sábado, 2 de mayo de 2009

DE VIRUS, INVISIBLES PANDEMIAS, EPIDEMIAS Y GUERRA BIOLOGICA / DOSSIER



Un mundo amenazado. Frágil probeta de experimentos fallidos. Caja de Pandora en donde resuenan los cantos luctuosos de las pestes, las epidemias y la guerra biológica, algunas herramientas algunos textos, cada uno búsquese una bitácora y como lo plantea el actor italiano en el post final EL ORIGEN DEL MAL no dejemos estas cosas en manos de los expertos.



¿Manipulación? Muchas cosas sospechosas en esta crisis sanitaria
Expertos alertan sobre guerra biológica y negocio de Donald Rumsfeld con la «gripe porcina»
por Fernando Velázquez*



El informativo Pacífica entrevistó a distintos expertos en Estados Unidos y México, que alertan sobre la elaboración de armas químicas en los laboratorios del Pentágono y los millonarios beneficios para las transnacionales farmacéuticas. En este caso, para los laboratorios Gilead Sciences Inc. dirigidos por Donald Rumsfeld, que tienen los derechos sobre el fármaco "Tamiflu", que se está vendiendo como remedio para la gripe y que ya hizo una recaudación billonaria con la gripe aviar.

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30 de abril de 2009

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Caracas (Venezuela)

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¿Sabía usted que el virus de la influenza porcina apareció por primera vez en Estados Unidos y que el único medicamento al que parece responder es producido por un laboratorio del que es directivo y propietario Donald Rumsfeld?
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Un revelador trabajo de investigación del Informativo Pacífica, elaborado por el colectivo periodístico con base en California Pueblos Sin Fronteras, plantea varias interrogantes que los medios hegemónicos de comunicación han obviado, en su afán por generar terror entre la población.

¿Cuál es el origen del nuevo virus que ya ha matado a más de cien personas en México? ¿A quién beneficia esta epidemia? ¿Qué otras noticias está sepultando? ¿Para qué se está utilizando la emergencia en México?

El reporte de Fernando Velázquez menciona un artículo de la investigadora Lori Price en el sitio web Globalresearch.ca , titulado "La gripe acaba con los memos de la tortura", en el que ésta señala que la influenza porcina, fabricada probablemente en laboratorios militares de Estados Unidos, ha acabado con la noticia de los memos sobre la tortura ordenada por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) contra prisioneros en Guantánamo, Abu Ghraib, y cárceles secretas.

El artículo mencionado señala que un investigador de biodefensa indonesio declaró el año pasado que Estados Unidos ya podía fabricar armas biológicas en el laboratorio de Los Álamos, usando muestras de la gripe aviar enviadas por Indonesia a la Organización Mundial de la Salud. Detalles sobre el tema aparecen en el libro "Es tiempo de que cambie el mundo: manos divinas detrás de la gripe aviar", escrito por el ministro de Salud indonesio.

Lori Price subraya que la actual histeria provocada por el virus porcino podría dar grandes ganancias a Donald Rumsfeld. El ex secretario de Defensa de Bush es directivo desde hace 20 años del laboratorio Gilead Sciences, Inc. la firma con sede en California que fabrica y tiene los derechos de "Tamiflu", el supuesto remedio contra la influenza que aterroriza al mundo.

Fernando Velázquez también entrevistó para su reporte al periodista Ralph Schoenman, productor del programa radial "Taking Aim" (Apuntando) que se transmite en la emisora WBAI de Nueva York. Schoenman afirma que los laboratorios militarizados a lo largo de Estados Unidos han estado perfeccionando armas biológicas con los virus porcino, aviar, el asiático y otras enfermedades para las que no hay respuesta inmunológica.

"En laboratorios de nivel 4 y 5 en todo el país las enfermedades más virulentas han sido alteradas de tal forma que no hay defensa contra ellas, y han sido arrojadas en varias partes del mundo. Se han dispersado en África, y han sido monitoreadas por militares estadounidenses", afirma Schoenman.

Velázquez también menciona en su reporte el libro "Clouds of Secrecy" (Nubes de secretos), del profesor de políticas de Salud Pública Leonard Cole, quien documenta que por 40 años el Pentágono ha estado esparciendo billones de bacilos I en el metro de Nueva York, en las escuelas públicas de Minneapolis y Saint Louis y, en particular, en la bahía de San Francisco. En esa ciudad, los efectos fueron un incremento en un 10% de meningitis de la espina dorsal. El número de personas impactadas por el bacilo I asciende a 10 millones.

Velázquez recuerda el libro "Matando la esperanza", donde William Bloom describe que en 1971 la central de inteligencia proveyó a exiliados cubanos con un virus que causa fiebre porcina africana. Seis semanas después, un brote de la enfermedad obligó al gobierno cubano a sacrificar a medio millón de puercos. Diez años después la población fue atacada por una epidemia de dengue transmitida por mosquitos, que se extendió por la isla enfermando a más de 300 mil personas y matando a 158 (de los que más de un centenar eran niños menores de 15 años).

Reporta también Fernando Velázquez que documentos desclasificados en 1956 y 1958 revelan que el ejército estadounidense crió grandes cantidades de mosquitos en La Florida y en Georgia para ver si los insectos podían ser usados como armas diseminando enfermedades, y que en 1969 más de 500 estudiantes de 36 países se graduaron en cursos sobre guerra epidemiológica en la escuela de química del ejército en Fort McClellan en Alabama.

Tres millones de dosis


Fuerza Armada de EEUU obtuvo el genoma del virus H1N1: ¿Por qué no hacemos nuestro propio Tamiflu?
El tema de las patentes farmacéuticas ha causado que Roche y Gilead obtengan ganancias multimillonarias. Mientras que los gobiernos no quieren echar para atrás su legislación sobre patentes farmacéuticas, el Instituto de Patología de la Fuerza Armada de EEUU obtuvo el genoma completo del virus de la gripe española, que usa la misma cepa que la gripe aviar y la gripe porcina. ¿Fueron ellos los causantes? No lo sabemos.

Suiza. El grupo farmacéutico suizo Roche dice estar "listo" para enviar al mundo 3 millones de dosis de su medicamento antiviral Tamiflu (Oseltamivir), que la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda contra el virus de la gripe porcina. Roche, con sede en Basilea, había donado en 2006 esas dosis a la OMS para enfrentar una amenaza de pandemia de gripe aviaria, y las mantiene a disposición de la organización, almacenadas en Suiza y Estados Unidos. Aseguran que la OMS confirmó que el medicamento, recomendado contra la gripe aviaria, también es eficaz contra el nuevo virus de influenza porcina, de tipo A/H1N1.

Para el incauto, el gesto de Roche pareciera ser muy benevolente. Pero es necesario recordar que el medicamento fue desarrollado por la empresa estadounidense Gilead Sciences, que fue presidida entre 1997 y 2001 por Donald Rumsfeld, quien luego fuera ministro de Defensa del presidente George W. Bush. Rumsfeld continúa siendo accionista de Gilead, y cuando se inició la pandemia de gripe aviar, que causó un aumento del precio de las acciones de Gilead, circularon artículos de prensa asegurando que Rumsfeld se estaba beneficiando económicamente de esa pandemia.

Tamiflú y las patentes
El anís estrellado es usado para fabricar uno de los componentes del Tamiflu, el ácido shikimico o siquímico extraído de las vainas de esta planta. También puede extraerse de la planta liquidambar, abundante en toda América. Algunas páginas web explican cómo sintetizarlo, pero el tema de las patentes farmacéuticas generalmente impide que empresas o gobiernos puedan sintetizarlo sin el permiso de Roche.

Como se sabe, las patentes permiten que una empresa que haga descubrimientos o innovaciones mantenga la exclusividad de su fabricación y comercialización. Pero cuando se está hablando de una vacuna que puede salvar la vida de millones de personas, muchas personas se preguntan por qué Roche no dona la vacuna al mundo, o por qué los gobiernos no toman la delantera y anulan estas leyes, al menos para estos casos específicos.

Para nada es el interés de Roche o Gilead colaborar en la solución del problema. Ambas empresas ya ganaron inmensas sumas en 2005, vendiendo millones de dosis de Tamiflu a gobiernos asiáticos que temían un brote de la gripe aviar.

Varios gobiernos (entre ellos la India, el segundo país más habitado del mundo) en efecto pensaron primero en sus ciudadanos antes que en las empresas privadas, y dieron autorización para sintetizar el Oseltamivir (Tamiflu genérico) sin el permiso de Roche. Las dosis genéricas cuestan la mitad que sus pares comerciales; Argentina y Tailandia también consideraron medidas similares.

Hoy, en 2009, Roche y Gilead nuevamente se preparan a vender millones de dosis de Tamiflú, que supuestamente puede curar la gripe porcina aún cuando el gobierno mexicano informó recientemente que ninguna vacuna es eficaz, y ofrece una recompensa de un millón de pesos al investigador que desarrolle una.

Fuerza Armada estadounidense obtuvo el genoma del virus de gripe española, "familiar" de la gripe porcina
La cepa H1N1 de gripe porcina que afecta a la población actualmente es un subtipo del Influenzavirus tipo A del virus de la gripe, de la familia de los Orthomyxoviridae. El H1N1 ha mutado en diversos subtipos que incluyen la gripe española, la gripe porcina y la gripe aviar. Mantiene su circulación después de haber sido reintroducida en la población humana en los años setenta del siglo XX.

En 2004 y 2005 hubo mucha controversia en Estados Unidos por un estudio publicado en la revista Science y otras revistas científicas estadounidenses, donde un grupo de científicos, todos del Departamento de Patología Molecular del Instituto de Patología de la Fuerza Armada estadounidense, examinaron y obtuvieron el genoma completo del virus de la gripe española. Entre los científicos estaban Jeffery K. Taubenberger, Ann H. Reid, Raina M. Lourens, Ruixue Wang, Guozhong Jin y Thomas G. Fanning.

Esto generó mucha controversia, dado que el genoma podría ser usado con facilidad, haciendo unas pocas modificaciones, para construir armas biológicas basadas en nuevas variaciones del virus. Taubenberger también comparó cepas H1N1 de la gripe tradicional, con el virus de 1918, descubriéndose que únicamente ha habido alteraciones en 25 o 30 aminoácidos de los 4.400 que componen el virus, lo que demuestra que pocos cambios en el virus H1N1 de la gripe tradicional, pueden convertirlo en un virus mortal.

¿Está el gobierno o la milicia estadounidense detrás del nuevo brote de gripe porcina? No lo sabemos aún con certeza. Pero, ¿hasta qué punto esperarán los gobiernos para considerar seriamente la eliminación de las patentes farmacéuticas, y otras formas de privatización del conocimiento? Tampoco lo sabemos.

¿Por qué llamarla "gripe porcina" si aún no se ha aislado en animales?
Eso lo pregunta la Organización Internacional de Salud Animal, que pide que el virus sea llamado más bien "virus de Norteamérica" por su origen geográfico, tal y como ocurrió con la gripe española. Señaló que es "urgente" investigar el origen de la gripe.

París.- La Organización Internacional de Salud Animal (OIE) pidió hoy que la gripe porcina se denomine "gripe de Norteamérica" al no haberse aislado el virus en los animales por el momento.

"El virus no ha sido aislado en animales hasta la fecha. Por lo tanto, no se justifica el nombre de esta enfermedad como gripe porcina. En el pasado, muchas epidemias de gripe humana con origen animal han sido nombrados por su origen geográfico, por ejemplo, la gripe española o la gripe asiática. Por lo tanto, sería lógico que esta enfermedad llamada ’gripe del Norte-América’", señaló la OIE en un comunicado, reseñó Efe.

La organización reconoció que, con la información de que dispone, puede existir un vínculo entre los casos humanos y animales, incluyendo los cerdos, aunque todavía no se ha demostrado. Señaló que es "urgente" investigar el origen de la gripe y, si procede, "aplicar medidas de bioseguridad" necesarias, incluida la vacunación para proteger a los animales sensibles. De comprobarse su origen animal, la circulación de animales podría empeorar la situación en la región norteamericana y en el resto del mundo, precisó.

La organización aseguró que por el momento sólo se justifican medidas comerciales sobre la importación de cerdos procedentes de los países en los que se han visto afectados humanos. La OIE se comprometió a continuar su "labor de alerta" y a publicar toda información de que disponga sobre el caso.

La organización aprovechó para pedir que se refuerce la red veterinaria de laboratorios de vigilancia sobre la gripe que impulsa junto con la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO). En este sentido, pidió a sus miembros que den a conocer "cualquier secuencia genética del virus de la gripe que obtengan".

El caso de la gripe surgida en México pone de manifiesto la necesidad de tener en todo el mundo una red veterinaria que permita "la detección precoz de los agentes patógenos emergentes con potencial impacto en la salud pública".

¡Sabrá Dios qué peste soltó el Imperio!
¿Se acuerdan de la gripe aviar? Eso multiplicó en forma exponencial los ingresos de las transnacionales del fármaco-terror durante los años 2006-2007. Asia y Europa entonces fueron los objetivos económicos del terrorismo biológico, ante el pánico que causó la publicidad del mal, y las medidas profilácticas que se tomaron en el mundo por los gobiernos, inclusive aquí­ en Venezuela, como hoy sucede con la gripe porcina en la América toda.

¿Se acuerdan de la gripe aviar? Eso multiplicó en forma exponencial los ingresos de las transnacionales del fármaco-terror durante los años 2006-2007. Asia y Europa entonces fueron los objetivos económicos del terrorismo biológico, ante el pánico que causó la publicidad del mal, y las medidas profilácticas que se tomaron en el mundo por los gobiernos, inclusive aquí­ en Venezuela, como hoy sucede con la gripe porcina en la América toda.

“GRIPE PORCINA DESATA PÁNICO”, titula un matutino gati-pardo de circulación nacional en primera página, el 26 de los corrientes, en la nueva escalada mediática y comercial, siendo los medios de desinformación aliados comerciales fundamentales del farmaco-terror, que no tengo la menor duda, esto es el producto de una acción deliberada producida desde el paí­s del sueño americano, para hacer dinero importándole poco lo que haga para lograr el objetivo; que además de recoger unos cobres, contribuye para desestabilizar la región, y, de ser posible tumba gobiernos. ¿Será que ahora nos toca a nosotros, los latinos un ensayo biológico, ante “ciertas insolencias y ligerezas” que se han dado en el sur, en particular las que ha tenido Felipe Calderón? Con mi Imperio no te metas. Después del petróleo, el mejor negocio es la enfermedad.

