viernes, 23 de diciembre de 2016

De Mitómanos, Mitófagos y Mitomaníacos





De Mitómanos, Mitófagos y Mitomaníacos


TERCER MONÓLOGO
de
“Pedro Noire”



“La mitología ha sido interpretada por el intelecto moderno como un torpe esfuerzo primitivo para explicar el mundo de la naturaleza (Frazer); como una producción de fantasía poética de los tiempos prehistóricos, mal entendida por las edades posteriores (Müller); como un sustitutivo de la instrucción alegórica para amoldar el individuo a su grupo (Durkheim); como un sueño colectivo, sintomático de las urgencias arquetípicas dentro de las profundidades de la psique humana (Jung); como el [337] vehículo tradicional de las intuiciones metafísicas más profundas del hombre (Coomaraswamy); y como la Revelación de Dios a Sus hijos (la Iglesia). La mitología es todo esto. Los diferentes juicios están determinados por los diferentes puntos de vista de los jueces. Pues cuando se la investiga en términos no de lo que es, sino de cómo funciona, de cómo ha servido a la especie humana en el pasado y de cómo puede servirle ahora, la mitología se muestra tan accesible como la vida misma a las obsesiones y necesidades del individuo, la raza y la época”.
El héroe de las mil caras
Joseph Campbell


“El motivo por el que los antiguos rechazaban los discursos como este y empleaban los mitos es una cuestión en nada ajena a nuestra investigación. Así, la primera utilidad que surge de los mitos es que nos mueven a interrogarnos, y no toleran que nuestro poder cogitativo descanse indolentemente. No será difícil mostrar que los mitos son divinos por aquellos que los han empleado, puesto que los han usado los poetas agitados por la divinidad, el mejor de los filósofos y los ritos iniciáticos. También los dioses emplean los mitos en los oráculos, pero por qué los mitos son divinos, corresponde investigarlo a la filosofía. Puesto que todos los seres se regocijan en lo similar y se apartan de lo disimilar, es necesario que los discursos sobre los dioses sean tan similares a éstos como sea posible, para que puedan ser dignos de su esencia y para que hagan que los dioses sean propicios a quienes hablan acerca de ellos. Todo esto sólo pueden producirlo los mitos. Los mitos, por lo tanto, imitan a los dioses, de modo efable e inefable, aparente e inaparente, sabio e ignorante, y esto mismo se extiende a los bienes de los dioses, porque los dioses imparten los bienes de las naturalezas sensibles de modo común a todas las cosas; pero los bienes de las naturalezas inteligibles únicamente al sabio. Del mismo modo, los mitos enseñan a todos los hombres que existen los dioses, pero quiénes son y de qué tipo, únicamente lo manifiestan a aquellos que son capaces de un conocimiento más elevado. En los mitos, también se imitan las energías de los dioses, y por eso el mundo puede, propiamente, ser llamado un mito, ya que los cuerpos y las posesiones corporales son aparentes, pero las almas y los intelectos son ocultos e invisibles. Además, enseñar a todos los hombres la verdad relativa a los dioses, produce decepción en el necio, debido a su incapacidad de aprender y a su negligencia en el estudio. Pero al ocultar la verdad en los mitos, se previene la decepción de éstos e impulsa a los otros a filosofar. Te preguntarás entonces por qué se cantan adulterios, robos, incestos y otras acciones impías en los mitos. No es impío admirarlos, puesto que al advertir un absurdo aparente, el alma inmediatamente percibe que estos discursos están velados, para que pueda entender que la verdad que contienen está envuelta en un profundo y oculto silencio.”
Sobre los dioses y el mundo
Salustio Neoplatónico



"Nadie puede esperar gustar a todo el mundo y les diré que a veces es mejor no gustar, una vez te has subido al escenario te pertenece."


John Lydon 
(Sex Pistols)



¡A la mierda!...¡A la mierda!...¡A la mierda!

Fernando Fernán Gómez




1



Escuche joven...
Ponga cuidado...
Preste atención...

Oiga…
            Mire…
                        Vea…
Están los que crean mitos…
y están los que se alimentan de mitos.

Aquellos crean leyendas; estos las recrean.
Los primeros son creadores
Los mitófagos son consumidores de ellas.
Muchos de estos últimos tienden a  convertirse en mitomaníacos y terminan enajenados por ese consumo inapropiado y voraz de fantasías propias y ajenas.

Los artistas son mitómanos…
Los críticos son mitofagos…
Los del showbiz cultural, mitomaníacos...

Una buena parte de la intelectualidad de estas comarcas, está más ocupada en el correveidile, el radio bemba y el coleccionismo de morralla chismográfica, que en hacer obra.  Inútiles, incapaces de cogerse su gordo trasero con las dos manos. Muy pagados de sí mismos, los enchufados y los amanerados, señalan con su dedo a quienes se mueven con independencia de criterios. Con espíritu de colmena de avispas, no dudan en caer con sus aguijones sobre todo aquel que marque un nuevo derrotero; aquel que se salga de la comparsa y que no marche con el rebaño; el que no encaja en la cuadrícula, el que pone el dedo en la llaga, el que se sale del libreto.

Escribidores, una legión entera dedicada a estos menesteres: Algunos con mística de letras; otros más en la onda del buen decir, del bel canto y del estudio aplicado; aplicado pero sin alma. He leído sus escritos. Se podría decir que conozco sus creaciones y para serles franco, ninguna cercanía estilística me aproxima a sus obras. Dirán algunos: “es la soberbia que siempre te ha caracterizado Pedro Noire” y no, no es eso; es el sentido de lo estético (en mi caso no muy ortodoxo) lo que me previene tanto de las obras burdas, como de las obras demasiado pulidas, demasiado manoseadas o que han pasado mucho tiempo en el horno de las cuartillas. La obra viva debería tener algún desaguisado, una caída, un error, al menos una falta de ortografía. Pero las obras muertas están bien terminadas en sarcófagos, pulidas en sus museos de cera, bien clavadas con alfileres sobre terciopelo negro como mariposas muertas. (Que buena frase….¿no estará muy pulida?) Los he visto con una rueca tejer primoroso nidos…¿por qué no dejan que vuelen las golondrinas?

