sus performance nos quieren hacer creer que son la auténtica experiencia estética, pero tanto la forma como el contenido de estas acciones son para y por la violencia. Ésta es el verdadero fin y no sólo el medio, el arte es sólo la excusa, la herramienta que consigue sublimarla. No se trata de un arte comprometido políticamente, aquel que querría Benjamin, sino de una nueva forma de ejercicio de poder violento estetizado. Es un perverso ejemplo de aplicación de la normativa estética al mundo real. La acción propuesta, al romper definitivamente con el arte como aurático, consigue, además, acabar con la idea misma de gusto. Como consecuencia de ello se reduce la experiencia estética a experiencia «exitosa», logrando llevar al límite la brecha abierta por los vanguardistas. A través de su intención de registrar visualmente sus acciones producen la estetización de la realidad, esto es, convierten la realidad en virtual. Todo lo contrario que moralizar la realidad, lo que se hace así es permitir la extrapolación a la realidad, no sólo de valores estéticos sino de sus juicios.

El propio Mühl se dio cuenta de que la incorporación de la cámara fotográfica a la aktion, más que ampliar las posibilidades de las acciones, como creyeron en un inicio, disminuía su sentido de totalidad: «la acción sufre un proceso de estetización a través de la imagen filmada»[10]. Querían cambiar la pintura por la acción y consiguieron cambiar la acción por la imagen. También el contenido se ve neutralizado. La solución que dio Nitsch en su Teatro fue la de filmar de forma que fuera lo más fiel a la realidad, sin pensar la acción para ser filmada, como lo hicieran anteriormente, pero sin dejar de filmar. Lo que en todo caso les animó a buscar diferentes formas de «escenificación». Respecto del tema dijo Nitsch: «como muchas acciones eran demasiado fuertes para ser realizadas ante muchos espectadores y los actos públicos resultaban muy caros, preferimos realizar nuestras acciones en privado, en un pequeño círculo y sólo ante algunos fotógrafos. Lo único que quedó de la acción fue la documentación gráfica»[11].

Lo que sucede en la actualidad es que este tipo de transgresiones, que han sido usadas y respetadas en el “Arte”, se están extrapolando a otros medios audiovisuales, como la publicidad, la moda, la televisión: desde el sexo hasta la enfermedad y la tortura. De tal manera que se está practicando una suerte de legitimación circular de ambas manifestaciones: las reconocidas como Arte y las que no ¿Por qué está más legitimado un museo en exhibir fotografías de un accionista vienés automutilándose que un servicio informativo o un film mostrando imágenes con torturas similares? De esta forma se hacen posibles afirmaciones como las del músico Stockhausen cuando dijo que el atentado del 11 de septiembre[12], aunque condenable moralmente, fue una gran obra de arte contemporáneo. Ante lo cual, sólo podemos estar de acuerdo con la opinión de Paul Auster: «el asesinato en sí nunca es arte».

A pesar de todo el montaje mediático que se pudo hacer, en tal caso sólo se lo podría catalogar como snuff movie. «La violencia mortal junto con la opresión y la tiranía, que son sus armas, sólo poseen justificación filosófica en cuanto representaciones estéticas: dadas a nivel existencial no son una questio sino un factum. Como cuestión de hecho la violencia real es sólo accidental y sólo puede ser considerada de dos maneras: en cuanto acción irruptiva y constante del simbolismo de lo consabido o en cuanto decisión absolutamente solipsista librada a la responsabilidad de un sujeto»[13]. Entonces, ¿puede el formato artístico o el objetivo político legitimar la violencia real? ¿No se tratará, más bien, de un arte que legitima la violencia por el arte mismo o, incluso, por la violencia misma? El espectador se reitera la pregunta: ¿Hasta dónde? Justo aquí es cuando el Accionismo representa o plantea las cuestiones éticas por sí mismas: la imagen ya no es sacada de la realidad sino que es insertada en una realidad.

VI

La separación del artista del resto de la comunidad a la hora de su valoración ética y estética es una suerte de elitismo artificial. Muchos artistas e intelectuales modernos y contemporáneos han querido romper con las connotaciones clásicas de arte, con la idea de belleza o incluso de sublime, pero la verdad es que el artista sigue manteniendo ese aura como ser de una sensibilidad especial, que es capaz de enriquecer el desarrollo social porque logra, mediante su arte, poner de manifiesto las contradicciones del proceso histórico en el que nacieron y viven; consiguiéndolo ya que, además, tienen el talento para inventar lenguajes y formas de comunicación nuevos que les permiten ir más allá de los controles ideológicos y del peso de la cultura. En cierta forma son vistos, intencionalmente o no, como benefactores de la humanidad, supuesto similar del que disfrutaron los científicos hasta hace bien poco. Es normal, pues, que características como libertad, flexibilidad y espontaneidad sean no sólo deseables, sino necesariamente respetables en un artista. Pero este supuesto es un artificio y una construcción cultural, como tantas otras que ellos mismos critican.