No niego la posibilidad de esta enfermedad, lo que cuestiono es su origen. ¿No recuerdan la fiebre porcina que atacó a Cuba? En 1972 fue introducido en Cuba el virus de la fiebre porcina, lo que obligó a sacrificar más de medio millón de cerdos; y, entre 1979 y 1981, cuatro plagas que afectaron a personas y cultivos: la conjuntivitis hemorrágica, el dengue, la roya de la caña de azúcar y el moho azul del tabaco.

No porque en USA ahora tengan presidente negro de origen musulmán, van a cambiar o detenerse los planes imperiales. No olvidemos que la OMS es una expresión de la Naciones Unidas, razón que hace cuestionable su integridad y controvertible su imparcialidad.

Hasta los incautos medios revolucionarios reseñan y cito: Diario VEA: constituye una “situación grave” e “imprevisible” con “potencial pandémico”, … . No hago irrelevante la realidad que enfrentamos, más cuando, repito, “sabrá Dios que peste soltó el imperio” y nosotros le estamos haciendo el juego, pero reservarse el derecho a la duda, también es legí­timo. Veremos las fantabulosas sumas de dinero que se dispensarán por y desde los gobiernos latinoamericanos a la prevención de la gripe porcina, a sabiendas de que para ninguna gripe hay profilaxis, mas allá del control migratorio; si no, recuerden los trajes de marcianos exhibidos por el Ministerio de salud y que demostraron durante una gestión de salud de este gobierno bolivariano, que tuvo que enfrentar la gripe aviar, dio sentimiento de frustración, por que si bien no llegó la peste, la lógica y la sensatez apuntaba a lo que sucedió: nada. Dineros que terminarán en el norte, pues son ellos quienes venden los saumerios, atavíos y contras, de las pestes que ellos mismos nos mandan.

La OMS decide cambiar el nombre de la gripe porcina al de gripe AH1N1
"Hemos abandonado la denominación de gripe porcina por el de gripe AH1N1 porque el virus es cada vez más humano y cada vez tenía menos a ver con el animal", explicó el portavoz de la institución Dick Thomson.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) decidió este jueves cambiar el nombre de la hasta la fecha llamada gripe porcina por el de gripe AH1N1.

“Hemos abandonado la denominación de gripe porcina por el de gripe AH1N1 porque el virus es cada vez más humano y cada vez tenía menos a ver con el animal“, explicó el portavoz de la institución Dick Thomson.

“Hemos recibido muchas consultas de asociaciones de animales y productores cuestionándonos sobre el nombre, y finalmente hemos decidido cambiarlo”, agregó el portavoz.

Asimismo, la OMS elevó su recuento mundial de casos confirmados de gripe AH1N1 a 257, comparado con los 148 de ayer (miércoles).

El organismo dijo que el número de casos confirmados en México ascendió a 97, con siete muertos. La cifra de Estados Unidos es de 109 con un muerto.

Alberto Cudemos: El virus no se transmite a través de los cerdos, sino de humano a humano
El mercado porcino ha sido afectado en 80% en España, en 40% en México, mientras que en Venezuela ha sido de 30%. "Es una bomba atómica que se le está dando al sector porcino sin ninguna razón. Porque no hay ni un cerdo afectado", expresó el presidente de Feporcina, Alberto Cudemos.

No hay un solo cerdo afectado por la enfermedad de segunda influencia y en la medida en que van pasando los días se comprueba que no se transmite a través de los cerdos, sino de humano a humano.

Así lo puntualizó, Alberto Cudemos, presidente de Feporcina, durante el programa Despertó Venezuela, que transmite VTV, al desmontar la matriz que se ha impuesto en torno al nuevo virus que ha afectado hasta ahora el hemisferio norte.

Argumentó que todavía no se ha localizado el famoso cerdo que le pegó supuestamente la fiebre amarilla al niño paciente cero en México.

Organizaciones solicitan cambiar nombre al virus
Destacó que la Asociación Mundial de la Salud Animal y la Organización Internacional de Bisontes, entes reconocidos por Naciones Unidas, han señalado que el cerdo no es el causante de la enfermedad. Es por ello que estas organizaciones solicitan junto con Feporcina, que se le designe otro nombre a la enfermedad.

Cudemos resaltó que en Venezuela, existe una comisión de prevención del virus, presidida por el ministro Mantilla, y representantes del Instituto Nacional de Sanidad Agrícola Integral y Feporcina.

Resaltó que el mercado ha sido afectado en 80% en España en 40% en México, mientras que en Venezuela ha sido de 30%. "La producción porcina a escala mundial está siendo afectado", expresó.

Argumentó que no hay otra proteína carnina que pueda competir con el consumo de cerdo a escala mundial y que por ello la economía de alimentación del mundo depende de nuestro sector.

"Es una bomba atómica que se le está dando al sector porcino sin ninguna razón. Porque no hay ni un cerdo afectado".

En materia de salud animal agregó que el Instituto Nacional de Sanidad visita las granjas y fincas y que en el aspecto de sanidad humana, hay un cuerpo de médicos que está recibiendo a los aviones que vienen de México.

Reiteró que no hay ningún riesgo en consumir carne de cerdo, o cualquier producto proveniente del cerdo.

Fernando Velázquez

Fernando Velázquez, del colectivo periodístico Pueblos Sin Fronteras


Guerra biológica: ¿el origen de la enfermedad?
La guerra contra el ciudadano
Por Rafael Palacios


El autor insta a reproducir este artículo en todos los medios posibles. Únicamente, señalando su autoría. Más en www.rafapal.com


El uso de la enfermedad como arma de guerra contra el enemigo no es algo nuevo. Los historiadores de la medicina están relacionando la extensión de las denominadas plagas o pestes de la Edad Media como armas biológicas. Está comprobado que ya en el siglo XIV, los tártaros lograron conquistar la fortaleza de Kaffa, en el Mar Negro, enviando cadáveres contaminados mediante catapulta, lo que extendió la epidemia en la ciudad asediada. Los supervivientes que huyeron por el Mediterráneo llevarían este virus a Europa cuando desembarcaron en Italia, extendiendo una de las famosas pestes que la asolaron en aquellos años.
Hoy día, son muchos los investigadores que sostienen que las pestes de la Edad Media fueron extendidas artificialmente a través del agua, como ocurrió recientemente con la epidemia de cólera en Zimbabwe, denunciada como una guerra biológica por el presidente de este país, Robert Mugabe, cuestionado por las potencias coloniales.
La viruela fue utilizada como un arma desde el siglo XVIII: los ingleses ofrecieron a los indios americanos, aliados de los franceses, unas sábanas contaminadas con viruela sufriendo los indios posteriormente una epidemia devastadora.
Lo que no podían esperar es que también terminara afectando a los propios militares, por lo que el ejército USA tuvo que vacunar a sus soldados contra ese agente. Durante el sitio de Québec, las tropas de Washington sufrieron de este mal y acordaron vacunarse para esta enfermedad.
Jeanne Cono, del Centro para el Control y Prevención de la enfermedad en Estados Unidos, entidad ligada al ejército, afirmó en un vídeo promocional, “la idea de usar la enfermedad como un arma llegó a un nuevo nivel de sofisticación a comienzos de los años 30 con el programa nacional de guerra biológica”. Según el ejército norteamericano, “este programa fue puesto en marcha para contrarrestar al activo programa japonés de guerra biológica, que desarrolló entre 15 y 20 agentes capaces de generar enfermedades, con el ántrax como prioridad. Estados Unidos comenzó con estos programas en previsión de que tanto Alemania como Japón les tomaran la delantera”. Todas estas afirmaciones aparecen en el vídeo “Historia de la guerra biológica”, una coproducción de la CIA y el departamento de Seguridad Interna, FEMA, hecho con el fin de “prepararte a ti y a tu familia para una amenaza bioterrorista”.

En 1931, durante la guerra entre China y Japón, el general japonés Ishi utilizó un virus como arma, introduciéndolo en la disputada región de Manchuria a través de aves contaminadas: “así nadie les podría señalar porque parecería una epidemia natural”, afirma Cono. Se dice que, al concluir la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos heredó todos los secretos japoneses en este tipo de guerra, incluyendo el agente “kuru” que habían probado con aborígenes en Papúa Nueva Guinea, una isla del Océano Pacífico. Mucho más tarde, este agente sería aislado por el premio Nobel, condenado por pederastia, Carleton Gadjusek, siendo conocido como Prion o “de las vacas locas”. El gobierno de Estados Unidos reconoció en 1971 que el Kuru fue creado por los japoneses, aunque todavía hoy se le atribuye un origen natural, concretamente a la ingesta de carne humana por parte de los caníbales de Nueva Guinea.

Origen en el siglo XX
En 1932, el Instituto Rockefeller para la experimentación del Cáncer mató a 13 personas inyectándoles virus del cáncer. Oficialmente, esas investigaciones se realizaban para prevenir ataques de potencias rivales o “por el progreso de la ciencia”.
Pero no sería hasta 1941 cuando el programa de guerra biológica americana comenzara oficialmente, es decir, de acuerdo a los documentos y memorandos oficiales. Según esos mismos documentos, la dirección de ese programa fue encargada a George W. Merck, heredero del presidente de la corporación Merck y desde 1925, su presidente. Hoy dia, como es sabido, la firma Merck es uno de los grandes gigantes de la industria farmacéutica. Al otro lado del Atlántico, los experimentos corrían en paralelo.
En 1942, los ingleses condujeron sus primeros experimentos en guerra biológica con bombas con ántrax, para determinar si las esporas actuaban sobre las ovejas. Los experimentos en la Costa de Escocia confirmaron que el ántrax podría ser extendido mediante explosivos y que quedaba en el suelo durante décadas. De hecho, el lugar donde se realizaron estos experimentos estuvo cerrado al público hasta finales de los años setenta. Pero eso no fue todo: entre 1940 y 1979 la población inglesa fue rociada con químicos y microorganismos letales sin previo aviso.
Sin duda, la Alemania nazi se destacó en este campo, como en muchos otros de la ciencia. En los campos de concentración alemanes se experimentó con los humanos allí encerrados en cuestiones tales como el efecto de las radiaciones o técnicas psicológicas y biológicas para el control mental.
Es desconocido para el gran público que esos grandes biólogos, médicos y psiquiatras obtuvieron la amnistía de sus crímenes tras el Proceso de Nuremberg, con el fin de que se fueran a trabajar para el gobierno estadounidense, incluido el doctor Mengele, exiliado en Paraguay y Brasil. Este Proyecto se conocería como “Paperclip” y uno de sus máximos gestores fue el omnipresente Henry Kisinger, judío de origen alemán, posteriormente nacionalizado norteamericano, según informaciones de su biógrafo, Walter Isaacson. El resto de los grandes científicos pasaría a trabajar para los “archienemigos” comunistas pero seguirían estando en contacto.
Las relaciones entre el nazismo y el gobierno estadounidense comenzaron por el senador Prescott Bush (padre y abuelo de futuros presidentes) quien, a través de su empresa Brown Harriman y el Union Bank Corporation, financiaría la campaña de Hitler para llegar al poder a través de la familia Thyssen. Brown Harriman se convertiría, con el paso del tiempo, en la conocida contratista militar Halliburton, a cuyo mando estaría el posterior vicepresidente, Dick Cheney.
Por su parte, el complejo fármaco-biológico IG Farben, propietario de la empresa farmacéutica Bayer, fue financiado desde el principio por la empresa de la Familia Rockefeller, Standard Oil, lo que liga a las industrias petroleras y farmacoquímica. Allen Dulles posterior director de la CIA, trabajaba para Rockefeller y era el contacto en Alemania con IG Farben. En 1951, Erin Traub, jefe de armas biológicas de Hitler, estaba ya trabajando para el Departamento de la Marina investigando 40 cepas de virus muy contagiosos.
Las conexiones entre la industria farmacéutica, el nazismo y los gobiernos quedaron pues, asentadas desde aquella época.
Según la citada portavoz del gobierno USA, Jeanne Cono, en 1953 Estados Unidos comenzó un programa ofensivo de guerra biológico, con “unos modestos medios” en las instalaciones de Fort Detrick, cerca de Maryland. Al terminar ese programa, siempre según reconoció la portavoz Cono en vídeo promocional, “habían desarrollado siete agentes incapacitantes, incluido el ántrax”.
Sin embargo, el libro del que fuera Relaciones Públicas de las citadas instalaciones, Norman Covert, “La historia de Fort Detrick”, demuestra que las instalaciones de Detrick no eran ni mucho menos humildes. En sus 500 hectáreas de extensión, trabajaban 300 científicos, 250 microbiólogos, 40 de ellos, catedráticos, y 150 especialistas como matemáticos o patólogos, así como 1000 personal especializado. Anualmente, usaba 900.000 ratas, 50.000 conejillos de indias, 2500 conejos y 4.000 monos, al margen de numerosos caballos y ganadería.

Secretos de un lado y otro
Hoy sabemos que las investigaciones sobre armas biológicas de ambos bloques fueron “algo más que en paralelo”. En realidad, los secretos fluyeron a través de agentes dobles tan importantes como el banquero Lord Rothschild, perteneciente al famoso grupo “Los cinco de Cambridge”. La razón es que ambos bloques estaban gobernados por los mismos poderes, que así alimentaban la falsa carrera armamentística, y el telón de acero solo era un telón… de teatro para incautos.
El informe Iron Mountain (Montaña de acero) de 1963 sobre los peligros potenciales para el mundo de finales del siglo XX, encargado a la Corporación Rand, aludía especialmente a la superpoblación: “Para mantener la paz en el interludio hacia el nuevo milenio, es preciso manejar el incremento de la población mundial”. Hombres como David Rockefeller y Henry Kisinger consideraron “la guerra como necesaria para el progreso económico, político y social… La guerra es imprescindible para la supervivencia del sistema tal y como lo conocemos hoy”. Pero la guerra como arma de despoblación tenía que ser mejorada con otros agentes. En el citado y polémico informe se lee: “Una alternativa viable para la guerra podría ser la generación de una amenaza externa de suficiente magnitud para que la ciudadanía demande una reorganización y la aceptación de una autoridad política”. En otras palabras, se buscaba una alternativa para sabotear a las sociedades sin destrozar infraestructuras.
Entre las propuestas realizadas por el grupo de intelectuales y expertos reunidos, las siguientes: “Alternativas a la guerra pueden ser la generación de enemigos ficticios [terrorismo]”. Asimismo, recomendaron “la destrucción ecológica” y de la genética humana y “un comprensible plan eugenésico” (selección de la raza) través de un “medioambiente destructivo”. Se dice que hombres como Werner Von Braun participaron en este panel de expertos compuesto, con seguridad, de muchos médicos y biólogos cuyas tremendas consecuencias pueden interpretar los lectores de esta revista a la luz de las informaciones publicadas a lo largo de estos años.
De acuerdo a memorandos secretos descubiertos por Leonard Horowitz, el programa especial de virus del cáncer, data de 1962. Por aquella época, ya se habían creado, entre una larguísima lista, los virus de la leucemia, linfoma, herpes, gripe, mononucleosis, Kuru (prion), tumor de mama, meningitis…
Los sujetos de experimentación procedieron de diferentes ambientes pero, en un principio, cogieron lo que tenían más a mano: los propios militares. Una investigación del Congreso reveló que las esposas de militares norteamericanos de tierra recibieron dosis de vitaminas que en realidad contenían uranio 239 y plutonio 241 altamente radiactivo con el resultado de abortos y muertes de las madres. Según esas mismas investigaciones, entre 1910 y 2000 se llevaron a cabo 20.000 experimentos entre la gente de Estados Unidos. Por ejemplo, se realizaron experimentos con radiación de uranio y plutonio en hospitales con el consentimiento de las “agencias de salud” del gobierno USA. En 1968, el Pentágono probó un arma biológica mortal en el metro de Nueva York colocando, al mismo tiempo, personal en los hospitales para monitorizar sus resultados.
Solo en 1972 se supo que 400 hombres negros fueron infectados de una bacteria de la sífilis durante varias décadas, en un experimento conducido por el Servicio Público de Salud conocido como el “Tasquidee experiment”. Tiempo después, algunos de los supervivientes fueron indemnizados por el propio Estado. La razón de que se fijaran en este colectivo es que se le veía como un potencial enemigo, debido a la lucha por su liberación capitaneada por Malcom X y Martin Luther King. Israel también efectuó sus propios experimentos en este campo (ver cuadro).