Sé de obras que pretendían pasar por experimentales, y no pasan de ser excrementales, no en el sentido dado a esa palabra por un "ilustre" senador colombiano, si no porque acumulan tanta mierda y bosta, que no sé de dónde sacan tiempo y digestión para armar esa pila.

No una frase brillante que en medio de la cacofonía iluminase el texto.
No un personaje memorable.
No una trama sustentable.
No un espacio diegético que se pudiera atravesar sin caer en el derrotismo del lector. Algo que empuje, algo que inicie una búsqueda literaria; algo que potencie una carcajada, siquiera una minúscula sonrisa.

Nada.

Solo aridez y sentido común….aridez y parla cotidiana. Aridez y eso que algunos llaman: la musa poética, por ninguna parte.

Aridez de funcionarato; aridez de escribanos de los medios masivos de alienación, quintacolumnistas de la estupidez; aridez de gente con el culo cuadrado. Gente que teclea y e insiste sobre un borrador tachado; palimpsesto en donde ni siquiera la búsqueda anuncia una forma de iluminación tras la grafía, alguna forma de espeleología lírica; algo que te conecte con otra línea profunda de la montaña. Especulaciones sin asomo de originalidad; no intentan al menos un ejercicio de distanciamiento, de extrañamiento, iniciar un sendero menos trillado. Algo que potencie una ruta que se salga de los mapas demarcados, que permita abordar una nueva nomenclatura literaria; el descubrimiento de un  nuevo canon; nada.

Todo ya marcado y demarcado.

Como en esos parques de atracciones, donde en los recovecos del túnel del horror, no te asustan por sus números manidos; mascaritas de caucho viejo sobre rostros de actores de tercera categoría. Todo previsible. Fast food envuelta en periódicos de ayer.


2


Ahora veamos….
En el campo de la plástica
También están
Los mitómanos
Que crean obras personales
Y los mitófagos que fagocitan lo que se les pone a tiro.
También los mitocalandrios…
Estos últimos, crean obras para quedar bien dentro de colectivos casi siempre apadrinados por algún académico. Son los ilustradores de una frase de cajón a la que se ha dotado de cierta aura de burdo esoterismo; cierta tontería de manual, cierta estupidez sacada del pensiero debole; cierta mariconería relacional.

Los creadores de mitos
Dibujan una obra hecha con los colores de la vida…
Los mitófagos
Decoran espacios con los colores que salen con la sala de muebles
(Cuando el artista hace algo que no encaja en la línea de su showroom
Se sienten descorazonados y les entra desazón)
Perdidos al no poder poner en perspectiva esa obra.
Al no poder enjalmar ese caballo; ponerle el marco a ese jinete azul.
Temerosos al escuchar ese grito sobre el puente.

 
A usted artista me dirijo…
(Esto va dirigido a los artistas jóvenes: no requiero intermediarios).
Les digo, no recurran siempre al filtro del curador.
Este deforma la idea central de sus obras. Conozco de colectivos de jóvenes artistas cuya obra está al servicio de curadores al uso y que tienen como exclusiva ocupación el “ilustrar” las obsesiones de esta gente. Que un artista sea la plataforma para las pasiones de un curador…o el peldaño para las escaleras estética y conceptuales de un comisario. No es algo bueno para un artista. En los tiempos que corren, han puesto este tablero de de ajedrez sobre la mesa. Según el “Manual de estilo del arte contemporáneo” de Pablo Helguera, este match tienen sus reglas claras; y al parecer, el que no las cumpla, no juega.

Yo digo, este jueguito de cortesanos solo lo ganan quienes estén dispuestos al manoseo. El reto del artista cachorro es romper las reglas con inteligencia.

Los artistas no pueden ser los peones del curador y los esclavos del coleccionista y el director del museo.

Los poetas no pueden los peones de antólogo; sea su estirpe de tradición de Frente Nacional, o nueva corriente de capital, o grupúsculo de revistilla; hebdomadario de provincia.

Y no son obsesiones estéticas, no, de ninguna manera; son preocupaciones de índole personal. Da grima ver colectivos que están librando las guerritas de los curadores; cuadran vendettas personales amparando con su discurso de collage epistemológico. Los trabajos de colectivos de jóvenes que ingenuamente se prestan para estas acciones, pasan sin pena ni gloria; una anécdota más, una intervención o una instalación en el museo del servilismo. Los que estamos en este campo sabemos muy bien que en los tiempos que corren se impone esta modalidad perniciosa y se debe advertir de sus potenciales peligros.