Cuando el artista crea no sólo se presupone él inocente, sino que existe una presunción de inocencia desde la sociedad hacia el artista y hacia el arte. Hacia éste último porque, mientras no necesita legitimarse como tal desde hace muchas décadas, somos el resto los que debemos demostrar por qué no es arte. Mientras que al artista se le presupone inocente de intenciones, más allá de las propiamente artísticas, porque se le presupone consciente de su situación de actante en el mundo. En este sentido parecen estar más allá del bien y del mal, de tal manera que pueden abordar con su trabajo también lo moralmente inaceptable. Ésta libertad total sería, al perecer, lo que posibilitaría abrir zonas nuevas de pensamiento, visión, sensibilidad, etc. consiguiendo iluminar aquello que está en tinieblas. Así, el arte empuja los límites de lo establecido pero, con ello, los propios artistas trabajan al límite de lo socialmente permitido.

El ámbito de la creación-ficción está inmerso en una red de comunicación cultural basada en valores concretados en cada época, proceso que hace que, al menos, que cada uno de sus agentes sea un ser ético, porque en ella se establecen obligaciones y vínculos morales en los que finalmente la libertad del artista a la hora de la creación exige la consideración y el respeto al otro. He aquí donde ética y estética deben encontrarse y dialogar, porque ambos son en sociedad. No sólo la expresión artística o incluso cualquier tentativa está cargada de una dimensión moral, sino también la percepción, la crítica y la interpretación son procesos éticos y lo son porque exigen comprender el lenguaje y la racionalidad del otro. De esta forma, el modo de actuar dentro de una comunidad es una cuestión que también atañe a la sociedad. El terreno fronterizo en el que se encuentran es peligroso, no sólo para los artistas, que acarician o incluso transgreden los límites legales y los presupuestos éticos y políticos respetados por las democracias occidentales, sino y por esto último, también es peligroso para el público.

En todo caso, no debemos olvidar, al menos, que el arte no es la búsqueda de efectos, sino la construcción de sentido. A pesar de que el escándalo, la repugnancia o la violencia supongan una fuerte acción simbólica, no son las únicas maneras que tiene el arte de descubrir zonas nuevas[14]. Si, en la creación, el artista supera la línea de su compromiso en cuanto agente social, su producción deja de ser arte. Si el placer se convierte en el único canon para un arte o para un criterio estético al que no le sirve ya nada de lo anterior, deberíamos, al menos, recordar que «cualquier persona con sentido común sabe que obrar mal puede producir placer»[15].

Nuestra intención no ha sido la de moralizar, aunque algunos nos acusen de ello por querer cuestionar éticamente el arte, sino el intento de tener en cuenta aquello que reconoció el pensador debole Luís Álvarez: «Echar más fuego nihilista a la hoguera nihilista que consume a los grandes ideales, tanto los clásicos –la felicidad personal- como los cristianos –la salvación no sé si tiene un límite interno»[16].


Los artistas Brus, Muehl, Nitsch y Schwarzkogler

Günter Brus (Ardning, Austria, 1938). Sus primeras acciones se centran en el cuerpo como origen directo de la pintura y lo utiliza en una situación espacial. Con sus Auto-pinturas (Self-paintings) inaugura un método analítico sobre el cuerpo, al que va incorporando un arsenal de pequeños objetos o instrumentos personales de tortura: alfileres, hojas de afeitar, una hacha, tijeras, tornillos, pinzas, etc., creando una imagen heroica de sufrimiento marcada por la herida y la resistencia al dolor. El color es monocromo, especialmente blanco, sobre el que destaca la herida, la línea o el instrumento. El protagonismo de los objetos lo conduce a las Auto-mutilaciones, que lo transforman en héroe y mártir, guerrero que busca la libertad mediante el sacrificio y la autoaniquiliación, capaz de convertirse en una pintura/escultura viviente, como en Paseo [Spazieren], 1965. A partir de 1966 sus acciones se vuelven más radicales, hasta llegar a ser una prueba de resistencia. Zerreisprobe fue su última acción (1970). A partir de ese momento se dedicó al dibujo y a la escritura.

Otto Muehl (Grodnau, Austria, 1925).Hedonista, lúdico y a la vez “sucio”, destructivo, irónico y burlesco. En sus inicios y tras una etapa pictórica, Muehl llega a la acción a través del carácter físico de los materiales y del principio activo de la destrucción. En sus acciones materiales (Material Aktions), el cuerpo humano es tratado como un objeto. La persona es materia: “Una acción material es una pintura que se expande más allá de la superficie pictórica: el cuerpo, una mesa o una habitación devienen la superficie pictórica”. Las acciones materiales, que aún ponen énfasis en el resultado producido por la acción del material contra el cuerpo, serán sustituidas por las acciones totales (Total Aktions), que combinan todo tipo de formas de arte: ruidos, movimiento, espacio, objetos, materiales, luces, olores, etc. La acción total es pura acción, como lo es dormir, pasear, comer, beber, digerir, hablar con alguien, un paso más para transportar el arte a la realidad. Las acciones de Muehl tendrán un componente analítico de liberación de los instintos sexuales en un proceso de auto-terapia, individual y colectiva, presentando la tragedia en clave de humor y llevando el nihilismo dadaísta a la más feroz e irreverente crítica social a su país. A partir de 1970 entra en una nueva fase de vida comunal sustituyendo el arte por la vida misma. Acabará regresando a la pintura.