Convención de Ginebra
Oficialmente, el presidente Richard Nixon renunció al uso de armas biológicas en el marco de la Convención de Ginebra de 1969 que prohibió este tipo de armas. William Patrick III, jefe de guerra biológica en Fort Detrick, afirmó que “con Nixon se destruyeron todas las cepas”. Su opinión es importante, pues él fue el líder de los desarrolladores del ántrax.
Sin embargo, según la revista Nature, nada cambió en el programa de guerra biológica salvo la percepción de la opinión pública… Antes de reducirse, el presupuesto para guerra biológica pasó en ese mismo año de 21’9 millones de dólares a 23’2. Sencillamente, las cepas se trasladaron –parece que temporalmente- a otras instalaciones en Pine Bluff, Arkansas.
En ese año 1969, según Horowitz, las dependencias de guerra biológica ya tenían cepas de linfomas, leucemia y gripes para distribuirlos a las industrias farmacéuticas. Ese mismo año, el Ministerio de Defensa pidió al Congreso 10 millones de dólares para desarrollar agentes biológicos sintéticos a través de la Academia Nacional de las Ciencias. Es decir, casi la mitad de lo que habían empleado para esa investigación ese mismo año. Algunos de esos agentes serían idénticos a los que conformarían el VIH.
Las instalaciones de Fort Detrick se convirtieron en el centro de investigación sobre el cáncer en 1971. Todo ello, quince años antes del descubrimiento del virus del sida, a cargo del investigador Robert Gallo… que daba la casualidad que trabajaba para este mismo programa a través de la empresa Bionetics, el mayor contratista del ejército norteamericano en ese tiempo. Bionetics era una filial de Litton Industries, una empresa que llevaba todos los asuntos del Instituto del cáncer en Fort Detrick. Su director, Roy Ash, fue el antecesor de Kisinger como asesor de seguridad. Cuando le sustituyeron de ese puesto en favor del reputado conspirador, le hicieron el “responsable en la Casa Blanca de asuntos de negocios y la industria”.
A su llegada a puestos de responsabilidad en la Administración Nixon, el propio Kisinger requirió al almirante Zumwalt un reordenamiento de la sección de armas biológicas. Asesorado por el almirante Zumwalt, según Walter Isaacson, manager-editor de la revista Time y biógrafo de Kisinger, éste eligió la opción del desarrollo de armas contra el sistema inmunitario como el sida o el ébola para manejar la “depoblación mundial”. El contrato fue a parar a sus colegas de la Casa Blanca, la empresa Litton Bionetics, en la que trabajaba Robert Gallo, posterior “descubridor” del sida.


La extensión del ántrax
En 1979, los rusos tuvieron un fallo en la experimentación con el ántrax que produjo varios muertos. Poco tiempo después, uno de los mayores expertos soviéticos en ese campo, llamado Kanetjan Alibekov, se pasó al lado capitalista, cambiándose el nombre por el de Ken Alibeck y pasando a colaborar con el citado William Patrick III. Ese mismo ántrax llegaría al Irak de Sadam Hussein, a traves del Departamento de Comercio de USA, que le dio una licencia del “American Type Culture collection” en los años 80. Este dato está publicado en el “BOE” de Estados Unidos. Para corroborar esta “extraña alianza”a los ojos de la actualidad, existe una fotografía de aquella época en la que se ve a Donald Rumsfeld (más tarde, ministro de defensa con George Bush hijo) estrechando la mano del posteriormente archienemigo Sadam Hussein.
Para el doctor Leonard Horowitz, autor del extraordinario vídeo “In lies we trust” (En las mentiras creemos), la vacunación contra el ántrax es el origen del Síndrome de la guerra del Golfo que afectaría a muchos ex combatientes USA a su vuelta a Estados Unidos: fatiga crónica, gripe recurrente y baja temperatura corporal. Síntomas todos ellos asociados al “micoplasma”, un agente que contaminó la vacuna de ántrax proporcionada a miles de soldados estadounidenses.
Curiosamente, el Baylor College of Medicine, a cuya junta pertenecía George Bush padre, trabajó con diversos agentes de guerra biológica, incluido el micoplasma. Según el perseguido investigador Garth Nicholson, estos estudios se relacionan con la compañía Tannox Biosystem, contratista del gobierno norteamericano, que también había vendido armas biológicas a Irak. Tannox Biosystem era propiedad de James Baker III, un hombre que, entre otros muchos cargos, ostentó el de Ministro de Asuntos Exteriores entre 1989 y 1992, con George Bush Padre, y que hoy día es capitoste del todopoderoso lobby Carlyle Group.
Leonard Horowitz afirma con rotundidad que “los militares que fueron a la Guerra del Golfo fueron usados como cobayas”. Hoy día ha sido confirmado por las propias autoridades estadounidenses que las esporas de ántrax que aterrizaron en oficinas gubernamentales, en forma de sobres, en los días posteriores al 11-S, salieron de laboratorios ligados al propio ejército norteamericano, concretamente, de las instalaciones de Fort Detrick.
Corroborando todas estas informaciones, el FBI descubrió que los envíos de ántrax del 2001 habían salido de contratistas militares, como el DGP y el Aerosol Science Labs (BMI: Battle Memorial Institute), que facilita material de guerra biológica y el programa de adquisición de vacunas a través de los proyectos Jefferson y Clearvision. Curiosamente, Cipro, la única cura para el ántrax, había sido desarrollada por la empresa Bioport, dirigida por un ex almirante USA y ex embajador en Inglaterra: William Crowe.
A principios del siglo XXI, William Patrick III seguía vivo y trabajando como asesor en guerra biológica. Sin duda, este hombre, fallecido recientemente, contaba con una clara intuición de los hechos pues en 1999 escribió un memorando en el que, curiosamente, alertaba sobre el peligro del envío del ántrax en sobres. En el año 2001 los envíos de esporas de ántrax en sobres a delegaciones gubernamentales norteamericanas causaron 22 heridos y 5 muertos.
El pasado 29 de julio moría, aparentemente “suicidado”, el investigador en “biodefensa” Bruce Ivins, que estaba siendo acusado de haber enviado las citadas esporas de ántrax. A pesar de que el FBI pintó a Ivins como “sociópata vengativo que no soportaba ser el blanco de la investigación”, sus compañeros de trabajo han negado que fuera el culpable recordando que era voluntario de la Cruz Roja, tocaba el teclado en una iglesia, le gustaba cuidar el jardín y era un hombre hogareño. También negaron que se hubiera suicidado. Previamente, las acusaciones habían señalado al científico árabe Ayaad Assas, en cuya defensa había salido el propio Ivins. Las intrigas dentro de Fort Detrick (de donde salió el ántrax) ya habían subido de tono cuando el doctor Zack (de origen judío) fue expulsado de las instalaciones por haber acosado al también científico Ayaad Assas, de origen árabe, al que Zack pretendía culpar de los envíos. El asunto toma tintes de película cuando nos enteramos de que Zack fue grabado por las cámaras de las vigiladísimas instalaciones entrando en ellas cuando ya había sido expulsado de su puesto. Assas negó posteriormente que su amigo Ivins se hubiera suicidado en entrevista a un periódico del área de Fort Detrick.

Armas genéticas
El plan de depoblación de la Tierra ya estaba en marcha a comienzos de los años 70. Concretamente, el Memorando de Seguridad Nacional 200, de 10 diciembre 1974, llamaba a “la depoblación del Tercer mundo”, por encargo del “Grupo de armas nucleares”, presidido por Henry Kisinger, asesor de seguridad nacional durante el gobierno Nixon. Algunos de sus párrafos decían así: “Hay un gran riesgo para el sistema económico, ecológico y político según el sistema comience a fallar, y para nuestros valores humanitarios”…. “Los habitantes de las ciudades pueden, aunque no lo parezca al principio, constituirse en una fuerza violenta que ponga en riesgo la estabilidad política. En relaciones internacionales, los factores poblaciones son cruciales y a veces determinan los conflictos violentos de las áreas en desarrollo. No hay una estrategia única sino que, al mismo tiempo, existen diferentes opciones que deben ser sopesadas para países y poblaciones diferentes”. Según Horowitz, no hay duda: estas agendas eugenésicas llevaron a la creación de los retrovirus, entre ellos, el ébola y el sida, incapacitadores del sistema inmunológico.

Expertos en epidemias muertos extrañamente
A principios del pasado mes de julio, dos “estudiantes franceses”, expertos en microbiología, fueron salvajemente asesinados en Inglaterra. Sin embargo, mientras en los medios de comunicación oficiales, Laurent Bonomo y Gabriel Ferez aparecían como simples estudiantes de doctorado, otras informaciones aparecidas en medios de comunicación ingleses (incluida una televisión) afirmaban que estos dos franceses eran unos expertos en microbiología que habían trabajado en un laboratorio para Indonesia y que, en realidad, los dos “estudiantes” eran investigadores de la gripe aviar.
Por las mismas fechas en las que sucedía este extraño caso, una investigación del gobierno indonesio revelaba que un laboratorio clandestino de armas biológicas por cuenta de la corona británica a través del London’s Imperial College, había funcionado en Indonesia durante 30 años. “Casualmente”, esa fue la institución que descubrió el brote de gripe aviar. El gobierno indonesio, que supuestamente contrató a los dos franceses, había ordenado al estadounidense que desactivara el laboratorio Namru-2 con el argumento de que no sólo no había conseguido resultados sino que, además, era una operación de espionaje. Al parecer, Namru-2 estaba desarrollando armas biológicas, contraviniendo el tratado firmado en su día por los indonesios. Curiosamente, el por entonces jefe del Pentágono, Donald Rumsfeld, ex director de la empresa Searle y ex miembro del consejo de administración de Gilead Sciences, fue el beneficiario de las inmensas compras de medicamentos para la gripe aviar: el famoso Tamiflú.
La embajada norteamericana en aquel país se defendió argumentando que el laboratorio Namru-2 llevó a cabo investigación sobre enfermedades infecciosas “para servir al interés de su país y de la comunidad internacional”. Sin embargo, el ministro de defensa indonesio, Juwono Sudarsono, contestó que el gobierno indonesio solo garantizaba la inmunidad diplomática a dos miembros del staff del laboratorio.
En 2003, el prestigioso epidemiólogo italiano Carlo Urbani, de 46 años, moría víctima del SARS, el Síndrome Respiratorio Agudo, la nueva enfermedad que él mismo había conseguido “detectar”. Gracias a su propia acción, la epidemia pudo ser atajada en Vietnam, pero a consecuencia de su exposición a ella, se infectó del temido virus. Urbani es uno de los muchos biólogos especializados en epidemias y guerra biológica que han muerto en circunstancias extrañas en los últimos años, más de cincuenta en la última década.
El SARS, también conocido como “neumonía asiática”, se caracteriza por afectar especialmente a los genotipos raciales “asiáticos”. Para algunos, el laboratorio señalado de Indonesia sería el lugar donde se desarrolló la gripe asiática, una enfermedad diseñada para atacar el ADN de la población de este continente. Según el periodista canadiense Benjamín Fulford, ex editor de la revista Forbes en Canadá, el SARS forma parte de la guerra biológica para detener el poderío de los chinos. En términos modernos, un arma “étnica”.
Tanto Horowitz como el investigador Richard Preston coinciden en que el ébola puede tener un origen parecido a otras armas “étnicas”. La razón es que su área de influencia se ha circunscrito a la población africana. Apareció por primera vez en 1967 en tres diferentes lugares de experimentación en el mundo matando a 7 y dejando 30 heridos. Curiosamente, estas cepas eran las mismas con las que investigaba el suministrador de monos para experimentación -al mismo tiempo que contratista del ejército americano- Litton Bionetics. Según el investigador Richard Preston, la prueba es que el primer brote de Ebola salió de una cueva de Sudán, cercana a las instalaciones de Bionetics en Africa. Según descubre Leonard Horowitz en su libro “Virus emergentes: sida y ébola”, “el rhabdo sarkoma que utilizaron crearía el Ebola. Entre 1965-67 los experimentos de Litton Bionetics llevaron a la eclosión del Ébola. La característica de estos virus artificiales es que mutan con mucha más facilidad que los naturales. El segundo brote de Ebola en Uganda se sospechó que había sido implantado por la CIA porque era idéntico al otro y la única explicación para ello es que había estado guardado en cámaras refrigerantes”.
El documento “Revolution in military affaires” (años 80) encargado al US Army War College en los años 80 es el primero conocido en el que se hace alusión a la transición de las armas letales (nucleares) hacia “armas no letales” para desarrollar armas como los virus del cáncer que son mortales pero matan lentamente, a través del organismo médico. Estas armas no letales engloban el uso de tóxicos químicos, biologicos y electromagnéticos incluyendo microorganismos modificados genéticamente, llamados globalmente “GMO” que hacen que la gente enferme. Los medios de comunicación tendrán un papel fundamental en la adopción de estos estilos de vida, relacionados con la “pastillización de la vida” a través de la televisión y el cine, sobre todo. Y ello es así porque, según el citado documento de “La Revolución en los asuntos militares”, estas políticas “podrían tener la oposición de individuos no condicionados”, es decir, personas que piensen por sí mismas. Así que los medios de comunicación tendrían que cambiar los valores de la población, condicionándolos para la adopción de esta nueva cultura de la enfermedad promovida por unas mentes pensantes englobados en la corriente “eugenista”. Heredera de biólogos como Charles Darwin, Francis Galton y Julian Huxley, fueron los inspiradores del nazismo y una cierta corriente del ecologismo –hoy muy en boga- que sostiene que el ser humano es un problema para el ecosistema. El famoso filósofo y eugenista y Bertrand Russel, defensor de la “selección de la raza humana”, escribió extensamente en “El impacto de la ciencia en la sociedad”, acerca de cómo las vacunas con mercurio y otros tóxicos harían que la gente desarrollara “lobotomía químicas que los volverían zombis”, es decir manejables y sumisos.
El Príncipe Felipe de Inglaterra, otro “ecologista” defensor del genocidio de gran parte de la población mundial, afirmó en agosto de 1988, en entrevista con la Deutch Press Agentur. “En caso de reencarnación, me gustaría hacerlo como un virus mortal, para contribuir a solucionar el problema de la superpoblación”.
La clave de todo esta sucia estrategia ha sido, según Horowitz, hacer confundir las palabras vacunación (artificial) e inmunización (proceso natural de protección cuando se expone a un agente). A través de las vacunas se han inoculado, según sus contrastados datos, todo tipo de virus.