(Ahora las artes plásticas en nuestro entorno se han llenado de muchos pensadores cosa interesante. La diletancia artística siempre es bien vista cuando es ejercida en libertad. Pero, cuando hace parte de estrategias académicas improvisadas por ciertos geniecillos satélites que giran en torno a tres o cuatro damas, no de hierro, pero sí de cobre; es de lamentar. Las plásticas en nuestra región están en las carpetas de un grupo de té canasta enquistado dentro de las estructuras burocráticas y académicas de la región; han debilitado al arte para de alguna manera domesticarla. Rondan y giran, estos oscuros geniecillos los presupuestos municipales y departamentales bajo la égida de estas madonas de carrera, tratando de agarrarlo todo. No por meritocracia, sino por afinidad de gracia, que termina en cleptocracia.  Dejan a su paso un erial de cal; gran museo-mausoleo de paredes blancas; en donde, además de algunos cartelitos pegados en las paredes, quedan los discursos name droppers style plagados de citas exquisitas con hipervínculos al arte relacional; huesecillos de aves del paraíso. Artistas núbiles que han caído bajo el influjo de esas enanas marrones, agujeros negros por donde pasan el aro y saltan la cuerda los novísimos de las nuevas generaciones. Siempre he dicho a los jóvenes artistas que marchan por la libre:Las murmuraciones de la canalla, se silencian con las obras del talento. Estas camarillas Pueden maquinar, y mover sus tramoyas y sus fichas dentro del panóptico. A los artistas motivados no los callan, ni los amedrentan; los artistas de corazón no se hacen artistas para refugiarse de las tormentas. )*

Si un artista joven no trabaja en su propio programa, con sus propias herramientas conceptuales, mal futuro le auguro. Ahora, si quieren hacer carrera de curadores, lobbys engages en las corporaciones públicas tras los presupuestos estatales, o directores de bienales después de lamer un centenar de ilustres culos; seguramente este tipo de prácticas los pondrá en la senda de su objetivo.

Luchen sus propias batallas, lideren sus propias campañas; al fin y al cabo es su integridad intelectual la que se expone. Las herramientas técnicas al servicio de los creadores, son infinitas; es su obra la que está en juego.

¿Y a qué viene el cuento?
¿Qué tiene que ver con la mitomanía, los mitófagos y los mitomaníacos?
Pienso que un artista…
o el que intenta ser un artista…
Forja su propia mitología, crea su propia leyenda, apuntala o destruye su reputación y no va con el programa de una caterva de funcionarios que lo único que les interesa en preservar sus carteras.

Por ello un artista verdadero siempre estará en la línea de sospecha, algo que lo lleva adentro del maellstromg, algo que lo sitúa en la línea fronteriza de la sociedad; no es solo sueños y la fantasías…Son estrategias de lucha.

En estas comarcas se han dado artistas que han entendido su batallar. Artistas que con sus obras han hecho un aporte significativo a la cultura de la región y del país.  Artistas que han hecho valer su condición frente al estatuto del manejo moderno de las artes. Y a estas obras en el plano textual se le han dado reseñas que son coyunturales y que ilustran una exposición o un momento concreto de estas muestras. Crítica como tal no ha existido. O si se ha presentado, ha sido una crítica diluida, gaseosa, carente de profundidad teórica y conceptual. Ejercicios que definen los gustos o afinidades electivas de alguna persona de la cofradía ilustrada o de algún funcionario que intenta hacer méritos para seguir optando a las prebendas del presupuesto estatal. Obras que merecerían un estudio profundo siguen en el limbo; darlas a conocer es asignatura pendiente de escritores y literatos.

Los jóvenes artistas deben tener una postura crítica, frente a la sociedad y el mundo, no ser el manso rebaño que ilustra a las ambiciones de curadores, o la Joy división de freacks bien posicionados dentro del circuito. Tenemos urgencia de arte en todos los campos. Accionismo, performance, video, pintura, escultura, cómic. Todos son importantes, cada lenguaje ocupa un espacio y pueden liderar el campo de la plástica bajo determinada circunstancias.

Para ilustrar lo anterior, diré que una caricatura puede que sea en su momento, más contundente, expresiva y oportuna que una instalación. Por ello, menospreciar o tratar de rebajar el estatus de una práctica artística clásica  es no sólo estúpido, si no que expresa una limitación de  la mirada sobre el campo del arte.

Las razones del arte son muy amplias.

Avelina Lésper ha ejercido de agitadora radical y como tal a veces peca por exceso de celo. Pero no se puede negar que es una figura central en el panorama de la crítica de cara a la gente, al público, a los estudiantes universitarios que se interesan por el tema del arte. No querida por los especialistas de feria y cubo blanco que la consideran vulgar y pendenciera. Que muchos de sus planteamientos sean reduccionistas y que el humor absurdo y corrosivo empape sus conferencias, no le resta méritos a una buena parte de sus juicios. Grandes segmentos del campo arte están siendo cooptados por cofradías de curadores y especuladores del showbiz; filósofos de la cofradía queer que no le perdonan al artista independiente su crudeza, su falta de tacto, o que, en algún momento de inspiración haya puesto el dedo en la llaga.

Esta gente han trabajado tanto en la feria del Big Brother, que han llevado al arte contemporánea un callejón sin salida.

Y el tema daría para una charla in extenso; pero se debe entender a Avelina (quien ha recibido palos de las gangsta arriba mencionadas); esta revisión sin apasionamientos, debería ser ejercida sobre todo por parte de los jóvenes quienes seducidos por la especulación estética se alejan de la práctica de taller, entendiendo esta como ejercicio de caverna Belle Époque, y se quedan con esa peyorativa imagen difundida por gente del medio: “pintura de caballete”. Y es una trampa,  la práctica de la artista contemporáneo está relacionada con el manejo efectivo de sus herramientas, y la pintura es una de ellas; además de las prácticas tradicionales de arte; es necesario también incursionar en diseño de software, publicidad, fotografía y video. Dominio sobre la techné básica; la antigua, y también de la moderna; después que vengan los cartoncitos, las fichas técnicas y los discursillos de catálogo y brochure;  Es decir, la especulación filosófica de baja intensidad para la bienal y el salón nacional; ese que ha recibido como máxima expresión crítica, un titular: “Fue un salón muy familiar sin grandes debates” (esfera pública)*. Esa rancia marea de slogans denunciada por Alan Sokal en Imposturas Intelectuales que versaba sobre la crítica a la filosofía postmodernista por el uso inadecuado e inapropiado de metáforas y relaciones matemáticas para darle un barniz de cientificidad a discursos por parte de colectivos de las nuevas escuelas francesas; por cierto, replicados sin filtro crítico en SuR AmériKa para ilustrar desde una revuelta cristera, hasta la instalación de una montaña de basura en una sala de exposiciones.