Hermann Nitsch (Viena, Austria, 1938). Hermann Nitsch, partiendo de
Wagner y de la poesía de Georg Tarkl, así como del arte religioso y especialmente del misterio cristiano y simbólico de la cruz, abandonó su inicial “tachismo” desgarrador para revolver en la sangre de Dionisos el misterio de su sacrificio orgiástico, que es interpretado como un estadio preliminar al sacrificio de Cristo. El cordero desollado se erigirá en símbolo de esos excesos primarios, éxtasis final del sacrificio orgiástico, el cuerpo del padre hecho estragos, un ritual parricida que muestra mediante el éxtasis dionisiaco a la figura del padre como la gran perdedora de esa posguerra, como símbolo asimismo del poder, la familia y el Estado. Das Origen Mysterien Theater (O.M.T.), de filiación sadomasoquista, reflejan en NItsch el misticismo de la existencia. Nitsch seguirá celebrando hasta el día de hoy como evento el concepto y la teoría de Teatro Orgiástico y de Misterio, sin deslindar pintura y acción, en el castillo de Prinzendorf.

Rudolf Schwarzkogler (Viena, Austria, 1940-1969). Fue un esteta, un místico, que incorporó la filosofía oriental a su trabajo. Creó una maquinaria esteticista de la crueldad, bajo una atmósfera esterilizante de hospital, redimida por el artificio de la cosmética. Fue un esteta de la muerte. Entendió el arte como ritual de la vida y la pintura como una puesta en escena de sus instrumentos significantes donde imperaba el ritual estético y sensorial del intercambio entre los sentidos. Influido por Klein, el pigmento azul puro fue el color preferido de su estética apolínea. En su manifiesto Panorama, propone expandir el acto de pintar hacia un acto total que pueda ser una experiencia para todos los sentidos. En sus escritos, define la estética Panorama como el núcleo de un arte nuevo: “Un arte de la capacidad regenerada por la experiencia”. Hay asimismo un deseo de buscar la verdad a través del arte: “El arte es el purgatorio de los sentidos”, “la estética Panorama es la obra de arte total (Gesamtkunstwerk) eficaz”, “la pintura como arte de curar”. Se suicidó el 20 de junio de 1969 lanzándose al vacío desde la ventana de su apartamento.





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[1] Mi contribución a este trabajo no hubiera sido posible sin la financiación de la Fundación para el Fomento en Asturias de la Investigación Científica Aplicada y la Tecnología y la colaboración del Proyecto de Investigación “La lógica de la creencia” (MCT02-BFF01102).



[2] P. Solans: Accionismo Vienés, Nerea, Madrid 2000, pp. 12-13.



[3] G. Bataille: El Erotismo, Tus Quets Editores, Barcelona 2000, p. 203.

[4] J. Baudrillard: De la Seducción, Cátedra, Madrid, 2000. p. 34.

[5] J. Baudrillard: ob. cit.

[6] J. Baudrillard: ob cit.

[7] P. Solans: «Sobre el carácter ético del arte», en Lápiz, nº 167, 2002, pp. 21-33, cit. p.24

[8] P. Solans: Accionismo…, ob. cit. p.82.



[9] L. Álvarez: «El mal: perspectivas filosóficas», en Debats, nº 82, 2003, pp. 110-115, cit. p. 115

[10] P. Solans: Accionismo…, ob. cit. p. 82

[11] Citado en P. Solans: Accionismo…, ob. cit. p. 83

[12] Tristemente, ahora también podríamos preguntarnos si también fue arte lo sucedido el

11M en Madrid.

[13] «La introducción de estos factores estéticos, como es lógico, degradan el mismo concepto de “revolución”, a menos que lo identifiquemos con el de “revuelta justa”. Pero en todo caso la persistencia del mal en cuanto acción interruptiva y mala voluntad continúan informando el “sentimiento trágico de la vida”». L. Álvarez: «El fin del fin. Emancipación sin utopía y apuesta por el Canon global», en Memorana, nº 4, 2001, pp. 113-122, cit. p.119

[14] Un ejemplo, también muy polémico sería el del director de cine Michael Haneke, otro vienés, que con su Fanny Games sí hace una crítica a la violencia: muestra el sinsentido de la misma y hace que el espectador deteste más la violencia que cuando entró en el cine. Él es consciente de que la dicotomía entre realidad y ficción ha desaparecido, es una hibridación, y así se lo hace patente al público mostrándoles que aquello que han elegido para pasar un buen rato podría ser la grabación de un episodio real.

[15] A. Valcárcel: Ética contra Estética, 1ª. Edición, Crítica, Barcelona 1998, p. 150

[16] L. Álvarez: «El fin del fin ... », ob. cit. p.119