Cuadro: Robert Gallo y el origen del sida
En 1997, en la conferencia sobre el sida celebrada en Vancouver, Canadá, el doctor Horowitz asaltó a preguntas a Gallo sobre si sus experimentos habían dado lugar al virus del sida, a través de unos monos que la empresa Litton Bionetics había llevado a Nueva York para crear vacunas para la hepatitis B. Gallo se removió de la silla incómodo por las acosadoras preguntas que se pueden ver en vídeo en youtube escribiendo “Gallo, AIDS, Horowitz”. Esgrimiendo unas publicaciones científicas de la época (National Academy of Scientist) de 1970, el propio Horowiz encaró a Gallo recriminándole haber mezclado los virus de la leucemia, linfoma y sarcoma, de diferentes cepas de animales, para crear el VIH, quince años antes de que fuera detectado por el departamento de salud americano. La respuesta de Gallo fue: “el virus del sida no pudo ser creado artificialmente a menos que se fuera un genio. Existía antes de que fuera “aislado”. El doctor Leonard Horowitz tiene pruebas de que el virus SV40, componente del VIH, llegó en 1978 en la vacuna contra la hepatitis B que fue inyectada a la población que practicaba la homosexualidad. Jonathan Man, director de asuntos del Sida de la OMS dijo, tras escuchar las preguntas de Horowitz que “más que un asunto médico, el sida es una imposición sociológico y político”.
En el vídeo “In lies we trust”, se puede escuchar a Maurice Hilleman, jefe de la división de vacunas de Merck, explicando cómo trajeron a los monos de Africa contaminados con SV40 que llegarían a Nueva York vía Madrid y que, según Horowitz, introducirían el virus del Sida. El SV40 también fue introducido en la vacuna de la polio durante los años 60.

Cuadro. Israel experimentó con cáncer con su población sefardita
Todavía más sorpresa causará conocer que el gobierno de Israel “prestó” al de Estados Unidos miles de jóvenes sefarditas para experimentar con el cáncer. El documental “10.000 radiaciones”, producido por Dimona Producciones Ltda. (2003) y dirigido por Asher Khamias y David Balrosen causó el horror en Israel al demostrar que en 1951 el director general del ministerio de Salud israelita, Dr. Chaim Sheba voló a EEUU y volvió con siete aparatos de rayos X proporcionados por el ejército estadounidense. Esos aparatos serían usados en un experimento masivo que tuvo por cobayas a una generación completa de niños y jóvenes sefarditas. La mayoría de las víctimas fueron marroquíes porque ellos eran los inmigrantes más numerosos entre esta rama del judaísmo, de origen ibérico. Estas radiaciones envenenaron una generación entera que se convertiría en los perpetuos pobres del país y en la clase delictiva.
Seis mil de los niños murieron poco después de recibir sus dosis, muchos de los restantes desarrollaron cáncer que los fue matando con el tiempo y otros todavía hoy continúan enfermos… o muriendo. Los que sobrevivieron padecieron de desórdenes como epilepsia, amnesia, enfermedad de Alzheimer, dolores de cabeza crónicos y psicosis.
Para convencerles, los padres de las víctimas fueron engañados diciéndoles que se les enviaba a “viajes escolares” y que las radiaciones iban encaminadas a un tratamiento para la peste del cuero cabelludo. Todo ello, supervisado por el ministro de defensa de Israel en aquella época, y hoy presidente del país, Simón Peres, también de origen sefardita.
Pero no era la primera vez que el estado de Israel realizaba una práctica similar. Nada más proclamarse el estado de Israel, niños de origen yemenita fueron secuestrados por el propio gobierno y enviados a Norteamérica para morir cruelmente en experimentos nucleares. La razón es que, por aquel entonces, el gobierno estadounidense había prohibido los test en humanos y necesitaban otros “conejillos de Indias”. El gobierno israelita estuvo de acuerdo en proporcionar a los humanos a cambio de dinero y secretos nucleares. Todos estos datos fueron corroborados por el rabino David Sevilla, de Jerusalén.


Cuadro: Así suprimieron la medicina natural
Por encargo de las Fundación Rockefeller de la que su hermano Simon era “director para la investigación médica” y de la Fundación Carnegie, el doctor judío Abraham Flexner publicó un informe en 1910 titulado “Educación médica en Estados Unidos y Canadá”. En el citado informe, el propio Flexner dio el monopolio de la salud a las compañías farmacéuticas, eliminando a la medicina natural, homeopatía, masaje, etc. Ese es el verdadero origen de la situación que se vive actualmente en la que las compañías farmacéuticas (aliadas de los eugenistas) detentan el monopolio de la “salud”. (Y me perdonan el chiste negro).


EL ORIGEN DEL MAL

UNA OBRA DE "TEATRO" A LA MANERA DE LA Stand-Up Comedy QUE EXPLORA LAS TEORIAS SOBRE LOS ORIGENES DEL SIDA (14) SETS EN YOU TUBE.(Christian Biasco (2005) Subtítulos de Xaviera Torres)








LA PESTE IMAGINARIA

Luis Britto Garcíaluisbrittogarcia.blogspot.com



1
Para convencer al Faraón de que deje salir a los hebreos de Egipto, Moisés pide a Jahvé siete milagrosas plagas. Un día, todos los primogénitos de las familias egipcias amanecen muertos. La peste es voluntad de Dios, o Dios mismo.
2
Se rompe el Séptimo Sello, y el apóstol Juan ve caer las estrellas y los mares tornarse en sangre. En el firmamento cabalgan los jinetes del Hambre, la Muerte, la Guerra y la Peste. La plaga es condición del Apocalipsis, instrumento necesario del Fin de los Tiempos.
3
Por los cielos de la Edad Media galopa la Peste. Unos la atribuyen a los brujos, otros a los cometas, los más al castigo divino. Rogar a Dios su cese es afirmar que su acción o inacción la provoca. Un alquimista que dice ser médico contempla a través de su máscara protectora cómo agoniza la muchacha que había sido su primer amor. Ha querido transformar plomo en oro: no puede evitar que el metal noble de la vida se degrade en carroña. Es el argumento de la novela de Marguerite Yourcenar L´Oeuvre au Noir(1968). Nuestro único desquite contra la peste y la muerte es volverlas estética.
4
La plaga se cierne sobre el Renacimiento. Todo opuesto atrae su contrario: la Muerte llama a la vida. Los poderosos se acuartelan en castillos contra el populacho: contra la peste ensayan encerronas y orgías para aprovechar los precarios instantes de la vida. En una de estas cuarentenas sitúa Bocaccio los desenfrenados relatos del Decamerón. Hoy comamos, y bebamos, y gocemos y cantemos, que mañana ayunaremos, cantan en su último estertor los trovadores a quienes va segando el contagio.
5
La Edad Moderna postula que todos los fenómenos son naturales. El pavor exceptúa a la peste, que se considera fruto de la malevolencia. Durante la gran peste en Milán, ésta encarna en los untatori, personajes que supuestamente circulaban con un cucurucho de polvo o pomada pestífera que untaban a las víctimas para contagiarlas. Más que a la peste, ciega, se temía a los untatori, a quienes se suponía con penetrante mirada. En su novela I promesi sposi (1827),Alessandro Manzoni consigna con pluma maestra todos los detalles que desde entonces serán obligatorios en las descripciones de epidemias: los funcionarios marcando con cruces las casas empestadas para convertirlas en sepulcros de vivos, los carros llenos de cadáveres amortajados con sus sábanas, el recurso imparcialmente inútil a los sahumerios, a la oración, a la penitencia.
6
La peste, como la muerte, nos iguala a todos. Pueden encerrarse los poderosos en impenetrables castillos creyéndolos inaccesibles al populacho y a la segadora. En “La máscara de la Muerte Roja”, Edgar Allan Poe describe una oligarquía acuartelada en un insolente festejo con el cual cree hacerse invulnerable a las calamidades del mundo. Las puertas se abren y un macabro huésped entra solemnemente. La Máscara de la Muerte Roja cae sobre los celebrantes. La careta mortuoria es nuestro rostro.
7
La plaga puede ser máscara de una abominación peor. En el film Nosferatu, de Murnau (1922), un velero con ataúdes repletos de tierra de cementerio y ratas llega al puerto. Todos sus marinos han muerto, poco a poco empiezan a agonizar los habitantes de la ciudad. Por los visillos se contemplan procesiones que cargan ataúdes. El causante de la plaga es Nosferatu, el No Muerto, el vampiro que chupa la sangre y la vida, y que sólo será vencido por la inocencia y por el sol. En el remake casi idéntico de esta cinta en 1977, Werner Herzog introduce una delirante secuencia de orgía callejera en plazas, en callejuelas, con moribundos andantes que ha perdido toda esperanza de amurallarse contra el destino.
8
Pues el vampiro no es más que metáfora de la seducción perversa, y la paidofilia una de las mutaciones de esta criatura lúgubre que en su busca de víctimas sólo consigue ser victimizada. En La muerte en Venecia (1912), Thomas Mann describe la peripecia de un creador en plena crisis de la madurez que va a Venecia en busca de inspiración y sólo encuentra un indeciso coqueteo con un efebo y una muerte humillante por tifo. Luchino Visconti, que de niño frecuentaba los mismos balnearios y quizá pudo ser el Tadzio de algún perverso Thomas Mann, filma esta historia como ceremonia fúnebre ritmada por las desgarradoras quejumbres de la música de Gustav Mahler. Si el compositor Aschenbach maquillado por un peluquero adulador es quizá un vampiro o un cadáver; su chorreante tinte de pelo podría ser exudado de la putrefacción. Inevitablemente, como Nosferatu, muere ante el deslumbramiento del naciente sol; su última visión, como la del No Muerto, es la de una criatura inocente semidesnuda que señala al amanecer y al más allá.
9
La epidemia como fábula moralizante es el tema de la morosa novela La Peste, de Albert Camus (1947). Sin brillantez ni realismo, cuenta desde el punto de vista de un médico la propagación de una pandemia en Orán. Al final, el autor no resiste la tentación de explicar su narrativa: “El mal existe”, afirma. Queda por explicar por qué el mal, como las bacterias, no tiene intención ni propósito visible. La película homónima, con un desolado William Hurt en el papel del médico, asoma una analogía con los autoritarismos neoliberales de Chile o América Latina: los supuestos empestados son secuestrados a la fuerza, como disidentes; el Estado reclama poderes para confinarlos en un inmenso estadio; quienes afirman que la peste no existe o remitió son desaparecidos.
10
Lo cual nos arroja al tema del lanzamiento premeditado de una peste para justificar poderes dictatoriales. Es la anécdota del comic de Alan Moore y David Lloyd V for Vendetta(1982), filmado por James McTeige (2006): las autoridades experimentan en seres humanos para fabricar un virus, atribuir su difusión a inexistentes terroristas y legitimar una dictadura para combatirlos. Una de las víctimas del experimento, asume la máscara tradicional de Guy Fawkes, el personaje histórico que intentó volar con pólvora al rey James, y con el lema “los gobiernos deben temer a sus gobernados, y no los gobernados a sus gobiernos”, moviliza a toda una población cubierta con máscaras que desenmascara a la dictadura. Tema similar desarrolla la cinta de Kart Wimmer Ultra Violet (2006): la formidable asesina vampírica protege a una criatura inocente que porta el anticuerpo de la salvación contra una dictadura teocrática basada en el monopolio de la inmunidad, en una orgía de ultraviolencia, necrofilia y efectos especiales. La Peste es el Poder.
11
El fin de la Humanidad por una epidemia y el precario destino de los pocos sobrevivientes es el tema de las novelas de ciencia ficción. Soy Leyenda, de Richard Matheson (1954) y Some will not Die, de Algis Budrys (1961). La primera plantea una fascinante ruptura conceptual: quizá el contagio sea la salvación, quizá la inmunidad sea el infierno. En The War of the Worlds (1898) de H.G. Wells, una plaga destruye a los invasores marcianos. En las Crónicas Marcianas (1951) de Ray Bradbury, los habitantes del planeta rojo fallecen de una trivial varicela contagiada por los astronautas de Estados Unidos. Una cepa extraterrestre incurable escapa de control en un laboratorio de guerra bacteriológica en The Andrómeda Strain, (1969) de Michael Crichton. Para manejarla, se desarrolla un supresor inmunológico que profetiza lo que luego sería el Sida: el remedio peor que la enfermedad. Una sobrecogedora cinta de Terry Gillian, Twelve Monkeys (1995) narra desde un desolado futuro de catacumbas los frustrados intentos para evitar que un sicópata disemine un morbo creado por la industria farmacéutica. La Peste es la Ciencia, que tiene sus propios infiernos.
12
Entre tantas historias infecciosas echamos de menos una que destaque la importancia geopolítica de la peste. La plaga fue el arma principal de la Conquista de América y del inmenso genocidio de los indígenas. Los invasores de Tenochtitlán avanzaron sobre alfombras de aztecas muertos de viruela; más que por la espada, los americanos originarios fueron diezmados por el catarro. Los caritativos colonos norteños regalaron a los pieles rojas mantas que habían sido usadas por enfermos de viruela, y así consiguieron borrarlos del mapa de la expansión. Epidemias semejantes abrieron paso a la carga del hombre blanco sobre el resto del mundo a ser colonizado. Despachaban a sus víctimas los bacilos repotenciados en el hacinamiento de sus ciudades. Nuestra Civilización cabalga sobre el Jinete de la Peste, el otro nombre del Apocalipsis.

miércoles, 22 de abril de 2009

CONSEJOS PARA LA CARRETERA


CONSEJOS PARA LA CARRETERA
Para el poeta
Rodolfo García


¡Caramba! ese muchacho ya agarró carretera otra vez...
Vallase por la sombrita.....
Haga AUTOESTOP aunque ya esta pasado de moda, ya nadie te recoge, ya nadie te da un aventoncito... así que mi estimado amigo, en municipal, en trans-departamental, no coja el transiberiano, siéntese y relájese mire el paisaje...
El paisaje azul como una sabana de algodón dulce que luego cae sobre el verde incendiado, como si el travelling fuese ejecutado sobre un rio de alcoholes livianos. Déjese mimar por las buenas samaritanas a la vera del camino, tome agua de las alcarrazas, de las mucuras, de las vasijas y tinajas; la fresca agua de los pozos fértiles ofrecida por fuertes brazos de mozuelas alegres. Lleva un par de alpargatas de repuesto, un par de pilas, un par de calzoncillos, un paquete de cigarrillos Piel Roja, detente en las fondas; saborea la cerveza de las fondas; juega billar con los campesinos de las fondas; prueba la butifarra el bolloeyuca la arepaehuevo, deléitate con los frutos del mar servidos a las orillas del mar por los honestos pescadores. Saborea la sal yodada del viento seco de nuestras playas; déjate llevar por la olas.... quédate así unos minutos de cara al firmamento, esos instantes, tan solo esos instantes, te iluminaran con un rayo de luz que abrirá tu pecho como una revelación de piedra blanca.