Desde allí, en el núcleo de ese debate, puede encontrarse los orígenes del discurso de Avelina Lésper. Pero esta vez, no en el campo de la literatura o de la filosofía, sino de la plástica contemporánea. Y es que alguien tenía que decir algo, cuando la crítica amanerada y manierista; abarrocada y grotesca, (nunca mejor dicho); había caído en un marasmo de incongruencias y estupideces. Alguien tenía que representar al público, así fuese tachada de reaccionaria y conservadora.

No comparto la totalidad de sus ideas, pero me identifico con ella en la crítica de aquellas cosas, que para mal, hacen parte del panorama de la plástica contemporánea.


3


El humor…
El humor brilla por su ausencia en los trabajos de la mayoría de los mitofagos, mitógrafos y los mitomaníacos quienes interpretan los lances de humor negro como claves secretas de una provocación.
Se contesta con humor, a quien inteligentemente lo usa, quien sabe utilizar las herramientas conceptuales y estilísticas del humor; pero, a quien no sabe del humor, no se esfuerza por ejercerlo, ni le interesa; solo se le responde con desenfado castizo; nada más.

El artista que carece de humor, y que está lleno de amor propio, no entiende este juego. Y por lo tanto no entiende ni quiere entender nada de lo que de bonhomía trae el arte. Como buenos consumidores del mito y la leyenda creada por los librepensadores, terminan como esos muchachos cuarentones que van a las ferias del cómic, disfrazados,  pidiendo autógrafos y consumiendo palomitas de maíz.

Me encantan los comics, pero aquellos fanáticos infantilizados por el consumo de mitos, (deformes criaturas vestidas de látex) son la parte maluca de la industria, los gnomos obesos y aberrados, muestra clara de aquello, en lo que quieren vernos convertirnos los de D.C comics y la Marvel; esos que con sus atuendos pretenden acaparar la pantalla de un género complejo, maravilloso y lleno de matices; la factoría Ford de la industria masiva de la Historieta. 

Los mitófagos y los mitomaníacos, distorsionan y deforman hasta el cansancio las creaciones de la imaginación, llegando a ver en el transcurso de esa labor, su propio rostro: el de la corrupción en medio de la mediocridad y la putrefacción en medio de la masa. Incapaces de crear un mito, deforman lo que encuentran de extraño y original en una obra de arte; el humor se trastoca en bilis negra por parte de estos desdichados individuos.

Se de algunos buenos muchachos que me escriben…
(Como en el bolero… a veces llegan cartas)
Y hasta me piden explicaciones por algunos de mis ejercicios
en la línea de la eironeia y el sarcasmus. 
Pocos tienen remite, se esconden bajo nicks y alias de curso.
Escritorzuelos de cataduras patibularias, (sus ojillos mongoloides, sus muecas de mandriles) burócratas recalcitrantes duchos en su amancebamiento con el poder, posan de moralistas y prístinos cuando de todos es conocida su dilatada trayectoria en la componenda bajo manteles y la trapisonda en variados escenarios.

Mitomaníacos y mitófagos, quintacolumnistas de la estafa y perdularios de pasquín.  Mamones bajo la teta lírica y politiqueros de barriada…

¡Ah! como los veo llegar…¡Ah! como los veo venir…Creen que pueden con la calumnia, dañar a un hombre; y lo único que dejan ver en sus modales es la catadura rufianesca de su imbecilidad.

Escribanos de salón, monos gramáticos de taberna, trogloditas de cinema rojo, poetastros del catastro.

¡Sus carticas de cadencia lírica, se las pueden meter por el nauseabundo agujero pardo, que natura les diseñó en el punto exacto donde la espalda pierde su noble nombre!.


*http://esferapublica.org/nfblog/siga-ud-un-salon-con-ambiente-familiar/

*http://esferapublica.org/nfblog/la-crisis-del-arte-de-participacion/


Omar García Ramírez
Del libro en preparación:
“Monólogos de Pedro Noire”.





miércoles, 14 de diciembre de 2016

Hospital Británico. Héctor Viel Temperley










"Hospital Británico es algo que estaba en el aire. Yo no hice mas que encontrarlo. Hospital Británico me permite creer que me salí del mundo y no sé para qué.
Volaban mariposas y había unos eucaliptos muy hermosos, nada más que esto, y fui rodeado y traspasado por una sensación de amor tan intensa que me arruinó la vida en el mundo".
Héctor Viel Temperley