Mira que no vale la pena volver a las ciudades, llenas de periódicos de libros, a las ciudades llenas de televisores de autos, a las ciudades llenas de sonrisas tristes, a las ciudades de corbatas y ministros; quédate por un instante en la cima de la montaña y sueña por unos minutos que es allí, en la soledad del verde, en donde por unos horas puedes encontrar un poco de paz.

Los outsiders, los buscadores del Dharma, los poetas road-movie, los hermanos de kerouak, los que una vez gritamos igualando en decibeles a viejo Ginsberg, los solitarios del teclado y la pantalla nocturna te acompañamos en espíritu. Déjate tostar hasta que tu pelo y tu rostros adquieran el tinte broncíneo y salvaje de los cimarrones; déjate llevar por tu espíritu de caballo loco hasta las praderas del delirio. Prueba también amigo mío, los agrestes vinos de palma, el chontaduro fermentado, el maíz mascado y escupido, la chicha de piña, el cacao sabanero, la raíz de la mandrágora: En noches de fiesta saturnal alrededor de una hoguera baila como un chaman tocado de amuletos y dientes de jabalí y de picos de pájaros agoreros. Que los tambores de la tierra hagan temblar el alma de los citadinos, que tus poemas se inmortalicen como cantos de guerreros puros...
Esos que trascienden en el altar cósmico de las piedras lunares.

O.G.R.

domingo, 12 de abril de 2009

Plagas, monstruos y quimeras biotecnológicas:



tecnociencia de lo vivo y control biopolítico
por Pau Alsina

En el presente texto exploramos la interrelación entre el arte, sociedad y biotecnologías a través del imaginario asociado a las ciencias de lo vivo, y específicamente a través del control biopolítico generado alrededor del temor por las epidemias y las plagas sobre la población y la naturaleza, la fascinación por la creación de monstruos, o la materialización de quimeras transgénicas por parte de los humanos. La hibridación entre los aspectos biológicos, tecnológicos, políticos, sociales o económicos presentes en las biotecnologías da lugar a una emergente mercantilización de la vida y lo vivo. Una dinámica presente tanto en la digitalización de los materiales biológicos a través de la bioinformática y genómica, como en su rematerialización mediante ingeniería de tejidos u otras biotecnologías. Se trata de un control de la vida que en su devenir productivo redefine aquello que se entiende por la vida misma.


Una vez más, lo que se nos muestra en un disfraz místico de ciencia pura y conocimiento objetivo sobre la naturaleza se convierte por debajo en ideología política, social y económica Richard Lewontin

Habría que hablar de biopolítica para designar lo que hace entrar a la vida y sus mecanismos en el dominio de los cálculos explícitos y convierte al poder-saber en un agente de transformación de la vida humana; esto no significa que la vida haya sido exhaustivamente integrada a técnicas que la dominen o administren: escapa de ellas sin cesar.Michel Foucault


Suele decirse que la biología es la ciencia natural que estudia la vida, los seres vivos y todas sus manifestaciones, y que la biotecnología es la rama de la biología que estudia posibles aplicaciones prácticas de las propiedades de los seres vivos y de las nuevas tecnologías, como la ingeniería genética, en campos como la industria, la medicina, la agricultura o la ganadería.
Hoy las biotecnologías han conducido a la finalización del proyecto Genoma Humano, la implantación de terapias génicas, la clonación y manipulación de embriones, la creación de alimentos transgénicos o la implantación de xenotransplantes. Algunas de las aplicaciones de las biotecnologías más extendidas son los organismos modificados genéticamente, que dan lugar a las llamadas plantas transgénicas. En 1987 se hizo publico en la revista Nature la obtención de la primera planta transgénica, y con posterioridad en 1996 se comenzaron a aplicar industrialmente en el sector de la agricultura. Hoy en día el 4% de la tierra cultivable es tierra cultivada con semillas transgénicas, y el 13% del comercio mundial de semillas estarían producidos por ingeniería genética (1). La mayoría son cultivos transgénicos de soja, maíz, algodón y colza principalmente en países como EEUU, Argentina, Canadá, Brasil, China. Aunque donde hay más crecimiento porcentual últimamente es en los países del tercer mundo, donde actualmente ya se ubica el 34 % de producción global.

Pero aparte de las plantas transgénicas, hay otros tipos de organismos modificados genéticamente tales como los alicamentos, fusión de alimentos y medicamentos, como el arroz dorado dirigido al continente asiático para supuestamente paliar la deficiencia de vitamina A producto de profundas insuficiencias alimentarias. O las llamadas biofactorías, que son plantas modificadas genéticamente a partir de las cuales se puede llegar a extraer materia prima para uso industrial, como sería en el caso de los girasoles que producen caucho. De la misma manera encontramos microbios modificados genéticamente como, por ejemplo, bacterias que degradan vertidos de petróleo, o microbios con usos militares capaces de dañar carreteras, armas, vehículos, combustible, capas antirradar o chalecos antibalas.

A su vez, podríamos incluir todo tipo de mamíferos clonados en la investigación científica como la ya famosa oveja Dolly. O animales transgénicos como, por ejemplo, la cabra-araña -cabra transgénica que produce tela de araña-, o el oncoratón -un ratón con cáncer para experimentación oncológica. Por otro lado encontramos el ganado biotecnológico, que da lugar a pollos con más carne o salmones transgénicos que crecen mas rápido. Y, por supuesto, encontramos aplicaciones de ingeniería genética en mascotas domésticas, que dan lugar a peces con colores mas vistosos o gatos que no causan alergia. Evidentemente, todos ellos patentados y registrados a manos de compañías privadas que las explotan comercialmente.

Otros animales transgénicos han causado un gran revuelo, como Alba, el conejo fluorescente que Eduardo Kac creó cruzándolo con el gen GPF (Green Fluosforescent Protein) de las medusas. Hablamos del denominado arte transgénico, un ser vivo que nace para convivir en el seno de su familia, el hogar del creador Kac, y completar su ciclo como mascota doméstica. De esta manera, Kac convertía la ingeniería genética en algo doméstico y cotidiano, presente en nuestras vidas en forma de “mascota”. La “obra” en sí no fue la creación de Alba sino, en todo caso, el mismo hecho de visibilizar todo el proceso para atraer la atención pública respecto al debate en torno a los organismos modificados genéticamente (2).

De hecho, Alba no fue creada para la investigación en cáncer o cualquier otra investigación médica, por ello era un “sinsentido” y vista como “decadente”, “decadente” como ornamental. En el lugar de la discusión originada a raíz de este arte decadente se encuentran los argumentos de las compañías multinacionales, el laboratorio científico y el especialista. La visión habitual del especialista es que no hay temas éticos de por medio porque no está haciendo daño a nadie, los especialistas rehuyen mirar mas allá de las preocupaciones inmediatas de los laboratorios de investigación y de su financiación para la investigación. La exclusión de las audiencias populares en estas discusiones deja un vacío que es rellenado por las preocupaciones del comercio, que debe centrarse en las ganancias a corto plazo” (3).

Hoy encontramos un creciente número de artistas que toman como medio para su creación plantas, células, genes y otros materiales biológicos, u otros parten de eco-instalaciones en el entorno. Mediante la desposesión de la función pragmática de las ciencias de la vida y su recontextualización en su forma estética, caminan en las fronteras entre naturaleza y arte de la misma manera que pretenden contribuir a elaborar un discurso crítico alrededor de los desarrollos de la ciencia y la tecnología.

Mientras las industrias biotecnológicas lanzan campañas de concienciación popular y de relaciones públicas dirigidas a promocionar la idea de que el mercado libre asociado a las biotecnologías trabaja únicamente para el interés público con el objetivo de subsanar problemas de salud, de población o de medio ambiente, en el sentir popular las biotecnologías son percibidas como negativas porque, por un lado, transgreden las fronteras sagradas entre el mundo natural y el mundo artificial, entre la biología y la tecnología, entre la creación divina y el artefacto industrial. Ciertamente, los modos de proceder de la industria biotecnológica son sospechosos de generar hondas problemáticas a partir de la fórmula “encuentra un gen, haz una pastilla, y véndela” que lo rige todo. Pero el problema no es solo económico, sino también epistemológico y ontológico.

Por otro lado, una estetización supuestamente apolítica dirigida a alimentar el mercado de las novedades culturales, en donde sea posible calmar el escepticismo público desvinculándolo del debate biopolítico adscrito a estas prácticas, y mediante su espectacularización en el búnker especializado de “lo estético”, puede contribuir a educar al público pero también a ejercer indirectamente excelentes relaciones públicas que suavicen y preparen el terreno para las posteriores campañas de marketing de nuevos productos biotecnológicos que vendernos como necesarios e ineludibles (4).

A su vez, la diferenciación entre las diversas prácticas bioartísticas y biotecnológicas debe ser aquí un elemento crucial que nos permita distinguir cuándo el activismo político asociado a las biotecnologías se convierte en conservadurismo moral, involucionismo o reduccionismo de las problemáticas, asociándose a concepciones esencialistas de la vida inscrita en discursos morales implícitos, que deberían ser explicitados.

Como si se tratase de un nuevo ecosistema a producir mediante las quimeras biotecnológicas, la vida hoy deviene información genetizada, y por tanto manipulable, descomponible y transformable completamente. A partir de ahora las barreras no provendrán tanto de impedimentos científicos cuanto de la regulación jurídico-política de la experimentación con la vida. Este nuevo bestiario biotecnológico contemporáneo deshace las taxonomías clásicas de la historia natural, produciendo híbridos y combinaciones inéditas que trascienden toda clasificación tradicional, pasando de ser fantasías imposibles a tecnologías cotidianas.

De esta manera, el término biomedia hace referencia a la forma en que se hibrida la informática con los procesos y componentes biológicos. Por un lado, entendemos lo biológico como aquello que incorpora procesos biológicos que ocurren “de forma natural”. Por el otro lado, nos referimos a la forma en que podemos entender la biología como una tecnología que permite manipular lo vivo, a través de la lente de la informática, consiguiendo una combinación entre lo inmaterial y lo material (5). Pero el hecho de que la biología molecular, de la mano de las llamadas biotecnologías asociadas a la informática, reduzca la vida a información genética, obtenida a partir de la “molécula de la vida”, del ADN como actualización del Santo Grial del siglo XXI, no es una cuestión exenta de implicaciones políticas, económicas y sociales que debemos contribuir a dilucidar.

Cada contexto sociohistórico tiene su propia forma de concebir y encararse con la vida. La tecnociencia no es mero conocimiento neutro sobre la realidad, más bien es un mecanismo de producción de realidad social y natural. Las biotecnologías no son tanto la desnaturalización de la naturaleza como la producción de una naturaleza, porque “lo que vemos cuando miramos al secreto de la vida es la vida ya transformada por la propia tecnología de nuestra mirada” (6), y sobre todo porque “cada formación histórica ve y hace ver todo lo que puede en función de sus condiciones de visibilidad, al igual que dice todo lo que puede, en función de sus condiciones de enunciado” (7).

El mito fundacional de la ciencia moderna afirma la posibilidad y necesidad de conocer la realidad al margen de condicionantes sociales, políticos o económicos. De esta forma, el sujeto científico nos dice lo que es el objeto, es decir, la realidad, en virtud de su ubicación en un espacio de observación privilegiado en donde se encuentra la ciencia. Un espacio mítico de objetividad desligado del contexto en el cual se sitúa, que nos impele a creer en que cuando habla la ciencia habla una racionalidad objetiva que accede sin distorsiones a las peculiaridades intrínsecas de la realidad observada (8).

Desde hace ya unas décadas, la sociología del conocimiento científico ha ido trabajando para que esta mítica ”objetividad dejara de referirse a la falsa visión que promete trascendencia de todos los límites y responsabilidades, para dedicarse a una encarnación particular y específica” (9) que nos permita mostrar el carácter situacional, contingente y heterogéneo de toda práctica científica.

Se trataría pues de la apelación a un conocimiento situado, a la que a su vez aluden desde otra perspectiva el colectivo artístico Critical Art Ensemble, que abogan por una “discursividad amateur” en torno a los debates transgénicos en que los ciudadanos puedan participar en ciertos niveles. No puede ser que a “las personas individuales se les deje únicamente con la obligación de tener fe y confiar en las autoridades científicas, gobierno y corporaciones que supuestamente siempre actúan sólo por el interés publico” (10).

En la medida en que se privatizan genomas, encimas o procesos bioquímicos de todo tipo, se extiende una política pancapitalista que sólo refuerza y expande la máquina del provecho económico. El control y la invasión molecular se transforma rápidamente en nuevos tipos de control colonial y endocolonial: el objetivo es consolidar la cadena alimentaría, desde la estructura molecular al packaging de productos (11).

La biotecnología forma parte principalmente de una industria y, como tal, funciona como una “máquina de carne”, generando nuevos productos y servicios y, por lo tanto, creando nuevos nichos de mercado en el proceso de transformar la comprensión pública sobre lo que es la naturaleza, el cuerpo y la salud (12). En este sentido, hay un fuerte movimiento ecologista reivindicando un mayor control sobre el uso de transgénicos en el campo de la agricultura u otros ámbitos, dado que alteran de forma irreversible la naturaleza generando una dependencia de los transgénicos y trastocando los sistemas enteros de cultivo.