Gabriel Bernal Granados

Hará unos veinte años de que Eduardo Milán, en su columna “Crónica de Poesía” de la revista Vuelta, escribió por primera vez en México el nombre de Viel Temperley y el de su poema Hospital Británico. Entonces, como ahora, importaba menos lo que Milán dijera de Viel Temperley y de Hospital Británico que el solo hecho de que los mencionara y los incluyera en su columna. Héctor Viel Temperley comenzaba a existir en México y a generar una expectativa entre los lectores de poesía de esta parte del continente.
Años después, en 1997, en una serie publicada por la uam con bajo presupuesto, “El Pez en el Agua”, apareció la primera edición completa de Hospital Británico. Se trataba de casi una separata, pegada con grapas, que hacía constar, con su publicación íntegra, la verdad de una incipiente leyenda: Viel Temperley era uno de los últimos escritores sin biografía, y por tanto sin vanidad, que nos había legado un libro insignia.
Sin embargo, la edición que vino a dar relieve internacional al nombre de Viel Temperley fue la antología de poesía hispanoamericana Las ínsulas extrañas (2002), preparada por José Ángel Valente, Blanca Varela, Eduardo Milán y Andrés Sánchez Robayna para las ediciones españolas de Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores. Desde luego, la inclusión de Viel Temperley y de Hospital Británico entre las páginas 663 y 674 del volumen se debió al criterio de Milán y a la perplejidad con que ha defendido el valor y la significación de ese poema desde aquella ya lejana reseña.
En este libro aparecen el lugar y los años de nacimiento y muerte del poeta: “1933-1987, Argentina”. De poco sirven, porque ningún contexto explica la naturaleza de un poema como Hospital Británico. Ningún poema parece antecederlo o sucederlo en el tiempo: uno entra en esto que aparenta ser un buque fantasma, sumergido en las aguas profundas de un océano, y se queda ahí, largo rato, encerrado en sus paréntesis, suspendido de la calidad de sus imágenes y de la aspereza de su música. Una música llana, transida, que no rehúye de la prosa y que sin embargo no acaba de ser enteramente prosa.
Hospital Británico es una serie de fenómenos datados en un tiempo personal, simbólico y hermético, en el sentido de que es imposible penetrarlos y explicarlos en alianza con un referente preciso. Son los pasajes que podrían formar parte del diario de un loco o de un enfermo que alucina y no distingue entre la realidad y el discurso que se genera en su cabeza. Todo parece coludido en una vorágine ordenada y al mismo tiempo enferma. Todo parece, es verdad, el producto de una estancia prolongada en un nosocomio, que es un cuerpo, que es un buque, que es, a la larga y en definitiva, un poema. Todo parece compuesto para la anulación de cualquier intento de dilucidación crítica. Todo parece, en efecto, una trampa para anular los procedimientos de la razón y hacer primar los rudimentos de una mente que escucha y miente, porque el tiempo y el universo mismo parecen haber sido diseñados en ese momento y por capricho de esa mente enferma que discurre sobre las ruinas de su cuerpo.
La reciente publicación en México de la Poesía completa de Viel Temperley, un libro compuesto por los nueve libros de poemas que constituyen la obra poética de este escritor, ha servido para corroborar que nada anterior, con la sola excepción de Crawl, donde Viel Temperley ensaya algunos de los tropos, ritmos y fraseos que luego incrustaría, literalmente, en Hospital Británico, explica ni prepara la aparición de este poema, dada la originalidad de su estructura y la secuencia de sus periodos, aligerados apenas por su calibre de fragmentos o de “esquirlas”.
Sería un error, pese a todo, asumir que Hospital Británico surge de la nada. Y sería un error tomar al pie de la letra la famosa declaración de Viel Temperley, esa que atribuye la fabricación de su poema a la locuacidad de un cerebro trepanado. Habría que hacer énfasis en el organigrama religioso del poema, en su estructura en forma de postales, cuya imagen obsesiva o recurrente, al reverso, es la de un Christus Pantokrator, icono por antonomasia de la pintura bizantina; habría que tomar en cuenta su aparente falta de profundidad intelectual y la supremacía deliberada de lo irracional como fuente de todas sus metáforas; y habría que tomar en cuenta el carácter acotado, sentencioso, de las mayores de sus frases: “La muerte es el comienzo de una guerra donde jamás otro hombre podrá ver mi esqueleto.”
Acaso Hospital Británico trata de la disgregación del yo en cada una de sus partes. De la enfermedad, la devoción, la convalecencia en ciertos círculos y espacios privados y las imágenes que pueden brotar de un cerebro adulterado por la ingestión de medicamentos y toxinas extrañas a la bienaventuranza católica del cuerpo. A lo largo de una concatenación de fragmentos, seriados o marcados por el signo de una fecha, Hospital Británico aspira a la concentración de un verso sin fisuras, y a la integración de sus partes escandidas bajo el disfraz de una forma de medida absoluta: la ráfaga, la esquirla, el disparo hacia el hueco certero de la nada –esto es, el poema en el poema mismo.
Si la obra poética de Viel Temperley se compone de nueve libros, publicados entre 1956 y 1986, releyéndolos en esta compilación definitiva uno no puede sustraerse al pensamiento de que todos ellos tienen un valor anecdótico o liminar en relación con Hospital Británico. La voracidad de este poema abrasa todo lo anterior como si se tratara de la exposición de las hojas de una planta a un sol que se aproxima demasiado a la condición terrestre, sutil y sin pretensiones de los Poemas con caballos o de los “Poemas en el mar y en la ciudad”. A lo largo de todo ese ejercicio preparatorio, que abarca treinta años de escritura y existencia, aparecen sin embargo obsesiones de Viel Temperley como Dios, la Madre, el agua, la guerra, la decepción y el ejercicio del poema entendido como un nado o la técnica del crawl. Todo ello se anula o se redimensiona frente a la velocidad y el texto de Hospital Británico. Ninguno de los libros anteriores de Viel Temperley se entiende en ausencia del último de sus libros de poemas. O quizá podamos decir que todos ellos se explican en función de la calidad sintética de Hospital Británico. ~

Tomado de: LETRAS LIBRES




Hospital Británico


Mes de marzo de 1986



Pabellón Rosetto, larga esquina de verano, armadura de mariposas: Mi madre
vino al cielo a visitarme.

Tengo la cabeza vendada. Permanezco en el pecho de la Luz horas y horas.
Soy feliz. Me han sacado del mundo.

Mi madre es la risa, la libertad, el verano.

A veinte cuadras de aquí yace muriéndose.

Aquí besa mi paz, ve a su hijo cambiado, se prepara –en Tu llanto- para
comenzar todo de nuevo.