De esta manera naturaleza, relaciones de poder y tecnociencia están entretejidas articulando un denso tejido relacional compuesto por multiplicidad de actores. Naturaleza y sociedad ya no son explicativas de nada sino, en todo caso, son estas las que deben ser explicadas (13). Debemos entender entonces que la biología es un discurso, no el mundo viviente en sí, y por lo tanto los organismos emergen también de un proceso discursivo resultado tanto de elementos humanos como de no humanos, a raíz de un conjunto de actores semiótico-materiales que devienen constructores activos de objetos científicos naturales. Hoy, hablar sobre la vida es hablar sobre las distintas narraciones a través de las cuales se define la vida, ya que es la narración la que otorga sentido y permite pensarla y organizarla.

En este sentido, haría falta encontrar otra relación con la naturaleza distinta a la reificación y la posesión, abandonar esa relación parasitaria de larga trayectoria que Foucault se encargó de dibujar en sus escritos relacionados con el paso de la historia natural a la creación de la moderna biología (14). Porque “la naturaleza no es un lugar físico al que se pueda ir, ni un tesoro que se pueda encerrar o almacenar, ni una esencia que salvar o violar. La naturaleza no está oculta y, por lo tanto, no necesita estar desvelada. La naturaleza no es un texto que pueda leerse en códigos matemáticos biomédicos. No es el otro que brinda el origen provisión y servicios. Tampoco es madre enfermera ni esclava; la naturaleza no es matriz, ni un recurso ni una herramienta para la producción del hombre” (15).

Para las biotecnologías, la parte (el gen) designa al todo (la vida). Y eso implica que la información queda desvinculada del contexto en el cual surge o se inserta, despreciando la especificidad de lo local, como mercancía. Para llegar a reducir la vida a información genética, esta ha sufrido un largo recorrido en el que podemos identificar tres momentos clave que se solapan hoy, a saber: la historia natural del siglo XVIII en donde la vida se ausenta (el jardín botánico atemporal repleto de taxonomías), el evolucionismo decimonónico que historia la vida (el nicho ecológico, con organismo y contexto desvinculados), y la ingeniería genética de fines del siglo XX y comienzos del XXI que promueve una descontextualización de la vida (el banco de datos genético de una vida-información transformable, manipulable) (16).

Con la intención de expresar esa voluntad prometeica inscrita en la vida biotecnologizada, Eduardo Kac creó la instalación Génesis en 1999, en donde al entrar en el espacio expositivo podemos ver una bacteria en una placa de petri en la que el artista ha incluido en el ADN frases del libro Génesis de la Biblia. Kac creó un gen sintético traduciendo una frase a código morse y después convirtió el código morse en parejas básicas de ADN, de acuerdo con un principio de conversión desarrollado por el artista para este trabajo. La significancia de Kac no está en la creación del objeto artístico, sino en que su significado se desarrolla en la medida en que los visitantes participan e influyen en el desarrollo del tempo de mutación natural de la bacteria transformando el cuerpo y el mensaje codificado en su interior.

El hecho de escoger una frase paradigmática del Génesis simboliza una aproximación a la voluntad de supremacía del hombre sobre la naturaleza, voluntad sancionada por la divinidad. La posibilidad de cambiar la frase nos hace pensar en todo un gesto simbólico que significa que no aceptamos su significado en la forma en que la heredamos y que nuevos significados emergerán en la medida en que buscamos cambiarlos.

Sin embargo, la producción de naturaleza no puede dejar de ser política porque en su devenir no deja de trenzar relaciones de poder entre los diferentes actores que participan en el entramado. Las ciencias de la vida son ciencias de lo político, y la vida genetizada es biopolítica resultado de materia y semiosis que se entretejen en relaciones de poder que buscan conferir una vida que se nos presenta como algo natural aunque, de hecho, no es sino el resultado de un complejo proceso sociohistórico de largo recorrido.

La concepción productiva del poder en Foucaut que, con la llegada de la episteme moderna “hace vivir y deja morir”, nos indica el paso de la sociedad disciplinaria a la sociedad de control, en donde la gobernabilidad se define en términos de “seguridad” (17). Ciertamente, la vida siempre ha sido objeto de poder, la pregunta hoy es acerca la específica biopolítica que la biotecnología encierra. Por ello es interesante recuperar, vincular y actualizar con relación a las biotecnologías el concepto de biopolítica de Foucault en donde hay una conexión implícita entre dos modos de articular “la vida misma” biológica (18). Por un lado, una visión informática del control de la vida, emergida en el siglo XVIII a través del nacimiento de la demografía, la economía política y la estadística que documentaba nacimientos, enfermedades o muertes, cuantificando de manera refinada la vida misma. Por otro lado, la emergencia del concepto de población, que permitió articular la idea de la administración de la salud de la población y que luego hizo posible el desarrollo de la historia natural, biología y luego la biología evolutiva. De esta forma, la población no se convierte sólo en un asunto político, sino también en un asunto biológico y hoy, además, en un asunto genético a controlar: biología e informática se fusionan perfectamente a fin de producir el biopoder.

Se trata de una vida moldeada a través de la implementación sistemática de todo un entramado de técnicas y racionalidades, como la normatividad médica inscrita en la salud o el énfasis en la seguridad de la población y el desarrollo de una economía política, una vida moldeada que deviene una vida dócil, sujeta a lo que se espera de ella, una vida normativizada que huye de todo temor de lo incierto o lo extraño. Por ejemplo, el terror generado a raíz del imaginario asociado a las guerras biotecnológicas permite fusionar el discurso acerca de las enfermedades infecciosas emergentes con el del bioterrorismo, y de esta manera reforzar el control sobre la salud pública por parte del estado. La Ley del Bioterrorismo de EEUU aparecida en 2002 ejerce esa función de permitir a la administración de la salud pública desarrollar estrategias de todo tipo.

Nos encontramos frente a una guerra biológica con una larga tradición y diferentes niveles como, por ejemplo, el sabojate biológico, y que indagando en la historia de las epidemias vemos como a menudo estas se nos presentan asociadas a guerras o conflictos militares. Por ejemplo, podemos encontrar los primeros indicios de sabotajes biológicos en los relatos de Tucídides acerca de la guerra del Peloponeso, en donde se dijo que los pozos fueron envenenados intencionadamente. Las plagas, las epidemias, el temor al contagio y a la infección son temores “más que biológicos” para convertirse en elementos sociales, culturales y también políticos, elementos que Foucault sintetizó históricamente en dos reacciones básicas: una anárquica, alrededor de la “danza de la muerte”, y otra totalitaria, como la cuarentena.

También debemos tener en cuenta las armas biológicas, la utilización de agentes patógenos y recursos biológicos como el ántrax que aunque el Protocolo de Ginebra de 1925 prohibió su uso, no lo hizo respecto a su investigación y producción, cosa que permitió desarrollar programas de investigación en muchos países que más adelante hicieron posible la experimentación durante la II Guerra Mundial en Japón. También podemos encontrar elementos propios de la guerra genética basada en los planes eugénicos de la Alemania nazi inspirándose en las ideas del británico Sir Francis Galton, la limpieza étnica en busca de la raza pura exenta de cualquier elemento que pueda considerase como defecto respecto al ideal de pureza diseñado. Incluso en nuestro imaginario también aparece la clonación como ideal de reproducción de los mejores especímenes, otra forma de limpieza y selección. Y este ideario continúa presente de forma implícita en las bases de datos de perfiles genéticos de personas creativas, aunque la palabra “eugenesia” haya desaparecido de todas partes como consecuencia de las atrocidades nazis que llevaron al límite esos ideales.

Tratamos con una biología politizada que desde los atentados del 11 de septiembre de 2001 en EEUU ha generado un sinfín de leyes de biodefensa, que a su vez regulan “la vida misma”. Leyes que llevaron a la persecución, arresto y encarcelamiento, por parte del FBI, de Steve Kurtz, miembro fundador del colectivo artístico CAE, siendo acusado de bioterrorismo. Su delito fue visionar los procesos científicos a través de la economía política capitalista, dislocando la versión legitimada de una ciencia neutra y exenta de valores. Steve Kurtz todavía hoy está pendiente de un juicio definitivo por el simple hecho de utilizar técnicas inofensivas de la biología molecular y elaborar un discurso crítico acerca las biotecnologías.

Todo ello nos muestra que lo que está en juego tiene que ver con la problemática de la “vida misma”, más allá de políticas puntuales contra el bioterrorismo. Es decir, respecto a una vida que es objeto de control, regulación y modulación, un auténtico biopoder que es “una forma de poder que rige y reglamenta la vida social por dentro, persiguiéndola, interpretándola, asimilándola y reformulándola. Lo que está directamente en juego en el poder es la producción y la reproducción de la vida misma” (19).

Al otro lado de las plagas y las epidemias se hallan los monstruos que representan la anormalidad y son aquello exento de clasificación por hallarse desprovisto de ubicación, aunque es precisamente a través del monstruo que se nos muestra el envés de la norma, la cara oculta del orden como espejo de la humanidad. Etimológicamente, “monstruo” viene del latín monstrare, que indica que el monstruo es en primera instancia un ser extraño que muestra algo que está oculto. La teratología, es decir, la ciencia de los monstruos (derivado de teratos, en griego), representa un intento por documentar esta falta de ubicación de las anomalías, y remite tanto al horror como a la fascinación, tanto al prodigio como al demonio, a la aberración y a la adoración, a lo sagrado y a lo profano (20). El monstruo ejerce de conector de mundos que relaciona lo real y lo imaginario, lo normal y lo anormal, lo permitido y lo prohibido, lo visible y lo invisible.

Cada época crea y tiene sus monstruos, por ello lo monstruoso hoy emergerá en el curso de este recorrido que pretende transformar la naturaleza para convertirla únicamente en material sometido a la servicialidad de la mercancía. Lo monstruoso hoy ha sido banalizado convirtiéndolo en un objeto de consumo a caballo entre la fascinación y el miedo que nos lleva hasta la quimera tecnocientífica, producto de una racionalidad que no deja de provocar un desorden. Un desorden que no puede dejar de investigar en aquello que se nos dice en lo que muestra a través de aquello monstruoso.

La quimera, a diferencia del monstruo, es el híbrido por excelencia, producto de la relación entre tres animales diferentes -una cabra, una serpiente y un león- que se erige como infernal figura mitológica recurrente que deviene metáfora a la hora de nominar la nuevas formas de vida producidas por la biología molecular. La quimera transgénica produce un tremendo desorden, haciendo posible lo imposible mediante la hibridación infinita de una nueva naturaleza biotecnologizada.

Proyectos como los de The Tissue Culture and Art Project ejemplifican el imaginario asociado a estas quimeras biotecnológicas. Utilizan materiales vivos y técnicas de la biología molecular como si el código genético fuera código digital, en donde la manipulación de la vida se convierte en la manipulación del código, pero con capacidad de volverse a materializar. La creación de esculturas semi-vivas mediante la experimentación con la generación de tejidos vivos les llevó a proyectos como las Semi-Living Worry Dolls, Womb 2000, donde daban vida a los muñequitos guatemaltecos quitapenas, provocando gran inquietud respecto a la percepción de la frontera entre lo vivo y lo inanimado. Después continuaron con las Pig Wings en 2000-2001, la creación artificial de un escultura semi-viva que representaba unas alas de cerdo ficticias, haciendo referencia a la frase popular que expresa la imposibilidad de conseguir una cosa: “if pigs could fly” (si los cerdos volaran). Su último proyecto, The Disembodied Cuisine o Living and Semi-living systems as food, explora otras maneras de interactuar con los sistemas vivos como, por ejemplo, consumirlos como comida; de esta manera se pueden autogenerar partes de un animal para luego ser comidas sin necesidad de que el animal sea matado y continúe vivo, con una simple biopsia (21).

En este caso, la interacción con entidades semi-vivas representa todo un reto conceptual asociado a la quimera biotecnológica que difuminará el concepto del cuerpo como una entidad que está separada de nuestro entorno vivo. Tal como lo define Lynn Margulis, “un cuerpo es una comunidad de células y, mas allá, la biosfera es una entidad interdependiente” (22). Los objetos semi-vivientes son un ejemplo tangible de este concepto: podemos ver partes de nuestro cuerpo creciendo como parte de nuestro entorno, pero ciertamente nos hace falta un entendimiento cultural para habérnoslas con este nuevo conocimiento y control sobre la naturaleza como un todo.

Plagas, epidemias, monstruos y quimeras han representado históricamente el reverso de la norma, aquello “otro” a eliminar de la tierra y enterrar en el infierno de lo imposible, pero hoy en el territorio de una vida crecientemente biotecnologizada, conviven con nosotros de forma natural, produciendo una nueva naturaleza no exenta de una biopolítica específica que regula y normativiza la vida misma, aunque de hecho la vida siempre se escape por los entresijos del devenir, del azar y de la más absoluta incertidumbre. Porque siempre podremos decir que “cuando el poder toma la vida como objeto u objetivo, la resistencia al poder ya invoca la vida y la vuelve contra el poder. La vida deviene resistencia al poder cuando el poder tiene por objeto la vida” (23).

Notas (1)Informes de la Organización Mundial del Comercio, 2005

(2)KAC, EDUARDO (2005) Telepresence and BioArt.: Networking Humans, Rabbits and Robots (The University of Michigan Press)

(3)TOMASULA, STEVE (2002) Genetic Art and the Aesthetics of Biology (Leonardo Journal, Vol.35, núm 2, p137)

(4)CRITICAL ART ENSEMBLE (2002), The Molecular Invasión (Autonomedia, New York)

(5)THACKER, EUGENE (2006) The Global Genome: biotechnology, politics and culture (Cambridge: MIT Press)

(6)Keller, EVELYN FOX (1996) The biologiclgaze (Robertson, G. Et al. (ed) FutureNatural: Nature, Science, Culture, Londres: Routledge, p20)

(7)DELEUZE, GILLES (1987) Foucault (Paidós, Barcelona)

(8)MENDIOLA, IGNACIO (2006) El jardín biotecnológico: Tecnociencia, transgénicos y biopolítica (Libros de la catarata, p75, Madrid)

(9)HARAWAY, DONNA J. (1995) Ciencia, cyborgs y mujeres (Cátedra, Madrid, p326)

(10)CRITICAL ART ENSEMBLE (2002) The Molecular Invasión (Autonomedia, New York, p6)

(11)CRITICAL ART ENSEMBLE (2002) The Molecular Invasión (Autonomedia, New York, p8)

(12)CRITICAL ART ENSEMBLE (2000) Flesch Machine (Autonomedia, New York, p6)

(13)LATOUR, BRUNO (2004) Politics of nature: How to Bring the Sciences into Democracy, (Harvard University Press, Cambridge)

(14)FOUCAULT, MICHEL (1997) Las palabras y las cosas (Siglo XXI, Madrid)

(15)HARAWAY, DONNA J (1999) Las promesas de monstruos: una política regeneradora para otros inapropiados/bles” (Política y Sociedad, núm 30, p122)

(16)MENDIOLA, IGNACIO (2006) El jardín biotecnológico: Tecnociencia, transgénicos y biopolítica (Libros de la catarata, Madrid)

(17)FOUCAULT, MICHEL (1997) Las palabras y las cosas (Siglo XXI, Madrid)

(18)THACKER, EUGENE (2006) The Global Genome: biotechnology, politics and culture (Cambridge: MIT Press)

(19)HARDT, MICHAEL, NEGRI, ANTONIO (2002) Imperio (Paidós, Buenos Aires)

(20)LYKKE, NINA, BRAIDOTTI, ROSI (eds.) (1996) Between monsters, goddesses and cyborgs: Feminist confrontations with science, medicine and cyberspace (Zed Books, Londres)

(21)CATTS, O. ZURR, I (2003) Are the Semi-Living semi-good or semi-evil? (En Technoetics Journal. Vol 1 (núm 1) pp47-60)

(22)MARGULIS, L. SAGAN, D. (1995) What is Life (Berkely, CA: University of California Press)

(23)DELEUZE, GILLES (1987) Foucault (Paidós, Barcelona, p122)

Pau Alsina es profesor de los Estudios de Humanidades de la UOC, director del espacio Artnodes de arte, ciencia y tecnología, e investigador en Arte y Nuevos Media en el Internet Interdisciplinary Institute -IN3. Su investigación se centra en la articulación de una ontología del presente en base a las prácticas que interrelacionan arte, ciencia y tecnología en el contexto de la sociedad red.

TOMADO DE ZEMOS 98
http://www.zemos98.org/spip.php?rubrique=19

LA PRODUCCIÓN BIOPOLÍTICA *






POR MICHAEL HARDT Y TONI NEGRI




Nosotros hemos podido aprehender1, desde un punto de vista jurídico, ciertos elementos de la génesis ideal del Imperio. Pero de permanecer en esta perspectiva sería difícil, sino imposible, comprender cómo la " máquina" imperial es efectivamente puesta a trabajar. Las teorías y los sistemas jurídicos remiten siempre a otra cosa que a ellas mismas. A través de la evolución y el ejercicio del derecho, indican las condiciones materiales que definen su proyecto sobre la realidad social. Nuestro análisis debe entonces descender al nivel de lo concreto y explorar aquí la transformación material del paradigma del poder. Nos falta descubrir los modos y las fuerzas de producción de la realidad social, así como las subjetividades que la animan.

El biopoder en la "sociedad de control"


En más de un sentido, los trabajos de Michel Foucault han preparado el terreno para un examen de los mecanismos del poder imperial. Ante todo, en primer lugar estos trabajos nos permiten reconocer un paso histórico y decisivo, en las formas sociales, de la sociedad disciplinaria a la sociedad de control. La sociedad disciplinaria es la sociedad en la cual el dominio social se construye a través de una red ramificada de dispositivos o de aparatos que producen y registran costumbres, hábitos y prácticas productivas. Poner a esta sociedad a trabajar y asegurar la obediencia a su poder y a sus mecanismos de integración y/o de exclusión se hace por medio de instituciones disciplinarias - la prisión, la fábrica, el asilo, el hospital, la universidad, el colegio, etc.- que estructuran el terreno social y ofrecen una lógica propia a la "razón" de la disciplina. El poder disciplinario gobierna, en efecto, estructurando los parámetros y los límites del pensamiento y de la práctica, sancionando y/o prescribiendo los componentes desviados y/o normales. Foucault se refiere habitualmente al Ancien Régime y al periodo clásico de la civilización francesa para ilustrar la aparición de la disciplinariedad, pero se podría decir, más generalmente, que la primera fase de acumulación capitalista (tanto en Europa como en otros lugares) se hace enteramente bajo este modelo de poder. Por el contrario, la sociedad de control debemos comprenderla como la sociedad que se desarrolla en el extremo fin de la modernidad, y opera sobre lo post-moderno, en donde los mecanismos de dominio se vuelven siempre más "democráticos", siempre más inmanentes al campo social, difusos en el cerebro y los cuerpos de los ciudadanos. Los comportamientos de integración y de exclusión social propios al poder son, de este modo, cada vez más interiorizados en los propios sujetos. El poder se ejerce ahora por máquinas que organizan directamente los cerebros (por sistemas de comunicación, de redes de información, etc.) y los cuerpos (por sistemas de ventajas sociales, de actividades encuadradas, etc.) hacia un estado de alienación autónoma, partiendo del sentido de la vida y del deseo de creatividad. La sociedad del control podría así ser caracterizada por una intensificación y una generalización de los aparatos normalizantes de la disciplinariedad que animan interiormente nuestras prácticas comunes y cotidianas; pero al contrario de la disciplina, este control se extiende mucho más allá de las estructuras de las instituciones sociales, por la vía de redes flexibles, modulables y fluctúantes.

En segundo lugar, el trabajo de Foucault nos permite reconocer la naturaleza biopolítica de este nuevo paradigma del poder. El biopoder es una forma de poder que rige y reglamenta la vida social por dentro, persiguiéndola, interpretándola, asimilándola y reformulándola. El poder no puede obtener un dominio efectivo sobre la vida entera de la población más que convirtiéndose en una función integrante y vital que todo individuo adopta y aviva de manera totalmente voluntaria. Como dice Foucault, " la vida se ha convertido ahora [...] en un objeto de poder". La más alta función de este poder es la de investir la vida de parte a parte, y su primera tarea la de administrarla. El biopoder se refiere así a una situación en la cual lo que está directamente en juego en el poder es la producción y la reproducción de la vida misma.

Estos dos elementos del trabajo de Foucault se enlazan entre sí en el sentido de que sólo la sociedad de control está en condiciones de adoptar el contexto biopolítico como su terreno exclusivo de referencia. En el paso de la sociedad disciplinaria a la sociedad de control, un nuevo paradigma de poder se realiza, el cual es definido por las tecnologías, al reconocer a la sociedad como el terreno del biopoder. En la sociedad disciplinaria, los efectos de las tecnologías biopolíticas eran aún parciales, en el sentido de que la ejecución de las normas se hacía según una lógica relativamente cerrada, geométrica y cuantitativa. La disciplinariedad fijaba a los individuos en el marco de las instituciones, pero no conseguía consumirlos/consumarlos enteramente al ritmo de las prácticas y de la socialización productivas; no alcanzaba hasta el punto de penetrar por entero las consciencias y los cuerpos de los individuos, hasta el punto de tratarlos y organizarlos en la totalidad de sus actividades. En la sociedad disciplinaria, así, la relación entre el poder y el individuo era todavía una relación estática: la invasión disciplinaria del poder "contrapesaba" la resistencia del individuo. Por el contrario, cuando el poder se hace totalmente biopolítico, el conjunto del cuerpo social es apresado por la máquina del poder y desarrollado en su virtualidad. Esta relación es abierta, cualitativa y afectiva. La sociedad, subsumida bajo un poder que desciende hasta centros vitales de la estructura social y de sus procesos de desarrollo, reacciona como un único cuerpo. El poder se expresa así como un control que invade las profundidades de las consciencias y de los cuerpos de la población – y que se extiende, al mismo tiempo, a través de la integralidad de las relaciones sociales.

En este paso de la sociedad disciplinaria a la sociedad de control, podemos avanzar que la relación- cada vez más intensa- de implicación mutua de todas las fuerzas sociales que el capitalismo ha buscado a través de su desarrollo, se ha desarrollado ya totalmente. Marx reconocía algo similar en eso que él llamaba el paso de la subsunción formal a la subsunción real del trabajo al capital, y más tarde, los filósofos de la Escuela de Francfort han analizado el paso (muy próximo) de la subsunción de la cultura (y de las relaciones sociales) bajo la figura totalitaria del Estado, o realmente en la dialéctica perversa de las Luces. Sin embargo, el paso al que nosotros nos referimos es fundamentalmente diferente: en lugar de focalizarse sobre el carácter unidimensional del proceso descrito por Marx, después reformulado y extendido por la Escuela de Francfort, el paso evocado por Foucault trata fundamentalmente de la paradoja de la pluralidad y de la multiplicidad – perspectiva que Deleuze y Guattari desarrollaron aún con mayor claridad. El análisis de la subsunción real , cuando ésta es comprendida como un investimento, no sólo de la dimensión económica o cultural de la sociedad, sino también – o más bien- del propio bios social, y cuando está atenta a las modalidades de la disciplinariedad y/o del control, perturba la imagen lineal y totalitaria del desarrollo capitalista. La sociedad civil es absorvida en el Estado, pero la consecuencia de esto es un estallido de los elementos que anteriormente estaban coordinados y mediatizados en la sociedad civil. Las resistencias no son ya marginales sino activas, en el corazón de una sociedad que se ensancha en red; los puntos individuales son singularizados en "mil mesetas". Eso que Foucault construía implícitamente -y que Deleuze y Guattari han explicitado- es, por consecuencia, la paradoja de un poder que, unificando todo y englobando en él mismo todos los elementos de la vida social (y perdiendo al mismo tiempo su capacidad de mediatizar de manera efectiva las diferentes fuerzas sociales), revela en ese mismo instante un nuevo contexto, un nuevo medio de pluralidad y de singularización no dominable – un medio del acontecimiento.

Estas teorías de la sociedad de control y del biopoder describen ambas los aspectos fundamentales del concepto de Imperio. Este concepto es el marco en el que la nueva universalidad de los sujetos debe ser entendida, y la finalidad hacia la que tiende el nuevo paradigma del poder. Un verdadero abismo se abre aquí entre los viejos marcos teóricos de la ley internacional (bajo su forma contractual o bajo la forma de las Naciones Unidas) y la nueva realidad de la ley imperial. Todos los elementos intermediarios del proceso han desaparecido de facto, de modo que la legitimidad del orden internacional no puede ya construirse por mediaciones, sino que debe más bien ser aprehendida de golpe e inmediatamente en toda su diversidad. Hemos ya reconocido este hecho desde un punto de vista jurídico. En efecto, hemos visto que cuando la nueva noción del derecho emerge en el contexto de la mundialización y se presenta como capaz de tratar la totalidad de la esfera planetaria como un conjunto sistémico único, hay que suponer una cuestión previa inmediata (la acción en un estado de excepción) y una tecnología apropiada, flexible y formativa (las técnicas de policía).

Pero si el estado de excepción y las técnicas de policía constituyen el núcleo duro y el elemento central del nuevo derecho imperial, no obstante este nuevo régimen no tiene nada que ver con los artificios jurídicos de la dictadura o del totalitarismo que han sido descritos en otros tiempos y a grandes trompetazos por muchos (demasiados, de hecho) autores. Al contrario, el poder de la ley sigue teniendo un papel central en el contexto de la evolución contemporánea: el derecho permanece en vigor y -precisamente por la vía del estado de excepción y las técnicas policiales- se convierte en procedimiento. Es una transformación radical que revela la relación no mediatizada entre el poder y las subjetividades, y demuestra al mismo tiempo la imposibilidad de mediaciones "anteriores" y la diversidad temporal no dominable del acontecimiento. Dominar los espacios ilimitados del globo, penetrar las profundidades del mundo biopolítico y afrontar una temporalidad imprevisible, tales son las determinaciones sobre las que el nuevo derecho supranacional debe ser definido. Es ahí en donde el concepto de Imperio debe luchar por establecerse, ahí en donde debe probar su eficacia – partiendo de ahí como la máquina debe ponerse en marcha.

Desde este punto de vista, el contexto biopolítico del nuevo paradigma es perfectamente central a nuestro análisis. Es lo que ofrece al poder una elección, no sólo entre obediencia y desobediencia, o entre participación política formal o rechazo, sino también para todas las alternativas de vida y de muerte, de riqueza y de pobreza, de producción y de reproducción social, etc. Dadas las grandes dificultades que la nueva noción del derecho encuentra para representar esta dimensión del poder del Imperio, y habida cuenta de su incapacidad para tocar el biopoder concretamente en todos sus aspectos materiales, el derecho imperial no puede representar (en la mejor hipótesis) más que parcialmente el esquema subyacente de la nueva constitución de un orden mundial, y no sabría realmente concebir el motor que le pone en movimiento. Nuestro análisis debe así concentrarse preferentemente sobre la dimensión productiva del biopoder.

La producción de la vida


La cuestión de la producción, en relación con el biopoder y la sociedad de control, revela, sin embargo, una cierta flaqueza del trabajo de los autores de los que hemos tomado prestadas estas nociones. Así, nos queda clarificar las dimensiones "vitales" o biopolíticas de la obra de Foucault en relación con la dinámica de producción. En numerosas obras de mediados de los años setenta, el filósofo se anticipa hasta tal punto que no sabríamos comprender el paso del Estado "soberano" del Ancien régime al Estado disciplinario sin tener en cuenta el modo en que el contexto biopolítico ha sido progresivamente puesto al servicio de la acumulación capitalista: "El control de la sociedad sobre los individuos no se efectúa solamente a través de la consciencia o de la ideología, sino también en el cuerpo y con el cuerpo. Para la sociedad capitalista, es la biopolítica lo que más cuenta : lo biológico, lo somático, lo corporal."

Uno de los objetivos centrales de su estrategia de investigación en este periodo era el de ir más allá de las versiones del materialismo histórico – incluidas numerosas variantes de la teoría marxista- , que consideraba el problema del poder y de la reproducción social sobre un plano supraestructural, distinto del plano real y fundamental de la producción. Foucault trataba así de volver a poner el problema de la reproducción social y todos los elementos de la "superestructura" en los límites de la estructura material fundamental, y de definir este terreno no sólo en términos económicos, sino también en términos culturales, corporales y subjetivos. De este modo podemos comprender cómo la concepción que tenía Foucault del conjunto social se realiza y se perfecciona cuando, en una fase subsiguiente de su trabajo, descubre las líneas emergentes de la sociedad de control como imagen del poder activo a través de la biopolítica global de la sociedad. No obstante, no parece que Foucault -a pesar de que hubiera captado poderosamente el horizonte biopolítico de la sociedad y lo hubiera definido como un campo de inmanencia- haya conseguido jamás liberar su pensamiento de esta epistemología estructuralista que guiaba su búsqueda desde el comienzo. Por "epistemología estructuralista" entendemos aquí la reinvención de un análisis funcionalista en el dominio de las ciencias humanas, método que sacrifica, efectivamente, la dinámica del sistema, la temporalidad creativa de su movimiento y la sustancia ontológica de la reproducción cultural y social. De hecho, si llegados a este punto, nosotros hubiéramos preguntado a Foucault quién (o qué) dirige el sistema, o más bien, qué es el "bios", su respuesta habría sido inaudible o inexistente. A fin de cuentas, lo que Foucault no consigue aprehender es la dinámica real de la producción en la sociedad biopolítica.