Mes de marzo de 1986

(versión con esquirlas y "Christus Pankrator")

Pabellón Rosetto, larga esquina de verano, armadura de mariposas: Mi madre
vino al cielo a visitarme.

Tengo la cabeza vendada. Permanezco en el pecho de la Luz horas y horas.
Soy feliz. Me han sacado del mundo.

Mi madre es la risa, la libertad, el verano.

A veinte cuadras de aquí yace muriéndose.

Aquí besa mi paz, ve a su hijo cambiado, se prepara –en Tu llanto- para
comenzar todo de nuevo.

HOSPITAL BRITÁNICO

La muchacha regresa con rostro de roedor, desfigurada por no querer saber
lo que es ser joven.

Llevando otro embarazo sobre las largas piernas, me pide humildemente
fechas para una lápida. (1984)

HOSPITAL BRITÁNICO

¿Quién puso en mí esa misa a la que nunca llego? ¿Quién puso en mi
camino hacia la misa a esos patos marrones —o pupitres con las alas
abiertas—que se hunden en el polvo de la tarde sobre la pérgola que
cubrían las glicinas? (1984)

HOSPITAL BRITÁNICO

Voy hacia lo que menos conocí en mi vida: voy hacia mi cuerpo . (1984)

PABELLÓN ROSETTO

Aquella blanca pared nueva, joven, que hablaba a las palmeras de una playa
-enfermeras de pechos de luz verde- en una fotografía que perdí en mi
adolescencia.

PABELLÓN ROSETTO

Soñé que nos hundíamos y que después nadábamos hacia la costa
lentamente y que de nuestras sombras de color verde claro huían los
tiburones. (1978)

PABELLÓN ROSETTO

Si me enseñaras qué es el verde claro... (1978)

PABELLÓN ROSETTO

Es difícil llegar a la capilla: se puede orar entre las cañas en el viento debajo
de la cama. (1984)

"Christus Pantokrator"

La postal tiene una leyenda: "Christus Pantokrator, siglo XIII".

A los pies de la pared desnuda, la postal es un Christus Pantokrator en la
mitad de un espigón larguísimo. (1985)

"Christus Pantokrator"

Entre mis ojos y los ojos de Christus Pantokrator nunca hay piso. Siempre
hay dos alpargatas descosidas, blancas, en un día de viento.

Con la postal en el zócalo, con Christus Pantokrator en el espigón larguísimo,
mi oscuridad no tiene hambre de gaviotas. (1985)

"Christus Pantokrator"

La postal viene de marineros, de pugilistas viejos en ese bar estrecho que
parece un submarino—de maderas y latas—hundiéndose en el sol de la
ribera.

La postal viene de un Christus Pantokrator que cuando bajo las persianas,
apago la luz y cierro los ojos, me pide que filme Su Silencio dentro de una
botella varada en un banco infinito. (1985)

"Christus Pantokrator"

Delante de la postal estoy como una pala que cava en el sol, en el Rostro y
en los ojos de Christus Pantokrator. (1985)

Sé que sólo en los ojos de Christus Pantokrator puedo cavar en la
transpiración de todos mis veranos hasta llegar desde el esternón, desde
el mediodía, a ese faro cubierto por alas de naranjos que quiero para el
niño casi mudo que llevé sobre el alma muchos meses. (Mes de Abril de
1986)

LARGA ESQUINA DE VERANO

Alguien me odió ante el sol al que mi madre me arrojó. Necesito estar a
oscuras, necesito regresar al hombre. No quiero que me toque la
muchacha, ni el rufián, ni el ojo del poder, ni la ciencia del mundo. No
quiero ser tocado por los sueños.

El enano que es mi ángel de la guarda sube bamboleándose los pocos
peldaños de madera ametrallados por los soles; y sobre el pasamano de
coronas de espinas, la piedra de su anillo es un cruzado que trepa
somnoliento una colina: burdeles vacíos y pequeños, panaderías abiertas
pero muy pequeñas, teatros pequeños pero cerrados—y más arriba ojos
de catacumbas, lejanas miradas de catacumbas tras oscuras pestañas
a flor de tierra.

Un tiburón se pudre a veinte metros. Un tiburón pequeño —una bala con
tajos, un acordeón abierto— se pudre y me acompaña. Un tiburón —un
criquet en silencio en el suelo de tierra, junto a un tambor de agua, en una
gomería a muchos metros de la ruta— se pudre a veinte metros del sol en
mi cabeza: El sol como las puertas, con dos hombres blanquísimos, de
un colegio militar en un desierto; un colegio militar que no es más que un
desierto en un lugar adentro de esta playa de la que huye el futuro. (1984)

LARGA ESQUINA DE VERANO

¿Nunca morirá la sensación de que el demonio puede servirse de los cielos,
y de las nubes y las aves, para observarme las entrañas?

Amigos muertos que caminan en las tardes grises hacia frontones de pelota
solitarios: El rufián que me mira se sonríe como si yo pudiera desearla
todavía.

Se nubla y se desnubla. Me hundo en mi carne; me hundo en la iglesia de
desagüe a cielo abierto en la que creo. Espero la resurrección espero su
estallido contra mis enemigos— en este cuerpo, en este día, en esta
playa. Nada puede impedir que en su Pierna me azoten como cota de
malla -y sin ninguna Historia ardan en mí- las cabezas de fósforos de todo
el Tiempo.