Por el contrario, Deleuze y Guattari nos ofrecen una comprehensión propiamente postestructuralista del biopoder, que renueva el pensamiento materialista y se introduce con solidez en la cuestión de la producción de ser social. Su trabajo desmitifica el estructuralismo y todas las concepciones filosóficas, sociológicas y políticas que hacen de la fijeza del marco epistemológico un punto de referencia incontorneable. Ellos concentran su atención sobre la sustancia ontológica de la producción social.Unas máquinas producen: el funcionamiento consta de máquinas sociales, en sus diversos aparatos y ensamblajes, produce el mundo con los sujetos y los objetos que le constituyen. Sin embargo, Deleuze y Guattari no pareden ser capaces de concebir positivamente más que las tendencias al movimiento continuo y los flujos absolutos. Así, también en su pensamiento los elementos creativos y la ontología radical de la producción de lo social permanecen sin sustancia ni poder. Deleuze y Guattari descubren la productividad de la reproducción social -producción innovadora, producción de valores, relaciones sociales, afectos, devenires, etc.- pero consiguen no articularla más que superficial y efímeramente, como un horizonte caótico indeterminado, marcado por el acontecimiento inasible.

Se puede concebir más fácilmente la relación entre producción social y biopoder en la obra de un grupo de marxistas italianos contemporáneos: ellos reconocen, en efecto, la dimensión biopolítica en función de la nueva naturaleza del trabajo productivo y de su evolución viva en sociedad, y para hacerlo utilizan expresiones tales como "intelectualidad de masa" y "trabajo inmaterial", así como el concepto marxista de "general intellet". Estos análisis parten de dos proyectos de búsqueda coordinados. El primero consiste en el análisis de las transformaciones recientes del trabajo productivo y de su tendencia cada vez más inmaterial. El papel central preferentemente ocupado por la fuerza de trabajo de los obreros de fábrica en la producción de plus-valores es hoy día asumida de forma creciente por una fuerza de trabajo intelectual, inmaterial y fundado sobre la comunicación. Es entonces necesario desarrollar una nueva teoría política de la plusvalía capaz de colocar el problema de esta nueva acumulación capitalista en el centro del mecanismo de explotación (y -quizá- en el centro de la revuelta potencial). El segundo proyecto (seguido lógicamente del primero) desarrollado por esta Escuela, consiste en el análisis de la dimensión social e inmediatamente comunicante del trabajo vivo en la sociedad capitalista contemporánea; de este modo plantea con insistencia el problema de las nuevas figuras de la subjetividad en su explotación, al tiempo que en su potencial revolucionario. La dimensión inmediatamente social de la explotación del trabajo vivo inmaterial ahoga el trabajo en todos los elementos relacionales que definen lo social, pero al mismo tiempo activa también los elementos críticos que desarrollan el potencial de insubordinación y de revuelta a través del conjunto de las prácticas laborales. Tras una nueva teoría de la plusvalía, una nueva teoría de la subjetividad debe ser formulada, teoría que pasa y funciona fundamentalmente por el conocimiento, la comunicación y el lenguaje.

Estos análisis han restablecido, así, la importancia de la producción en el marco del procreso biopolítico de la constitución social, pero igualmente lo han aislado bajo ciertos aspectos, al tomarlo bajo la forma pura y al afinarlo sobre el plano ideal. Han trabajado como si redescubrir las nuevas formas de fuerzas productivas -trabajo inmaterial, trabajo intelectual masificado, trabajo de "inteligencia colectiva"- fuera suficiente para aferrar con solidez la relación dinámica y creativa entre producción material y reproducción social. Reinsertando la producción en el contexto biopolítico, la presentan casi exclusivamente sobre el horizonte del lenguaje y la comunicación. Uno de los defectos más serios ha sido, en estos autores, la tendencia a no tratar las nuevas prácticas laborales en la sociedad biopolítica más que bajo sus aspectos intelectuales y no materiales. Ahora bien, la productividad de los cuerpos y el valor de los afectos son, por contra, absolutamente centrales en este contexto. Así pues, nosotros abordaremos los tres aspectos principales del trabajo inmaterial en la economía contemporánea: el trabajo de comunicación de la producción industrial, recientemente conectado en el interior de redes de información; el trabajo de interacción del análisis simbólico y del análisis de los problemas; el trabajo de producción y de manipulación de los afectos (cf. Section 3.4). Este tercer aspecto, con su focalización en la productividad de lo corporal y lo somático, es un elemento extremamente importante en las redes contemporáneas de la producción biopolítica. El trabajo de esta escuela y su análisis de la inteligencia colectiva establece, es verdad, un cierto progreso, pero su marco conceptual permanece demasiado puro, casi angelical. En último término, estas nuevas teorías no hacen, tampoco, sino raspar la superficie de la dinámica productiva del nuevo marco teórico del biopoder.

Nuestro propósito es entonces el de trabajar a partir de esos ensayos, parcialmente logrados, para reconocer el potencial de la producción biopolítica. Es precisamente aproximando de manera coherente las diferentes características que definen el contexto biopolítico que hemos descrito hasta aquí, y devolviéndolas a la ontología de la producción, que estaremos en condiciones de identificar la nueva figura del cuerpo biopolítico colectivo – que podría, sin embargo, permanecer tan contradictorio como paradójico. Es que ese cuerpo se convierte en estructura no ya negando la fuerza productiva originaria que la anima, sino reconociéndola; se hace lenguaje -a la vez científico y social- porque se trata de una multitud de cuerpos singulares y determinados a la búsqueda de una relación. Es así a la vez producción y reproducción, estructura y superestructura, porque está vivo, en el sentido más pleno, y es político, en el sentido propio. Nuestro análisis debe descender a la jungla de determinaciones productivas y conflictivas que nos ofrece el cuerpo biopolítico colectivo. El contexto de nuestro análisis debe así ser el desarrollo de la vida misma, el proceso de la constitución del mundo y de la historia. El análisis deberá ser propuesto no en el sentido de formas ideales, sino en el marco de la complejidad densa de la experiencia.

Sociedades y comunicación


Al preguntarnos cómo llegan a constituirse los elementos políticos y soberanos de la máquina imperial, descubrimos que no es de ningún modo necesario el limitar nuestro análisis a las instituciones reguladoras supranacionales establecidas; ni siquiera centrarlo ahí. Las organizaciones de las Naciones Unidas, con sus grandes agencias multinacionales y trasnacionales para la finanza y el comercio (el FMI, el Banco Mundial, el GATT, etc.) no se vuelven importantes en la perspectiva de una constitución jurídica supranacional sino cuando se las considera dentro del marco de la dinámica de la producción biopolítica del orden mundial. La función que ocupaban en el antiguo orden internacional -quisiéramos subrayar- no es lo que actualmente da una legitimidad a estas organizaciones: lo que en el presente las legitima es más bien la función nuevamente posible en el simbolismo del orden imperial. Fuera de este nuevo marco, estas instituciones son ineficaces. El antiguo marco institucional contribuye lo mejor posible a la formación y educación del personal administrativo de la máquina imperial, al "adiestramiento" de la nueva élite imperial. Las enormes sociedades transnacionales y multinacionales construyen el tejido conjuntivo fundamental del mundo biopolítico, bajo ciertos aspectos esenciales. El capital, en efecto, siempre ha organizado en una perspectiva totalizante el mundo entero, pero sólo en la segunda mitad del siglo XX las sociedades industriales y financieras multinacionales y transnacionales han comenzado de veras a estructurar biopolíticamente los territorios a escala mundial. Algunos anticipan que estas sociedades simplemente han venido a ocupar el lugar que antes pertenecía a los sistemas colonialistas e imperialistas de las diferentes naciones en las fases anteriores al desarrollo capitalista, desde el imperialismo europeo del siglo XIX hasta la fase fordista de la evolución en el siglo XX. Esto es en parte cierto, pero ese mismo lugar ha sido sustancialmente transformado por la nueva realidad del capitalismo. Las actividades de las sociedades no se definen ya por la imposición de un ordenamiento abstracto, la organización del pillaje puro y simple y los intercambios desiguales. Antes bien, ellas estructuran y articulan directamente territorios y poblaciones, y tienden a hacer de los Estados-naciones simples instrumentos para registrar los flujos de mercancías, las monedas y las poblaciones que se ponen en movimiento. Las sociedades transnacionales distribuyen directamente la fuerza de trabajo entre los diferentes mercados, atribuyen funcionalmente los recursos y organizan jerárquicamente los diferentes sectores de la producción mundial. El complejo aparato que selecciona los investimentos y dirige las maniobras financieras y monetarias determina la nueva geografía del mercado mundial, es decir realmente la nueva estructuración biopolítica del mundo.

La imagen más completa de ese mundo es ofrecida en una perspectiva financiera. Desde este punto de vista, podemos distinguir un horizonte de valores y una máquina de distribución, un mecanismo de acumulación y un medio de comunicación, un poder y un lenguaje. No existe ni "vida bruta" ni punto de vista exterior, nada, que pueda ser colocado en el exterior de un campo controlado por el dinero: nada escapa al dinero. Producción y reproducción son revestidos de hábitos financieros y, de hecho, sobre la escena del mundo, cada figura biopolítica se presenta adornada de sus oropeles monetarios: "¡Acumulad, acumulad! ¡Es la Ley y los Profetas!"

Las grandes potencias industriales y financieras producen, de este modo, no sólo mercancías, sino también subjetividades. Producen subjetividades agénticas en el marco del contexto biopolítico: necesidades, relaciones sociales, cuerpos y espíritus; lo que quiere decir que producen productores. En la esfera biopolítica, la vida es destinada a trabajar para la producción, y la producción a trabajar para la vida. Es una gran colmena en la que la reina vigila permanentemente producción y reproducción. Cuanto más profundiza el análisis, más descubre, a niveles crecientes de intensidad, las ensambladuras comunicantes de relaciones interactivas. El desarrollo de las redes de comunicación posee un vínculo orgánico con la aparición del nuevo orden mundial: se trata, en otros términos, del efecto y de la causa, del producto y del productor. La comunicación no sólo expresa sino también organiza el movimiento de mundialización. Organiza multiplicando y estructurando las interconexiones por medio de redes; expresa y controla el sentido y la dirección del imaginario que recorre estas conexiones comunicantes. En otros términos: el imaginario es guiado y canalizado en el marco de la máquina cominicatriz. Eso que las teorías del poder de la modernidad han estado forzadas a considerar como transcendente, es decir exterior a las relaciones productivas y sociales, es aquí formado en el interior, es decir inmanente a estas mismas relaciones. La mediación es absorvida en la máquina de producción. La síntesis política del espacio social es fijado en el espacio de la comunicación. Es por esta razón que las industrias de la comunicación han tomado una posición tan central: no sólo organizan la producción a una nueva escala e imponen una nueva estructura apropiada al espacio mundial, sino que convierten también su justificación inmanente. El poder organiza en tanto que productor; organizador, habla y se expresa en tanto que autoridad. El lenguaje, en tanto que comunicador, produce mercancías y crea, además, subjetividades que pone en relación y que jerarquiza. Las industrias de comunicación integran el imaginario y lo simbólico en la estructura de lo biopolítico, no sólo poniéndolos al servicio del poder, sino integrándolos realmente y de hecho en su propio funcionamiento.

Llegados a este punto, podemos comenzar a tratar la cuestión de la legitimazión del nuevo orden mundial. Éste no nace de acuerdos internacionales existentes anteriormente, ni tampoco del funcionamiento de las primeras organizaciones supranacionales embrionarias, creadas ellas mismas por tratados fundados sobre la ley internacional. La legitimación de la máquina imperial nace – al menos en parte – de las industrias de la comunicación, es decir de la transformación del nuevo modo de producción en una máquina. Es un sujeto que produce su propia imagen de autoridad. Es una forma de legitimación que no descansa sobre nada exterior a ella misma, y que es reformulada sin cesar por el desarrollo de su propio lenguaje de auto-validación.

Otra consecuencia más debe ser abordada a partir de estas premisas: Si la comunicación es uno de los sectores hegemónicos de la producción, e influye sobre la totalidad del campo de lo biopolítico, entonces debemos considerar la comunicación y el contexto biopolítico como coexistentes y coextensivos. Esto nos lleva bien lejos del viejo terreno, tal y como la ha descrito Jürgen Habermas, por ejemplo. De hecho, cuando Habermas ha desarrollado el concepto de acción cominicatriz, demostrando tan fuertemente su forma productiva y las consecuencias ontológicas que de ella se derivan, él parte siempre de un punto de vista exterior a estos efectos de la mundialización, de una perspectiva de vida y de verdad que podría contrarrestar la colonización del individuo por la información. La máquina imperial, no obstante, demuestra que ese punto de vista exterior no existe ya; al contrario: la producción comunicatriz y la construcción de la legitimación imperial navegan juntas y ya no pueden ser separadas. La máquina es auto-validante y auto-poiética, es decir: sistémica. Ella construye estructuras sociales que vacían o vuelven inefectivas toda contradicción; crea situaciones en las que, antes incluso de neutralizar la diferencia por la coerción, parece absorverla en un juego de equilibrios auto-generadores y auto-reguladores. Como hemos dicho en otro lugar, toda teoría jurídica que trate condiciones de la posmodernidad, deberá tener en cuenta esta definición específicamente comunicatriz de la producción social. La máquina imperial vive produciendo un contexto de equilibrios y /o reduciendo las complejidades. Ella pretende proponer un proyecto de ciudadanía universal e intensifica, con este propósito, la eficacia de su intervención sobre todo elemento de la relación de comunicación, disolviendo toda identidad e historia sobre un modo enteramente postmoderno. Pero contrariamente a la forma en que muchas valoraciones postmodernas lo hubieran hecho, la máquina imperial, en lugar de eliminar los relatos fundadores, los produce y los reproduce realmente (en particular, los principales relatos ideológicos) con el fin de hacer valer y celebrar su propio poder. Es en esta coincidencia de producción por el lenguaje, de producción lingüística de la realidad y de lenguaje de auto-validación, en donde reside una clave fundamental para comprender la eficacia, la validez y la legitimación del derecho imperial.

TRADUCCIÓN DE MUXUILUNAK


* Traducido del francés del primer número del MULTITUDES (MULTITUDES, marzo de 2000). (N.T.) [volver]
1 Este texto es un extracto del capítulo I.2. del libro de Michael Hardt y Toni Negri, L´Empire, publicado en las ediciones Exils en el presente año. Las notas de pie de página no se reproducen en la versión presente (N. de MULTITUDES). [volver]