Tengo las toses de los viejos fusiles de un Tiro Federal en los ojos. Mi vida
es un desierto entre dos guerras. Necesito estar a oscuras. Necesito
dormir, pero el sol me despierta. E1 sol, a través de mis párpados, como
alas de gaviotas que echan cal sobre toda mi vida; el sol como una zona
que me había olvidado; el sol como un golpe de espuma en mis confines;
el sol como dos jóvenes vigías en una tempestad de luz que se ha
tragado al mar, a las velas y al cielo. (1984)

LARGA ESQUINA DE VERANO

La boca abierta al viento que se lleva a las moscas, el tiburón se pudre a
veinte metros. El tiburón se desvanece, flota sobre el último asiento de la
playa —del ómnibus que asciende con las ratas mareadas y con frío y
comienza a partirse por la mitad y a desprenderse del limpiaparabrisas,
que en los ojos del mar era su lluvia.

Me acostumbré a verlas llegar con las nubes para cambiar mi vida. Me
acostumbré a extrañarlas bajo el cielo: calladas, sin equipaje, con un
cepillo de dientes entre sus manos. Me acostumbré a sus vientres sin
esposo, embarazadas jóvenes que odian la arena que me cubre. (1984)

LARGA ESQUINA DE VERANO

¿Toda la arena de esta playa quiere llenar mi boca? ¿Ya todo hambre de
Rostro ensangrentado quiere comer arena y olvidarse?

Aves marinas que regresan de la velocidad de Dios en mi cabeza: No me
separo de las claras paralelas de madera que tatuaban la piel de mis
brazos junto a las axilas; no me separo de la única morada —sin paredes
ni techo— que he tenido en el ígneo brillante de extranjero del centro de
los patios vacíos del verano, y soy hambre de arenas —y hambre de
Rostro ensangrentado.

Pero como sitiado por una eternidad, ¿yo puedo hacer violencia para que
aparezca Tu Cuerpo, que es mi arrepentimiento? ¿Puedo hacer violencia
con el pugilista africano de hierro y vientre almohadillado que es mi pieza
sin luz a la una de la tarde mientras el mar -afuera- parece una armería?
Dos mil años de esperanza, de arena y de muchacha muerta, ¿pueden
hacer violencia? Con humedad de tienda que vendía cigarrillos negros,
revólveres baratos y cintas de colores para disfraces de Carnaval, ¿se
puede todavía hacer violencia?

Sin Tu Cuerpo en la tierra muere sin sangre el que no muere mártir; sin Tu
Cuerpo en la tierra soy la trastienda de un negocio donde se deshacen
cadenas, brújulas, timones —lentamente como hostias— bajo un
ventilador de techo gris sin Tu Cuerpo en la tierra no sé cómo pedir
perdón a una muchacha en la punta de guadaña con rocío del ala
izquierda del cementerio alemán (y la orilla del mar espuma y agua
helada en las mejillas —es a veces un hombre que se afeita sin ganas
día tras día).( 1985)

LARGA ESQUINA DE VERANO

¿Soy ese tripulante con corona de espinas que no ve a sus alas afuera del
buque, que no ve a Tu Rostro en el afiche pegado al casco y desgarrado
por el viento y que no sabe todavía que Tu Rostro es más que todo el mar
cuando lanza sus dados contra un negro espigón de cocinas de hierro
que espera a algunos hombres en un sol donde nieva ? ( 1985 )

Tu Rostro

Tu Rostro como sangre muy oscura en un plato de tropa, entre cocinas frías y
bajo un sol de nieve; Tu Rostro como una conversación entre colmenas
con vértigo en la llanura del verano; Tu Rostro como sombra verde y negra
con balidos muy cerca de mi aliento y mi revólver; Tu Rostro como sombra
verde y negra que desciende al galope, cada tarde, desde una pampa a
dos mil metros sobre el nivel del mar; Tu Rostro como arroyos de violetas
cayendo lentamente desde gallos de riña; Tu Rostro como arroyos de
violetas que empapan de vitrales a un hospital sobre un barranco. (1985)

Tu Cuerpo y Tu Padre

Tu Cuerpo como un barranco, y el amor de Tu Padre como duras mazorcas
de tristeza en Tus axilas casi desgarradas. (1985)

TENGO LA CABEZA VENDADA (texto profético lejano)

Mi cabeza para nacer cruza el fuego del mundo pero con una serpentina de
agua helada en la memoria. Y le pido socorro. (1978)

TENGO LA CABEZA VENDADA

Mariposa de Dios, pubis de María: Atraviesa la sangre de mi frente —hasta
besarme el Rostro en Jesucristo (1982)

TENGO LA CABEZA VENDADA (textos proféticos)

Mi cuerpo—con aves como bisturíes en la frente—entra en mi alma. (1984)

El sol, en mi cabeza, como toda la sangre de Cristo sobre una pared de
anestesia total. (1984)

Santa Reina de los misterios del rosario del hacha y de las brazadas lejos
del espigón: Ruega por mí que estoy en una zona donde nunca había
anclado con maniobras de Cristo mi cabeza. (1985)

Señor: Desde este instante mi cabeza quiere ser, por los siglos de los siglos,
la herida de Tu Mano bendiciéndome en fuego. (1984)

El sol como la blanca velocidad de Dios en mi cabeza, que la aspira y
desgarra hacia la nuca. (1984)

TENGO LA CABEZA VENDADA (texto del hombre en la playa)

El sol entra con mi alma en mi cabeza (o mi cuerpo —con la Resurrección—
entra en mi alma). (1984)

TENGO LA CABEZA VENDADA (texto del hombre en la playa)

Por culpa del viento de fuego que penetra en su herida, en este instante, Tu
Mano traza un ancla y no una cruz en mi cabeza.

Quiero beber hacia mi nuca, eternamente, los dos brazos del ancla del
temblor de Tu Carne y de la prisa de los Cielos. (1984)

TENGO LA CABEZA VENDADA (texto del hombre en la playa)

Allá atrás, en mi nuca, vi al blanquísimo desierto de esta vida de mi vida; vi
a mi eternidad, que debo atravesar desde los ojos del Señor hasta los
ojos del Señor. (1984)

ME HAN SACADO DEL MUNDO

Soy el lugar donde el Señor tiende la Luz que Él es.

ME HAN SACADO DEL MUNDO

Me cubre una armadura de mariposas y estoy en la camisa de mariposas
que es el Señor—adentro, en mí.

El Reino de los Cielos me rodea. El Reino de los Cielos es el Cuerpo de
Cristo —y cada mediodía toco a Cristo.

Cristo es Cristo madre, y en Él viene mi madre a visitarme.

ME HAN SACADO DEL MUNDO

"Mujer que embaracé", "Pabellón Rosetto", "Larga esquina de verano":

Vuelve el placer de las palabras a mi carne en las copas de unos eucaliptus
(o en los altos de "B.", desde los cuales una vez -sólo una vez- vi a una
playa del cielo recostada en la costa).

ME HAN SACADO DEL MUNDO

Manos de María, sienes de mármol de mi playa en el cielo:

La muerte es el comienzo de una guerra donde jamás otro hombre podrá ver
mi esqueleto.

LA LIBERTAD, EL VERANO (A mi madre, recordándole el fuego)

Porque parto recién cuando he sudado y abro una canilla y me acuclillo como
junto a un altar, como escondido, y el chorro cae helado en mi cabeza y
desliza su hostia hacia mis labios, envuelta en los cabellos que la siguen.
( 1976)

Vengo de comulgar y estoy en éxtasis aunque comulgué con los cosacos
sentados a una mesa bajo el cielo y los eucaliptus que con ellos se
cimbran estos días bochornosos en que camino hasta las areneras del
sur de la ciudad —el vizcaíno, santa adela, la elisa. (1982)

Por las paredes de los rascacielos el calor y el silencio suben de nave en
nave: Obsesivo verano de fotógrafo en fotógrafo, ojos del Arponero que
rayan lo que miran, Ser de avenidas verticales que jamás fue azotado.
(1978)

Después íbamos al África cada día de nuevo —antes que nada, antes de
vestirnos— mientras rugían las fieras abajo en el zoológico, subía un sol
sangriento a sus jazmines, y nosotros nos odiábamos, nos deseábamos,
gritábamos... (1978)

Instantes de anestesia, de lento alcohol de anoche todavía en la sangre de
pie de una muchacha desnuda y más dorada que la escoba: Necesito
aferrarme de nuevo a la llanura, al ave blanca del corpiño en la pileta de
lavar, detrás de la estación y entre las casuarinas. (1984)

Tengo la foto de dos novios que cayeron al mar. Están vestidos de invierno,
los invito a desnudarse. En las siestas nos sentamos junto a la bomba de
agua y nos miramos: de nuevo embolsan luz los pechos de ella; él amaba
a los caballos v una vez intentó suicidarse. (1978)

Necesito oler limón, necesito oler limón. De tanto respirar este aire azul, este
cielo encarnizadamente azul, se pueden reventar los vasos de sangre
más pequeños de mi nariz. (1969)

Y a las siestas, de pie, los guardavidas abatían la sal de sus cabezas con
una damajuana muy pesada, de agua dulce y de vidrio verde, grueso, que
entre todos cuidaban. (1982)

YACE MURIÉNDOSE

Toda la transpiración de mi cuerpo regresará a mis ojos cuando muera el
tambor en donde fui formado y hablé con Él —como un niño borracho—
entre sillas caídas, río crecido y juncos.

Todas las lágrimas de mi vida volverán a mis ojos; y por las hondas sedas
de un pecho de caballo querré internarme, huír, refugiarme en mi casa de
trozos esparcidos de ballenas: mi casa como cuerpo de varón recién
nacido en el tórrido vientre del silencio. (1985)

YACE MURIÉNDOSE

Nunca más pasaré junto al bar que daba al patio de la Capitanía. No miraré
la mesa donde fuimos felices:

El sol como ese lugar bajo las aguas de un río de tierra y de naranjas donde
antes de aprender a caminar miré a Dios como un hombre que sabe qué
es la guerra. El sol como esas aguas de tierra y de naranjas donde sin
extrañar la respiración, el aire, lo miré de este modo: "Recuerdo una
victoria lejana (tantos salvados rostros que después nadie quiere
recordarme) y estoy en paz con mi conciencia todavía". (1984)

YACE MURIÉNDOSE

La dejé sobre un lecho de vincapervincas altas, frías, violáceas.

Por su final de arroyo, la herida de mi frente llora en las flores y agradece.

YACE MURIÉNDOSE

Dentro de cuatro días llegará a Tu Océano con uno de mis soldaditos
dormido sobre sus labios. Y se dirá, sonriéndome: "Es lo poco que hace
que este hombre iba al centro del sol cada mañana con un puñado de
soldados de plomo. Es lo poco que hace que en el centro del sol, cada
mañana, su corazón era un puñado de soldados de plomo entre gallos" .

Dormido sobre sus labios

Pequeño legionario, ¡cuánto viento! Pedacito de plomo, pedacito de Sahara:
Vendrán veranos no obsesivos; pasarán los hijos de mis hijos. (1978)

Yo puedo hachar todo el día pero no puedo cavar todo el día. No puedo cavar
en ningún lado sin estar esperando que aparezca de pronto un soldado
de plomo entre mis pies desnudos. ( 1978 )

PARA COMENZAR TODO DE NUEVO

Es mi parte de tierra la que llora por los ciruelos que ha perdido.

PARA COMENZAR TODO DE NUEVO

El verano en que resucitemos tendrá un molino cerca con un chorro
blanquísimo sepultado en la vena. (1969)